Pasado, presente y futuro, son los estados
del devenir, lo que fue, lo que es y lo que será. Los humanos están tan
acostumbrados y tan firmemente enganchados a estos estados que nunca objetarían
su existencia, sin embargo ¿es así realmente?
Vive el presente, no vivas en el pasado,
disfruta tu hoy; piensa en tu futuro cuando tomes una decisión; deja el ayer y
disfruta este momento; ahorra para tu futuro; sé siempre puntual; “al que madruga
le amanece más temprano -o Dios le ayuda-” o la otra contestataria: “no por
mucho madrugar amanece más temprano”; no te aflijas hombre, mañana será otro
día; ¿qué será de ella ahora?; cuando sea grande seré famoso; quien pudiera
regresar a esa niñez feliz y sin preocupaciones; si sólo tuviera unos años
menos; si sólo tuviera unos años más. Éstas son sólo algunas de las frases que
se escuchan muy frecuentemente y que forman parte de otras muchas más que por
diferentes canales y medios se machacan con denuedo en todos los ámbitos de la
vida social humana, es apabullante, un estado psicótico bastante generalizado
que esta especie posee respecto a este concepto del tiempo.
La gente está más pendiente de la hora que
un perro de su hueso, si se te ocurre decir buenos días a eso de las
2:00pm alguien indefectiblemente se encargará de corregir la desviación de
inmediato y escucharás el -serán buenas tardes ¿no?- con la cara de
imbecilidad de punto para partido del interlocutor y esa actitud triunfal de
corrector de almas, ¿pero qué diantres si el día no se acaba aún?, quizá se
deba a que buenos días se oiga mejor que buenas mañanas y que
para efectos de salutación común -en español- se haya dividido el día en: días,
tardes y noches, así, en plural, al menos en algunos idiomas aunque en inglés,
al amanecer, nunca se diga o no sea habitual decir buenos días, morning
es mañana o matutino traducido al idioma en que escribo y en la cultura
anglosajona se acostumbra el good morning, y para los otros periodos del
día: good afternoom, good evening y good night, todo en singular y aparte dos
variantes para la noche, una de entrada y otra de salida. Ya veríamos a los
correctores hispanoamericanos siempre listos alrededor levantando la ceja al
escuchar ¡buenas mañanas!, este tío no es de por aquí, y para toda cosa
que se oye diferente, seguro es de la capital, o al revés depende de donde
provenga el sujeto.
El correr del tiempo está tan arraigado en
la ilusión humana que jamás se duda de él, las corrientes actuales fijan la
atención en que es importante vivir en el presente, en el momento más inmediato
en el que alguien se encuentra, que visto desde el punto de vista psicológico
es una acción positiva y de salud mental, que brinda la posibilidad de ser
consciente de los actos que cada quien vive y percibe. Esto es útil para
centrar la atención humana y definitivamente, aprender a vivir, quien viva sólo
de recuerdos -pasado- o por el contrario, quien viva en lo que estará por venir
-futuro-, se aleja de la responsabilidad de enfocar su consciencia y de obtener
lo que la vida le ofrece gratuitamente en los momentos en los que respira y se
mueve, en esos lapsos en los que
se construye -en la manera lineal de concepción del tiempo- lo que fue y lo que
será.
Dejando a un lado la manera psicológica de
observar el tiempo, que no es sino una forma relativa de verlo, pasamos a la
observación pura de cómo el tiempo transcurre, encontramos posiciones
científicas contrarias, desde la que dice que el tiempo no existe y que vivimos
en un universo estático pero en el que sin embargo sí existen los cambios que
crean esa ilusión y por otro lado, la que nos dice que el tiempo existe
verdadera y definitivamente ya que podemos medirlo a gran escala en eones
-miles de millones de años terrestres- y en escalas tan pequeñísimas como un
femtosegundo equivalente a la mil millonésima parte de un segundo (1x10-15s) que ya se ha podido
medir en los laboratorios de los humanos.
Pero ¿qué entienden los humanos por
tiempo? además de indicarles si el día será soleado, lluvioso, caluroso,
templado o frío, entendiéndose éstas como las condiciones del medio ambiente,
“el tiempo es una magnitud física”, como dice la wikipedia, “con la que
se mide la duración o separación de acontecimientos, sujetos a cambio, de los sistemas observables,
esto es, el periodo que transcurre entre el estado del sistema cuando éste
presentaba un estado X y el instante en el que X registra una variación
perceptible para un observador o aparato de medida”, lo que quiere decir que el
cambio es fundamental para percibir que “el tiempo pasa y no te he podido
olvidar”, cuando el cambio es deficientemente percibido por el observador, se
dice que el tiempo no ha pasado, es que el tiempo no pasa en ti, estás
igualita, como se suele adular -sea cierto o no-, o que ha pasado muy
rápido caray pero ¿cómo que te vas si recién llegaste? cuando se desea
que ni siquiera haya venido.
