Sin agua
Donde las cucarachas se suicidan
De nuevo ¡no!, ¡¿pero qué les pasa a estas sobrevivientes del mundo?! La encontré ahí, flotando, inerte, otra más que muerde el polvo, en este caso el agua. Ahí, en uno de los recipientes para almacenar agua que en estos tiempos de escasez del líquido proliferan por lavanderías, duchas y sanitarios de todos los hogares, claro, si tienes un tinaco o una cisterna la llevas mejor, al menos ya tienes un depósito grande, puedes resistir un poco más, pero llegará un día en que se vaciarán, para ese entonces ya nadie estaremos aquí, digo aquí, en donde no haya agua. Siempre me he preguntado como es que estos bichos internacionales, las cucarachas, deciden morir en lugares abiertos y a veces bastante iluminados si son su sitios más odiados o en cubetas conteniendo agua, la del trapeador, por ejemplo o la almacenada para los trastes o el sanitario, como es común ahora.
Una cubeta llena de agua es una enorme piscina para una cucaracha, un peligro inminente para cualquiera de estos insectos, pero también, y como se observa, un poderoso atrayente para ellas. A nosotros nos pasa lo mismo, no necesitamos drogas –¿o sí?– salvo para casos particulares, sin embargo, la promesa de proveernos de experiencias placenteras al consumirlas, al menos por corto tiempo, es quizá la misma propuesta de un charco de agua para una cucaracha. Quizá intentan evadir su también patética vida, como diríamos, una vida de perro, aunque no es seguro quién la pase mejor, el perro o la cucaracha, lo que sí, es que los perros son bienvenidos por los humanos y las cucarachas no tienen mucha suerte; muy probablemente por sus asquerosos, nauseabundos y sucios sitios que habitan. Bueno, los perros son bastante sucios también, son animales de covacha, como los lobos o los coyotes, y ahí en la cueva hacen de todo, sí, de todo. No comparemos a un mamífero cuadrúpedo con una insecto, hay que observar la evolución, aunque la cucaracha tiene más, mucho más tiempo en la Tierra, que los perros, y que los humanos.

¿Seré un apologista de las cucarachas? Para nada, traigo el gen de repugnancia natural del género humano contra estos bichos, igual contra las serpientes y las arañas. Es algo que está ahí, nos viene de fábrica, quién sabe que difíciles experiencias pasaron nuestros ancestros con estos bichos. Luego vino la tradición que exponía que cada creación, por asquerosa y fétida que nos parezca, viene de la misma fuente: de la propia naturaleza y por lo tanto del creador. Si el creador diseñó a estas especies, debe de haber una poderosa justificación, de algo han de servir, es lo mismo que pasa con los políticos del mundo, principalmente los de este país, no sabemos por qué están ahí, necesitamos la distancia del tiempo para entender –o no, porque la posibilidad de nunca saberlo está servida– por qué existen, para qué sirven, cuál es su propósito. Solo el creador lo sabe…porque, ¿sí lo sabe, no?
Es muy posible que esta escasez de agua en la ciudad y el estado nos trastorne un poco, digo mejor, bastante. A las cucarachas quizá les venga muy sin embargo, igual a los pajarillos –otros animalitos sucios de la naturaleza–. Pero, ¿por qué falta el agua?, nos explican que la sequía es la culpable, como si esto fuera nuevo; estamos en una zona propensa a estos eventos, habitamos una zona en su mayoría semiárida, en los años 80’s hubo cortes de agua importantes en la ciudad, solo había agua en el grifo unas cuantas horas al día. En esa época ya vivía en Monterrey. La crisis no era tan dramática como la de hoy en día, el programa de recorte implementado por los responsables de la potabilización y distribución del agua hace unos meses, en donde dividieron a Monterrey –zona metropolitana– en zonas, proponía quitar un día de abasto de agua, un día para cada zona hasta cubrir todas las zonas y luego reiniciar. A mi zona le tocaba no contar con agua en casa los días viernes. Esto nunca se cumplió, los viernes no había ni una gota en la tubería de casa, pero tampoco la había en otros días además del día señalado por el programa. Luego desecharon este programa y mantuvieron, por corto tiempo, el servicio –con mínima presión– unas cuantas horas por la mañana –de las 4:00am a las 10:00am–, éste último duró poco tiempo y no fue todos los días. Hoy, que se sepa, no hay programa, los últimos quince días han dejado un día con servicio de agua y tres o cuatro sin ella, eso pasa en mi colonia y quizá soy de los privilegiados, quizá por la férrea pelea del alcalde del municipio que se quita la camisa por su gente. La cuestión es que no sabemos cuando tendremos agua, cuándo habrá y cuando no; es una serendipia para cada uno de nosotros, así que estamos sujetos al arbitrio de algunos entes del gobierno, diría que de varios, y cuando un problema se politiza, cuidado.
