sábado, 24 de agosto de 2013

Carta de Myriam a su tía Sagrario



24 de agosto del 2008

Querida tía Sagrario:

Gracias por el regalo, me llegó un día antes de mi cumple y me gustó mucho, está divino, tú sí sabes lo que me interesa y conoces mis gustos. Ahora que ya he cumplido los 20 me siento muy bien, toda una dama ¿no?

¿Sabes? Te extraño un montón, ojalá puedas venir para Navidad, quiero verte y conversar contigo, yo sé que por teléfono o por el chat lo hacemos pero no es lo mismo.

Aquí en casa todo sigue igual, mis hermanos están insoportables y a veces hacen estupideces para llamar la atención, como la última: amarrar por las patas al Morgan a la tubería de la lavadora, sí tía, ahí en el cuarto de lavado, además le pusieron el bozal así que los ladridos eran apenas unos gemidos lastimeros, lo bueno fue que lo pude escuchar entre sueños y como a las tres de la mañana armé un escándalo. Mi mamá apareció, seguida de Adrián y de Octavio con esa cara de inocentes y de no saber qué pasaba ¡Imbéciles! ¡Qué ocurrentes! Mi mamá al enterarse del asunto los castigó, como siempre, minimizando la acción y casi disfrutando de su tontería. Lo extraño es que papá no acudió al escándalo, le pregunté a mi mamá si dormía o en dónde estaba y me dijo que de viaje de trabajo, más extraño aún, papá jamás se va de viaje sin despedirse de mi.

Después de esto no podía dormir, lo vine haciendo ya casi cuando estaba amaneciendo, me di cuenta porque escuché que llegó papá, oí su voz, muy lejana pero era él. Me dormí profundamente. Lo bueno fue que el día siguiente era sábado y pude dormir hasta muy tarde.

Hace unos días tuve un enfrentamiento con Maru, la muy cretina me llamó puta barata, así como lo oyes, sólo porque ando al mismo tiempo con dos de los mejores partidos de la escuela, lo que sucede es que Maru está celosísima porque le gusta uno de ellos y como no le hace caso, ni modo, es una falsa y ahí la ves tía, todos los domingos en la iglesia comulgando siempre y con su carita de niña buena pero escucha lo que te cuento: hace un par de semanas, todavía de vacaciones, el grupo de chicas que conoces -ya sabes: Maru, Vicky, Karla y yo-,  fuimos a pasar unos días a Cancún, por fin nos dejaron ir a las cuatro solas; Maru fue la más loca, digo, no es que nosotras no nos divirtiéramos pero ella se pasó, se acostó con un tipo diferente cada día, sin falta, y uno de esos días se metió con dos hombres, unos gringos enormes llenos de tatuajes, la verdad bastante atractivos y cueros; no la vi sino hasta el día siguiente, muy entrada la mañana, traía una cara tía, quién sabe que se fumaría o metería, entonces me pregunto ¿quién es la puta barata? No me he encontrado con ella recientemente salvo en la escuela, seguimos en contacto aunque no igual que antes.

No sé qué hacer tía, me gusta Eduardo pero también me gusta Humberto, cada uno tiene lo suyo. Tengo un pacto con cada uno, en la universidad no nos encontramos, si acaso y nos vemos nos saludamos como amigos y ya, les dije que mi papá me tenía prohibido tener novio por el momento y que me tenía que dedicar a los estudios, podía tener amigos e ir a reuniones pero nada más, entonces oficialmente no tengo novio y eso me facilita las cosas, ¿estoy aprendiendo, no? Además lo hombres siempre serán eso, hombres y ya sabemos con qué piensan ellos -ya estoy hablando como tú-. Me la paso bien tía, en general.

Tengo que confesártelo, tuve un agarrón con mamá y ya sabes. No puede entender que yo ya crecí y que tengo mis cosas, me salió con eso de que si me estaba acostando con alguien, que si me cuidaba y tal, ¿Pero que se cree?, cuando inicié mi período nunca estuvo ahí, bueno sí estuvo pero no para ayudarme sino para contarme estupideces técnicas del cuerpo y que los desechos naturales y quién sabe qué cosas de la luna y que no me espantara y en fin, niñerías. Y eso fue casi un año después de que iniciara la menstruación, pero bueno, mi madre siempre ha estado ocupada en sus asuntos. Tú estuviste conmigo tía y me lo hiciste entender de una manera maravillosa ¿te acuerdas?