La vida es cambio constante, todo se mueve
y vibra lo queramos o no, inclusive lo aparentemente inerte, el cambio está
estrechamente relacionado con la velocidad en que lo hace quien lo hace, por
ello, Einstein (ese humano inteligenzuelo) dedujo que el tiempo es relativo
respecto en donde se encuentre el observador, en qué sistema se halle en el
momento de que éste haga la medición. Si alguien se encuentra en “el tiempo de
la Tierra”, el tiempo transcurrirá más rápidamente que aquel que viaje,
alejándose, en una potente súper nave cercana a la velocidad de la luz. Para el
que viaja muy cerca a esa constante de velocidad (la de la luz) el tiempo se
ralentiza, se vuelve más lento respecto al que permanece en la Tierra, por este
concepto relativo y como un ejemplo real de este fenómeno, los satélites GPS
llevan un reloj que adelanta su tiempo interno (quizá en nanosegundos, pero lo
hace) para adecuarse y empatar el transcurrir del tiempo de la Tierra,
igualando el segundo de arriba con el segundo de abajo. El tiempo físico por
tanto, se empieza a parecer al tiempo psicológico.
La medición del tiempo, como se sabe, es
un sistema arbitrario de medición hecho convención, como lo es el sistema
métrico decimal para la longitud o el de grados celsius o fahrenheit para la
temperatura. Con su base sesenta ha sido el más adecuado para la medición del
tiempo desde antaño, cosa en que toda la especie ha convenido, sería bueno que
hubiese más convenciones mundiales como esta. A pesar de ello y como
observamos, un segundo en un sistema de referencia no mide lo mismo que un
segundo en otro sistema, difieren. Como los humanos viven en un sistema
cerrado, el segundo es un segundo en cualquier parte y para cualquier persona
que ahí se encuentre, aún y cuando sea percibido de diferente manera. Una hora
en la Patagonia es lo mismo que una hora en Siberia, miden igual aunque se
perciban diferente. ¿Qué pasa con el presente? ¿existe como tal? ¿dónde inicia?
¿cuánto dura? Si observamos bien, su dimensión es bastante arbitraria, puede
ser que se hable del presente como los tiempos actuales: el hombre de hoy
(presente) vive con adelantos tecnológicos como jamás antes, este
“presente” maneja la acepción de cierto periodo ¿los últimos 100 años? ¿los
últimos 50?, es un “presente” elongado, incierto e involucra varios “presentes”
más pequeños; me duele la cabeza en este momento, este es un “presente”
más “presente”, pero no lo es tampoco ya que al terminar la frase quedó en el
pasado, en centésimas de segundo y aunque me sigue doliendo la cabeza segundos
después tendría que repetir la frase para “volverla presente” de nuevo y así
hacia el infinito, ¿dónde está el presente? ¿es la era geológica en la que
vivimos? ¿es el dolor de muelas de este instante? ¿es el prejuicio de obtener
poder hoy y que más tarde iré a por más?. Ya vemos que el presente es esquivo,
nada sencillo de capturar.
El presente no se puede asir, de acuerdo a
la física puede ser tan efímero como un yoctosegundo -equivalente a la
cuatrillonésima parte de un segundo 1x10-24s-,
entre más se avance en su medición queda anulado por el siguiente instante que
ya lo hizo pasado y que podría ser tan infinitamente pequeño como ceros a la
derecha quepan en un espacio. Por lo tanto es posible que el presente que un
humano perciba sea sólo el pasado y nunca se alcance el presente, mucho menos
el futuro real, cuando éste último llegue y la persona se percate de él, ya no
será futuro puesto que ya pasó -lógico- y lo único que puede ser es pasado,
exactamente igual que lo que le
sucede al burro amarrándole la zanahoria desde su cabeza o el perro que
persigue su propia cola, en ambos casos nunca alcanzan su objetivo. Las nueve
mil ciento noventa y dos millones seiscientos treinta y un mil setecientos
setenta vibraciones del isótopo 133 del átomo de Cesio para hacer el “tic” (un
segundo) y otras tantas iguales para hacer el “tac” (otro segundo) en los relojes
atómicos, no son suficientes, no es cosa de precisión.