Hay lugares en la ciudad y sus alrededores que no han tenido agua en sus grifos en semanas, se han implementado servicios emergentes de distribución de agua en camiones cisterna –llamados pipas– para hacer llegar un poco de agua a estas personas, no sin ocasionarles ciertos sacrificios en el traslado de esa agua a sus casas o las largas filas que, hasta en la madrugada, han tenido que hacer las gentes de estas colonias, nada fácil. Es sabido que las obras que “no se ven” son eludidas por el ego de los políticos en cargos con poder para llevar a cabo obras y servicios para la comunidad. Hablamos de drenaje profundo, reparación y mantenimiento de calles y avenidas, obras pluviales y sí, obras para asegurar el agua para la población en donde se considere su crecimiento, como es el caso de Monterrey. Por supuesto que los cambios en las condiciones climáticas han sido obvias, sobre todo para los que han estado aquí durante mucho tiempo en la región, se sienten los inviernos o mejor dicho, no se sienten, ahora son como otoños prolongados, lo que no está mal, pero no es lo que solía ser. Las sequías se alargan, llegará un punto en el que será permanente y quitaremos lo semi de semiárido. Sí, el cambio del clima se nota.
La larga sequía no es la única “culpable” de no contar con agua potable suficiente para la población de Monterrey, la planificación no ejercida en encontrar las soluciones para mantener un flujo de agua entubada suficiente para sus habitantes ha tenido también su cuota de responsabilidad. El crecimiento de la ciudad igual ha incidido en este problema, pero este también es un factor que cualquier planificador que se digne de serlo tiene que tomar en cuenta para sus predicciones. Es como cuando llega a llover copiosamente en la ciudad –una o dos veces al año, con suerte en estos tiempos–, se forman ríos y lagunas en las calles y avenidas, en algunos pasos a desnivel se acumula agua con varios metros de profundidad. Lo curioso es que estas acumulaciones siempre son en los mismos lugares. Provocan accidentes y daños a personas y automóviles, son etapas de enojo de la población contra la costumbre de desdeñar el mantenimiento y arreglo de esas áreas, son de las clásicas obras que “no se ven”. El agua se evapora en unos días y la situación cae en el olvido –hasta la nueva lluvia anual–, entonces ¿por qué asignar recursos para reparar las evidentes malas obras si se evidencian en muy, muy pocas ocasiones? Hay que cuidar el presupuesto y asfaltar –con asfalto de la menor calidad pero pagado como de primera, el moche es mayor– para luego volver a asfaltar muy pronto, y de nuevo, y de nuevo, el ciclo ganador, el sueño de muchos políticos y miembros del gobierno.
¿Y las cucarachas?, ahí están, ahí estarán, ahí seguirán; tan asquerosas como siempre, tan ufanas como es usual al mover sus antenitas; harán lo que han hecho siempre, ¿y qué demonios hacen?, solo ellas lo saben. Continuarán apareciendo flotando en las cubetas y tinas con agua; boca arriba en el piso de la cocina; tiesas en los rincones de las habitaciones. Trapear con Fabuloso ayuda al exterminio, pero muy poco. Esas horribles cucarachas serán los testigos, como especie, de lo que una vez fue la pujante ciudad de la cerveza, el concreto, el futból, el acero, la chirigüillez, la fresedad, y los acentos golpeados y orgullosos, a veces mal entendidos, de los que unas vez fueron los regios, y los adoptados de San Luis, de Veracruz, de Chiapas, de Oaxaca. Cuando el destino alcance a esta región, solo veremos, como en el árido viejo oeste, cruzar a las barrillas el horizonte de una tierra yerma, sin alma, sin agua, sin vida humana.
fonbòs
Martes 26 de julio de 2022
Escobedo, NL