Pues mi mamá continuaba cuestionándome y me salió con que se había enterado que andaba con dos hombres a la vez, que cómo era posible que anduviera en esos asuntos, una muchacha como yo, que qué iban a decir las amistades, la familia, que no era correcto, que la decencia y todo lo demás y bla, bla, bla…llegó un momento en que ya no pude más, y reventé tía, la miré fijamente a los ojos y le dije: mamá, ¿Y tu novio de la capital? Ese que ves cuando vas de viaje en tus asuntos con la oficina y que a veces él también viene aquí ¿Crees que no lo saben todas esas personas de las que me hablas? ¿Crees que sigue siendo un secreto? Mamá, tienes con él ya más de 4 años o quizá más ¿Piensas que no lo sabía? ¿Quieres que te diga en dónde se encuentran y cuándo? Y sin embargo sigues aquí, en esta casa, con mi papá, que tampoco es un santo ¿Por qué siguen aquí? ¿Por nosotros, tus hijos? ¿Por esas “amistades” y “familia? ¿Por lo que digan? ¿Vas a mentir de nuevo y decir que no es cierto? ¿En qué mundo vives mamá? ¿Cómo te atreves a decirme que no haga lo que tú sí haces? Yo lo admito completamente, es verdad, ando con los dos ¿Tienes algo más qué decirme?

Qué te digo tía que tú no sepas. Mi mamá se quedó muda, con sus ojos llorosos me sostenía la mirada, se retiró a la puerta sin dejar de observarme con cierto asombro, comprendió que lo que me dijera no valía y que yo ya había salido del mundo de la familia feliz del que no hay retorno y de donde el ingenuo termina siendo uno mismo. En cierta forma me dio algo de lástima.
  
  ¡Ay tía! Todo se sabe o se llega a saber, tengo tantas cosas que contarte. Ahora también sé de qué se tratan esas salidas repentinas de mi papá, cada quién consiguiendo lo que no tiene en casa ¿No es eso vivir en un engaño permanente? ¿Un mundo de mentiras? Qué asco. Te prometo que pronto voy a decidir con quién me quedo, con Eduardo o con Humberto o quizá con ninguno, la verdad y aunque ambos son bien parecidos y de familias importantes no dejan de ser algo aburridos cuando la diversión se termina, como que no saben qué hacer cuando no tienen qué hacer ¿Si me entiendes?, ya no sé qué pensar.

Tía Sagrario, te envío mi cariño y muchos besos, te quiero mucho…

Myriam

viernes, 23 de agosto de 2013

Breve historia de amor


    Se enamoraron casi al mismo tiempo, quizá a Jacinto le tomó un par de semanas más, en su tercer encuentro ya estaba decidido, vivirían juntos y unirían sus vidas.
    Guadalupe se afanaba en casa, cocinaba deliciosamente, desde muy temprano en su vida se la pasaba junto a su madre a quien le tenía un gran cariño y devoción. Con sus hermanas la relación siempre fue cordial e íntima, se sabían todos los secretos y devaneos adolescentes, se intercambiaban la ropa y las confidencias.
    Jacinto, de padre despótico y tirano y de madre ausente y sumergida en los rezos, no tuvo hermanos –de los que él se enterara-, varonil y apuesto, el odio por su padre fue naturalmente fomentado, se las apañó como pudo para irse de casa de inmediato terminó sus estudios profesionales, jamás volvió a saber de sus padres.
    Guadalupe no podía tener hijos, pensaban tener uno tarde o temprano, tema de la adopción que ya se habían planteado.
    Jacinto terminó de desayunarse, medio vaso de leche deslactosada, dos huevos tibios de dos minutos y medio y una pieza de pan de caja untado con mantequilla.
    Ya por salir, despidiéndose, Jacinto le dio un apasionado beso a Guadalupe; en ese intercambio de calor y fluidos ambos recrearon, por un instante, las recientes escenas de amor matinal, muy temprano, después del sonido de las campanillas del despertador de Mickey Mouse a un lado de la cama, qué dicha, esperarían que durara por siempre.
    Al cerrar la puerta, Guadalupe se quedó pensando en lo de ayer, cuando fue al súpermercado y en el estacionamiento, desde el otro extremo, alguien en un auto en marcha le gritó por su hipocorístico, el de la infancia y parte de su adolescencia, quizá un conocido del barrio en donde creció, nombre que ya había olvidado y que por cierto, odiaba. El sonido retumbaba en su cerebro: ¡Lupillooo!