El tiempo, demostrado científicamente, no
es absoluto. Una manera de entender que realmente vivimos siempre en el pasado
es la siguiente: cuando se observa la salida del Sol jamás podrá ser vista en
tiempo real, esto es, en el momento presente ¿por qué? porque esa luz que
genera el Sol tarda alrededor de 8 minutos en alcanzar la Tierra, para cuando
una persona la ve ya pasó un lapso, en otras palabras, observamos la luz del
Sol en su pasado -siempre- y no nos conviene acercarnos, tampoco alejarnos. Lo
mismo sucede con todos los cuerpos de luz del universo -que la emitan o que la
reflejen- que es posible observar, la estrella más cercana a la Tierra -después
del Sol- se conoce como la estrella binaria Alfa Centauri que está a unos 4.3
años luz, lo que quiere decir que vemos lo que esta estrella era hace un poco
más de 4 años, podemos ver su pasado pero nunca nos acercaremos a su presente,
son tan inmensas las distancias estelares que aún siendo la constante de
velocidad de la luz tan fantástica nunca, nunca podremos acercarla al presente,
a menos que los humanos lleguen algún día a tal evolución y no se achicharren
en el intento, quizá en una muy diferente vía.
¿Se observa el juego de la mente con el llamado
presente? La mente humana siempre es lineal, el tiempo bajo esta concepción es
también lineal, no podría ser de otra manera si viene de la mente. Un humano
bastante adelantado y que se conoció como Krishnamurti decía -anotado en los
libros que circulan de él- que la mente de los humanos no es otra cosa que
memoria, programas del pasado que se van insertando en los depósitos biológicos
del cerebro y que se van recirculando en el mismo lugar, dado que estos
contenidos se van acumulando -la forma en como la memoria se llena- esto sólo
puede hacerse a través del tiempo lineal por lo que esta memoria es en esencia,
tiempo. Tiempo y memoria son lo mismo, uno no existe sin la otra. Es por eso
que en el juego de la vida lo que un humano percibe es esa linealidad, la
sucesión de los cambios que va observando y que llama tiempo. Por ello, todos
los que abogan y hacen suyo el “vive el presente” no saben qué es lo que están
diciendo y simplemente dicen lo que escuchan decir a los demás, al fin, fieles
humanoides repetidores. En el fondo ni siquiera saben qué es vivir en el
presente, lo ignoran pero lo recomiendan, costumbre local de esta especie.
El presente no es capturar el momento, ya
vimos que físicamente no es posible, más bien vivir y sentir ese huidizo estado
se refiere a anular la mente, es la única manera de saltar la barrera de la
magnitud del tiempo, invención mental del ego. La No Mente es el estado
singular para estar en ese lugar en donde el tiempo no existe y donde realmente
se puede vivir el aquí y ahora sin mediciones hacia atrás o hacia adelante, ni
abajo o arriba, el verdadero presente, como indica su nombre, es el estar y ser
ahí mismo. La única manera
conocida de llegar a esta separación de la ego-mente de la no-mente, es la que
conozco y que los humanos llaman generalmente meditación, no es sentarse en la
posición del loto e intentar no pensar en nada, cosa imposible para una mente
del género humano, la meditación sucede cuando la atención es completa y el
silencio es total, muchos humanos -aunque no todos- han tenido alguna vez esta
experiencia fortuita aunque no lo sepan, son fragmentos de su vida que ni
siquiera pueden explicar, hay otros, poquísimos, que conscientemente ingresan a
ese estado y lo saben, reconocibles por su grandeza interna que los prejuicios
humanos confunden para los demás pero no para todos.
Krishnamurti lo dice muy claramente:
“Siempre estamos mirando o sintiendo con una parte de los sentidos. Uno escucha
alguna música, pero jamás la escucha realmente. Jamás estamos atentos a nada
con la totalidad de nuestros sentidos. Cuando uno mira una montaña, debido a su
majestuosidad, los sentidos de uno operan totalmente y, por ello, uno se olvida
de sí mismo. Cuando uno mira el movimiento del mar, o el cielo con la luna
naciente, cuando uno está íntegramente atento con la totalidad de sus sentidos,
esa es la atención completa en que no hay un centro. Lo cual implica que la
atención es el silencio total del cerebro, en el que ya no hay parloteo sino
una completa quietud, un silencio absoluto de la mente y el cerebro. El
silencio de la meditación es la operación de la totalidad del cerebro con todos
los sentidos activos. Es la libertad lo que da origen al silencio total de la
mente. Es solo una mente semejante, una mente-cerebro de esta naturaleza, la
que está completamente silenciosa y quieta, no con la quietud generada por el
esfuerzo, por la determinación, por el deseo, por el motivo. Esta quietud es la
libertad propia del orden, del orden que es virtud, que es probidad en la conducta.
Únicamente en ese silencio existe aquello que es innominable e intemporal. Eso
es la meditación” y es ahí en donde el advenedizo presente existe, el único
lugar en donde el tiempo se detiene.
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