Capítulo introductorio

Cómo fue que me llegaron estos escritos, es una historia que por el momento no quiero revelar, tampoco cómo llegué a conocer a Kadok, él personalmente me sugirió que no lo divulgara ya que me clasificarían de descerebrado o de locodementeinsanomajaretaperturbadolunáticolorenzooratechifladomaniáticoenajenadoguillardolocadio o algo peor, perdón por está última larga palabra, costumbre del idioma de Kadok que a veces transmite a alguna de nuestras lenguas. Pero los humanos no entendemos eso de los concejos y qué le hacemos.
Bueno, prosigamos, ¿Por qué esta forma de vida evolucionada, escogió un nombre para sí mismo semejante a una de las primeras cámaras fotográficas populares, lanzada al mercado allá a finales del siglo XIX?
Vayamos por partes, Kadok llegó a la Tierra hace muchísimo tiempo, puede decirse que la vio nacer, antes tuvo otros nombres, pueblos que nuestra historia humana actual no registra lo llegaron a conocer, dejaron algunas pruebas de su existencia aunque muchas permanecen ocultas y otras, nuestra ciencia actual las desdeña o sencillamente por ahora no son comprendidas. En nuestra historia aceptada tuvo nombres en el frigio indoeuropeo, en sumerio, en sánscrito, en chino, en egipcio, y en casi todos los idiomas antiguos, después, por un largo periodo no le importó tener un nombre terrestre, de cielo o de mar. Nuevamente su interés cambió cuando Francesco Petrarca y Giovanni Bocaccio, amigos entrañables entre sí y ambos de la Toscana, empezaron a redescubrir y difundir a los clásicos grecorromanos. Ummm, dijo Kadok, algo de lo más interesante esta surgiendo por estos días, el medioevo lo había adormilado como a todos los humanos que lo vivían, según la tradición se decía, aunque sabemos que lo que dice la tradición no siempre es verdad. A partir de ahí, ya más espabilado, Kadok buscaba afanosamente un nombre terráqueo para sí mismo, algo que pudiera ser pronunciado en la mayoría de las lenguas. Buscó en el Decamerón, luego en la Divina Comedia de Alighieri pero no le satisfizo ninguno, espero un tiempo y jugó con varios personajes de Mollière, Tartufo lo sopesó un momento pero lo desechó porque esa f y esa o finales no le parecían adecuadas para los idiomas germanos, Don Juan se le hizo muy vano y no quiso que lo compararan con un conquistador empedernido, infiel, parrandero y libertino, o con el propio burlador de Sevilla de Tirso, con el riego de perder simpatías con las damas, un poco más de la mitad de la población del mundo. Cide Hamete Benengeli le gustó en un principio, se oía bien en el español de inicios del siglo XVII, cuando Cervantes lo lanzó al mundo en su obra más famosa, pero cuando un inglés lo pronunció, lo dejó atrás de inmediato.
Mientras observaba el desarrollo de los humanos, seguía buscando ese nombre sin detenerse pero cada vez que parecía encontrar uno de su agrado, reflexionando sobre él, lo llegaba a considerar impropio o simplemente terminaba por no gustarle. Entonces, en el siglo XIX, por el año de 1889 se encontró con esas cámaras de reciente aparición para tomar fotografías que promovían el lema: “usted sólo apriete el botón nosotros hacemos el resto” y que se conocieron con el nombre de kodak. Averiguó que George Eastman encontró ese nombre atractivo comercialmente, primero, porque le gustaba la letra K y era su favorita, fuerte y categórica, sin resonancias superfluas, luego porque la palabra entera, kodak, podía pronunciarse casi de la misma forma en la mayoría de las lenguas del mundo, y además de todo, no significaba nada; había encontrado un principio ideal a través de una creación humana. De esta manera y haciendo un pequeño cambio decidió llamarse Kadok para que no lo identificaran ni con una compañía ni con una cámara fotográfica, según él, y seguía manteniendo el principio, una palabra humana, corta y fácil de recordar, fonéticamente muy similar en yiddish, tagalo, inglés, tepiteño, ruso, ucraniano, tzótzil, danés, español, maya, italiano, portugués, spanglish, alemán, chino de Pekín y chino de Cantón, coreano, francés, persa, árabe, náhuatl y en casi todos los lenguajes y dialectos del mundo.
Kadok empezó a firmar todos sus informes con este, su nuevo nombre, y lo hizo retroactivo, firmó aún los que ya había estado enviando a su base todo estos milenios, al menos las copias que tenía en su hogar fuera de casa.
Nos ha estado observando a su manera, una forma extraterrestre, obvio porque es alienígena, o en otras palabras, sin conocernos a profundidad, aunque ha ido aprendiendo, sobre todo a partir de los inicios del renacimiento del Quattrocento, por ahí del año 1300 y pico de n.e.c. y los siguientes, en que decidió apersonarse con uno que otro humano que consideró de cierto calibre para sus averiguaciones sobre las razones del cambio de percepción del centro del mundo hacia el propio hombre, y que se fueron transminando en los siguientes siglos, hacia las artes, la arquitectura, la literatura, la pintura, a la vida y concepción misma del hombre. Al principio y como no estaba acostumbrado, cometió algunas torpezas, pero nada que no pudiera arreglar, ese aparato de ficción que utilizan los agentes en la película Hombres de Negro y que borra la memoria en el lapso que se determine previamente, le ha sido de mucha utilidad, pero el de Kadok, muy similar, sí funciona de verdad. Se lo he dicho, el día que intente utilizarlo conmigo se va a meter en un gran problema, pero no lo va a hacer, al menos por ahora, me he convertido en uno de sus principales transcriptores humanos y eso me tiene la memoria asegurada por un tiempo, además de que descubrí cómo contrarrestar el efecto de su aparatejo, conocimiento que nunca obtendrá de mi parte.
Los informes, como Kadok los llama, no son tan sencillos de estructurar, de pronto habla de un tema, luego en el siguiente habla de otro, sus saltos en el tiempo y el espacio quizá tengan que ver con su origen, su planeta, su base o de dónde sea que es, entender esto, cuesta algo de trabajo. Sus escritos son algunas veces muy inocentes, a veces son muy descriptivos o en ocasiones terribles, raros, así que habrá que tratar de comprenderlo y verlo como un extranjero que intenta describir o entender lo que sucede en un lugar que no es el suyo, y a sus habitantes en él, pero que sin duda, lo que diga será lo que observa, tal cual y como es. Parecido a los reporteros y periodistas que decían la verdad y que no se comprometían con ningún interés ajeno a lo que informaban, de los que aún hay pero de los que quedan pocos en el mundo.
Continuará...
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