miércoles, 7 de agosto de 2013

Nepotismo

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Tendemos a pensar que el favorecer a amigos o parientes por aquellas personas en posiciones de poder o de influencia, en mayor o menor grado, y para obtener beneficios económicos y de otra índole se da sólo en los ambientes políticos (incluyendo los partidos) y de la burocracia gobernante, esto es, en el ámbito del erario público. Pero no es así a pesar de que el concepto lo recoja de esa manera el DRAE.

Quizá el caso más claro sea la sucesión de las antiguas  monarquías, en donde la siguiente generación estaba determinada por la herencia de sangre y el vínculo familiar sin importar las reales capacidades para dirigir el reino o como ha sucedido en este país, en donde círculos muy definidos son los que acceden a las cotas de poder público, nepotismo en escala mayor o los avances de la revolución para una familia más extendida.

Este favoritismo se extiende a la vida empresarial en todas sus variantes, ¿y quién será capaz de cuidar en mejor forma los intereses de un grupo si no es el hijo, hermano, sobrino e inclusive el yerno del patrón-dueño? Aquí nacen los llamados cacicazgos y que no son privativos de una región o área, grupos industriales y empresas, pequeñas y grandes de toda clase se han conformado así. Es una forma de preservar los esfuerzos de los iniciadores del negocio, es la continuación del patrimonio que se ha generado y su posible expansión aunque también va implícito el grado de responsabilidad sobre todas aquellas personas que dependen de esa empresa y que ahí trabajan y del impacto de la zona en que opera. A veces, esos continuadores no son los más aptos para ya no expander sino mantener el ritmo y el negocio sano. He aquí el nepotismo que se vuelve en contra, en sí, el favorecer a miembros directos de la familia no es bueno o malo, el problema se refleja cuando sólo ese factor es el que se toma en cuenta y los méritos o capacidades de la persona favorecida son sesgados por la relación cercana y por el hecho de ser “familia”.

El nepotismo en la esfera privada, llámese empresarial de posiciones estratégicas y de dirección, es visto hasta cierta forma “natural”, como el legado que se traspasa justamente entre sus dirigentes, generalmente familia directa. Pero en un mundo donde el capitalismo, puro, impuro y compuesto, se nos antoja muy cercano, las implicaciones de estos traspasos de posiciones “favorecidos” no sólo implican capitales propios con sus dueños plena y justamente identificados, pensemos generados con honradez, sino que adherido a ellos se encuentra el organismo que vive junto a otros organismos y que configura una serie de interacciones que hace que todo encaje y se mueva, la empresa, sin importar su tamaño o alcance. ¿Podrán los escogidos por sólo esta vía  genética con el reto?  o ¿será que incorporar a un desconocido pero con cualidades y experiencia probadas en las decisiones y manejo brinde una solución más inteligente? ¿no son las monarquías parlamentarias contemporáneas con sus primeros ministros modelos de ello?

