Del amor inocente a la barbarie en un puente colgante, casi al mismo tiempo
1era. Parte/Amor en el aire
Este puente colgante que, huelga decir, no conocía, tuvo dos historias sucesivas impredecibles: la primera de amor y la segunda de violencia. Eventos que ni en mis mejores momentos de lucidez habría podido prever.
Iba por una calle principal del pueblo, llegué a una esquina, volteé la mirada a mi derecha con dirección al río y descubro (para mi, claro, no quiero parecer Colón y la europeizante soberbia egocéntrica) un puente que cruza el río Pilón, ese que viene de Rayones, y quizá más allá, bajando de la sierra Madre Oriental. No es cualquier puente, no señor, ¡es un puente colgante hermoso! Nadie me había contado de él, no sabía siquiera que existiera, pero ahí está, con las señales del tiempo y del medio ambiente reflejadas en su piel, pero erguido, orgulloso, desafiando la extensión del río que cruza.
Como es usual, la cámara estaba en mi mano derecha, como un automatismo interno empecé a buscarle el ángulo a la escena, las mejores facetas de ese puente con dos ejes verticales en ambos extremos de los que penden cuerdas de acero que sostienen el corredor de tablones de madera para los peatones, bella estructura, como el de San Francisco con sus debidas proporciones, no tan grande como el californiano.
La primera fotografía que acompaña a lo narrado, es en blanco y negro, una chica con algo entre las manos viene caminando por el puente hacia donde yo estaba. Hice la foto pensando en que la imagen humana ayudaría a dimensionar el tamaño de la estructura.
Ya en mi computadora, cuando estaba “revelando” la foto, es cuando me di cuenta que la chica sonreía a la cámara, por la distancia no vi esa sonrisa cuando hacía la foto. Bueno, eso de que sonreía a la cámara (o a mi), atando cabos posteriormente, no era así. Exactamente atrás de mi venía un chico con un regalo en las manos también, igual sonreía. Al estar editando y reencuadrando la foto fue que caí en la cuenta que esa sonrisa era mutua, de ambos, esa alegría por encontrarse en la mitad del puente se les notaba a leguas. La chica no sonreía a la cámara, le sonreía a él y al aroma nervioso del amor.
Cuando finalmente se encontraron, que fue exactamente en el punto en el que yo estaba parado, me sentí un tanto como intruso, sentí que opacaba el suceso así que de inmediato me hice a un lado y seguí caminando en la dirección por la que iba sobre el puente. Los chicos eran jovencísimos. Tuve el privilegio de estar presente en una escena de amor inocente y real en donde podría haber arruinado ese intercambio de regalos, pero el amor siempre triunfa, cuando el sentimiento es verdadero.
2da. Parte/Una educación deficiente fomenta el odio y la embriaguez del alma.
…seguí caminando y haciendo fotos por el puente colgante con una media sonrisa al observar la escena de amor juvenil de la que recién había sido testigo directo, a su vez me hizo recordar aquellas juventudes mías en las que era mas inocente que ahora, mucho más inocente, uno se va maleando conforme a los fregadazos recibidos.
Cuando me di cuenta ya iba aproximadamente a la mitad del puente, notaba que algunos tablones habían sido substituidos, los nuevos no estaban pintados con el gastado bermejo de los viejos, el puente había tenido su manita de felino reciente. Con un ligero bamboleo conducía mi andar disfrutando de ese movimiento suave, no necesitaba cogerme del barandal, de pronto, una fuerte tracalera, disparos inequívocamente al parecer de muy cerca: track, track, track, track, track; luego otros que sonaban diferente con otro ritmo: trock…trock…trock, no sé si contestando a los balazos iniciales o rematando al mismo o mismos por los que iban. Luego algunos más, no más de unos minutos y siguió el silencio. Autos a gran velocidad, que después supe por una vecina del pueblo, que al parecer eran de los soldados que se dirigían a toda prisa hacia donde venían los disparos. Imágenes vistas luego en la Internet se observan varias troconas (pick up) con gente armada con fusiles y vestida con camuflaje y cascos en las cajas de las trocas, no tenían la homogeneidad del uniforme policial o militar, por lo que no parecían ser ni policías ni militares sino otras entidades (?).
Cuando te encuentras con esta situación (una balacera) en la calle lo primero que haces es tirarte al piso, mientras son peras o son manzanas lo que haces es intentar protegerte o proteger a los tuyos, no sabes de dónde vienen los disparos, los escuchas cerca pero no ves a los tiradores, a la mitad de un puente colgante, meciéndote suavemente de un lado al otro, no tienes muchas opciones. ¿Te tiras al piso?, ¿serviría de algo? Me parece que el mayor temor es a lo que se llama balas perdidas, y sí, se viene la posibilidad de la muerte o a quedar lisiado o algo así, tan de súbito que no determinas qué pensar, no puedes evitarlo, todo es tan rápido, todo se te viene en cascada, un tropel imparable. La otra que te llega al cerebro es: ¡Chin, estos mensos me están confundiendo! ¡Seguro que con mi sombrerito de ranchero creen que soy el bato que buscan ejecutarse! ¡Ya valió! ¡Puras elucubraciones de sueños húmedos (por el sudor) y el ego!
Después del sobresalto inicial y recobrando la sensatez, sigo mi camino y finalmente alcanzo la salida del puente a la que iba. Unas damas de una de las primeras casas de ese lado permanecían expectantes, al preguntar me dicen que hacía tiempo que no pasaba esto. Me detuve ahí por un rato, luego regresé y crucé el puente por donde había venido. Llegué a la plaza principal de Terán y caminé unas tres cuadras más hacia donde había dejado estacionado al Mil Batallas (mi carro). Paré en Montemorelos para hacer unas cuantas fotografías más y comer algo, hecho esto seguí hacia Monterrey. Fue en este trayecto de la carretera nacional, al ir escuchando las noticias, que me enteré que toda la zona citrícola, desde Linares hacía el norte (en este caso hacia a Monterrey), ha estado en conflicto y ha habido varios enfrentamientos armados entre grupos de delincuentes y fuerzas policiales; mencionaron también a Rayones, preciosa zona de nogales, está dentro de la zona de los conflictos.
Atrás, cuando regresaba de Terán a Montemorelos, vi pasar a tres ambulancias echas la mocha, igual al menos a dos convoyes de policías/soldados todos se dirigían a Terán, no sé si hubo muertos pero heridos, obviamente. Hace años que en México vivimos en una guerra soterrada que todos los políticos niegan (como era de esperarse), quizá podría ser algo así como una semiguerra, seguida de una creciente delincuencia: secuestros, cobros de piso, asesinatos cobardes dirigidos, apropiación de mercados de productos, lavado de dinero, etc., etc. Existen intereses muy poderosos, intereses económicos y políticos los cuales sólo imaginamos. Nos queda esperar nunca estar en fuego cruzado, ni ser susceptibles a ser víctimas o ser parte del daño colateral de esta semiguerra. Cuidémonos, en lo que cabe.
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Sucesos del viernes 13 de septiembre de 2024
Montemorelos, Terán, NL
Monterrey, NL
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