Como sea, las acciones de nepotismo por el lado “privado” no tienen la misma percepción que en los terrenos políticos y públicos, que viven de lo que el gobierno recauda en impuestos y servicios o en otras palabras, de los dineros de los ciudadanos. El peso del “amiguismo” y “compadrismo”, parientes cercanos del nepotismo como tal, está incrustado culturalmente en la vida nacional de una manera grosera y poco ética, todos aquellos que se lavan las manos y que fuera de este círculo intentan dar una cara de empresa privada no son sino cómplices de esta espiral de dinero fácil y de contactos de conveniencia, porque los contratos no se ganan por mérito o por los conocimientos y habilidad para desarrollar el proyecto o la obra, ni por los precios razonables en el mercado o por la probada capacidad en la profesión, los montajes de los llamados concursos son una careta para cubrir decisiones muchas veces ya tomada tras bambalinas, de manera política, para favorecer a un grupo en detrimento de otro, intentando quedar bien con Dios y con el Diablo a un mismo tiempo, pero olvidándose del objetivo fundamental que es el beneficio del ciudadano común o de la empresa pública. De esta manera, el gobierno entrega y la ciudadanía recibe, obras “para salir del paso”, en muchas ocasiones encarecidas con precios fuera de mercado, en otras con materiales que no cumplen con las normas mínimas de uso y duración o lo que es peor, defectuosos o de calidad muy inferior a lo requerido. La cuenta se “engorda” de maneras variadas para la repartición entre los participantes, al final de cuentas aquello que tiene un valor de mercado justo de $5.00 se cobra (y se paga de común acuerdo) a $8.00, el diferencial es la “comisión”, para unos y para otros, ¿y quién paga la obra y las “comisiones”? Pero hay, como el cuento árabe, mil y una maneras de hacerse de beneficios monetarios y ordeñar el presupuesto, la astucia, esa cualidad sobrevalorada en este país, lo hace posible. ¿Y quién está a un lado para hacer “el negocio”? ¿En quién puedo confiar para que sea mi cómplice? Y ahí está mi compadre, mi hermano, mi sobrino, mi cuate de correrías, mi cónyuge, mi prima, etc., etc. Los aspectos públicos y privados se entrelazan, uno no funciona sin el otro, la corrupción no tiene un bando particular, el problema es que del lado público, el dinero envuelto se maneja como propio, indiscriminadamente, y si no existe, de hecho, una justa distribución de la riqueza en este país, estos acopios (¿robos?) hechos en todos los niveles de gobierno (hablamos de muchos y unos muy gordos), lo ahondan aún más, así, no hay presupuesto que aguante.    

Y esto tiene que ver con valores hace tiempo minimizados y vistos como algo del pasado, elementos que se piensa no tienen cabida en este mundo actual basado en la capacidad del valor de intercambio de todo lo que nos rodea, incluyendo al individuo, esto es, a nosotros mismos. La rectitud en el obrar, la ética profesional, la honradez y la dignidad son sustituidas por sus contrapartes y la simulación, la construcción de imágenes falsas pero atractivas en los medios es cosa común. La realidad es distorsionada y se enmascara. En un artículo muy interesante de Javier Marías publicado el 14 de Julio del 2013 en “El País Semanal”, titulado: “La excelencia de la purria”, aborda el tema de estos valores que en varios personajes públicos de su país están totalmente ausentes, nos ilustra el nepotismo descarado y rampante en sus acciones, por ejemplo, Marías comenta: “Desde los tiempos del hermano de Alfonso Guerra hasta hoy, la tendencia de nuestros políticos ha sido la opuesta: colocan a sus cónyuges, a sus vástagos y a la parentela al completo. Privatizan empresas públicas y se las entregan a sus compañeros de colegio, cuando no a sí mismos mediante la “puerta giratoria”: quien fue consejero de Sanidad y privatizó hospitales pasa, al cabo de un ridículo lapso de tiempo que la ley exige, a tener un importante cargo en la empresa que los explota ahora. Sólo siete años después de ser nadie en política, la mujer de Aznar ya fue alcaldesa de Madrid (no elegida como tal por los votantes). Un tal Baltar, cacique gallego, ha colocado a decenas de personas con las que tenía parentesco o amistad y ha dejado de delfín a su hijo, como Pujol casi al suyo. La familia de Carlos Fabra lleva generaciones repartiéndose o pasándose cargos, no es raro que su hija Andrea les gritara “¡Que se jodan!” a los parados, en el mismísimo Parlamento. Y así hasta la náusea.”  Sólo basta cambiar los nombres y tenemos el mismo proceder de este lado, en México, la escasa o nula integridad de las gentes en posiciones de poder es común, por lo que se puede observar. Igual pasa en otros países, bastaría recordar el no muy lejano caso de nepotismo ilustrado de los Bush visible en todos los rincones del orbe u otro con consecuencias e historia muy diferentes, el de los Kennedy. Qué decir de la Roma antigua, primero república y luego imperio y en ambas gestiones una escuela de nepotismo más que evidente.

Alguien escribió alguna vez algo como esto: “los bandoleros y criminales de hoy son los hombres probos e importantes de mañana”, hablando de la creación de grandes fortunas y que como premisa y ya más del dominio público se dice: “detrás de una gran fortuna hay un crimen”. Esto por supuesto parece dicho por alguien que no ha hecho fortuna y a modo quizá de venganza lance estas diatribas pero no deja de tener cierta verdad en la vida real y cuando profundizamos en eventos históricos, en fuentes comprobables y fiables, notamos que sí existen hombres (o mujeres) que han amasado gran riqueza en muy corto tiempo, tan sólo en nuestro país los hay que en 3 o 6 años lo han hecho. Lo más interesante es observar a su familia directa y a su familia política, que se enriquecen de forma exorbitante igualmente.  Y el presupuesto sigue sin alcanzar.

El nepotismo, como práctica común en México, nos provee en la gran mayoría de los casos, de grandes problemas, entre ellos y de manera pronunciada: ineficiencia y pérdidas significativas de los recursos del país de por sí, escasos. No tiene ningún mérito llegar a una posición de poder por el simple hecho de ser el hijo, la esposa, el cuñado, la suegra o cualquier grado de relación familiar o íntima (una amante, por ejemplo), que esa persona tenga con la que tome la decisión de colocarla ahí.  Y si dado el caso, la persona, familiar o compadre, resultase efectivamente apta para el puesto o para la asignación del contrato o el otorgamiento del recurso, siempre quedará la duda y en definitiva, el sesgo de parcialidad se hará patente en cualquier juicio  o decisión a tomar, sólo porque existe y ahí está. Algo muy común también en las llamadas empresas familiares en el sector privado.

A gran escala el nepotismo también lo podemos encontrar en aquellos puestos de trabajo  o plazas “heredables” en varias empresas del gobierno en donde se transmite de padre a hijo ad infinitum. Casos más comunes y visibles lo han sido: plazas de maestros federales, Secretaría de Educación Pública, SEP; Petróleos Mexicanos, Pemex; Comisión Federal de Electricidad, CFE; Telmex lo fue en su tiempo de paraestatal antes de ser vendida al Sr. Slim; Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS. Aquí lo más importante no es la aptitud o la vocación por el trabajo a realizar sino la filiación o parentesco con su antecesor, esto es en las posiciones sindicales. Para un mexicano que no tenga nexos con estas empresas le es muy difícil o quizá imposible conseguir un empleo ahí.

La tendencia a apoyar a nuestro pariente teniendo la forma de hacerlo y en nuestro propio entorno de trabajo (como jefe de él), es tentadora, cierto que en muchas ocasiones las acciones encaminadas a ello no son pensando en sacar alguna ventaja personal, es una forma natural, ¿quién no desea ayudar a quien estima? La cuestión aquí es observar si el apoyo que le ofrecemos va de acuerdo a sus capacidades y talento ¿sus méritos lo avalan? ¿dará como se dice, el ancho? Y aún con todo esto no olvidar que en cualquier caso nunca podremos ser lo suficientemente objetivos, es nuestra familia, esto aplica principalmente para el entorno de la burocracia, en donde las personas en los puestos de decisión, cambian con regularidad, ahí vemos los casos más connotados de nepotismo.

He aquí un caso que Javier Marías nos cuenta en el mismo artículo mencionado arriba y que retrata de forma directa esa parcialidad que una relación directa familiar o íntima trae consigo, como sucede inevitablemente en los casos de nepotismo: “Hace poco vi cómo tres periodistas opinaban, en la televisión pública, sobre la política de becas del Ministro Wert, calificada por casi todo el mundo de injusta, discriminatoria y clasista. Una de esas periodistas era su actual pareja o cónyuge o lo que sea. Para mi sorpresa –sí, aún me sorprendo por estas cosas–, no se retiró de la mesa, ni se excusó de hacer su comentario (favorable al Ministro, claro está); que yo sepa (no vi todo el programa), ni siquiera advirtió a los espectadores de que su visión del asunto podía estar comprensiblemente sesgada. No: con entero ­desahogo habló de “críticas demagógicas” y de “aversión al mérito y a la excelencia” (cito de memoria). A los políticos del PP y periodistas afines se les llena la boca con esta última palabra. No se miran. No ven lo mediocres e ineptos que son la mayoría, ni su falta de mérito para desempeñar sus cargos. Ni su corrupción de nepotismo y amiguismo. No ven que en demasiados de ellos la palabra “excelencia” suena a chiste cruel.”  

Aquí lo importante es tratar de permanecer íntegros e intentar nunca juzgar a priori
¿Qué haría en una situación así sabiendo los problemas que son inherentes al nepotismo?
¿Actuaría de la misma forma o me apegaría a mis principios?

“with a little help from my friends ”.



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