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Tendemos a
pensar que el favorecer a amigos o parientes por aquellas personas en
posiciones de poder o de influencia, en mayor o menor grado, y para obtener
beneficios económicos y de otra índole se da sólo en los ambientes políticos (incluyendo
los partidos) y de la burocracia gobernante, esto es, en el ámbito del erario
público. Pero no es así a pesar de que el concepto lo recoja de esa manera el
DRAE.
Quizá el caso
más claro sea la sucesión de las antiguas
monarquías, en donde la siguiente generación estaba determinada por la
herencia de sangre y el vínculo familiar sin importar las reales capacidades
para dirigir el reino o como ha sucedido en este país, en donde círculos muy
definidos son los que acceden a las cotas de poder público, nepotismo en escala
mayor o los avances de la revolución para una familia más extendida.
Este favoritismo
se extiende a la vida empresarial en todas sus variantes, ¿y quién será capaz
de cuidar en mejor forma los intereses de un grupo si no es el hijo, hermano,
sobrino e inclusive el yerno del patrón-dueño? Aquí nacen los llamados
cacicazgos y que no son privativos de una región o área, grupos industriales y
empresas, pequeñas y grandes de toda clase se han conformado así. Es una forma
de preservar los esfuerzos de los iniciadores del negocio, es la continuación
del patrimonio que se ha generado y su posible expansión aunque también va
implícito el grado de responsabilidad sobre todas aquellas personas que
dependen de esa empresa y que ahí trabajan y del impacto de la zona en que
opera. A veces, esos continuadores no son los más aptos para ya no expander
sino mantener el ritmo y el negocio sano. He aquí el nepotismo que se vuelve en
contra, en sí, el favorecer a miembros directos de la familia no es bueno o
malo, el problema se refleja cuando sólo ese factor es el que se toma en cuenta
y los méritos o capacidades de la persona favorecida son sesgados por la
relación cercana y por el hecho de ser “familia”.
El nepotismo
en la esfera privada, llámese empresarial de posiciones estratégicas y de
dirección, es visto hasta cierta forma “natural”, como el legado que se
traspasa justamente entre sus dirigentes, generalmente familia directa. Pero en
un mundo donde el capitalismo, puro, impuro y compuesto, se nos antoja muy cercano,
las implicaciones de estos traspasos de posiciones “favorecidos” no sólo
implican capitales propios con sus dueños plena y justamente identificados,
pensemos generados con honradez, sino que adherido a ellos se encuentra el
organismo que vive junto a otros organismos y que configura una serie de
interacciones que hace que todo encaje y se mueva, la empresa, sin importar su
tamaño o alcance. ¿Podrán los escogidos por sólo esta vía genética con el reto? o ¿será que incorporar a un desconocido
pero con cualidades y experiencia probadas en las decisiones y manejo brinde
una solución más inteligente? ¿no son las monarquías parlamentarias
contemporáneas con sus primeros ministros modelos de ello?
Como sea, las
acciones de nepotismo por el lado “privado” no tienen la misma percepción que
en los terrenos políticos y públicos, que viven de lo que el gobierno recauda
en impuestos y servicios o en otras palabras, de los dineros de los ciudadanos.
El peso del “amiguismo” y “compadrismo”, parientes cercanos del nepotismo como
tal, está incrustado culturalmente en la vida nacional de una manera grosera y
poco ética, todos aquellos que se lavan las manos y que fuera de este círculo
intentan dar una cara de empresa privada no son sino cómplices de esta espiral
de dinero fácil y de contactos de conveniencia, porque los contratos no se
ganan por mérito o por los conocimientos y habilidad para desarrollar el
proyecto o la obra, ni por los precios razonables en el mercado o por la
probada capacidad en la profesión, los montajes de los llamados concursos son
una careta para cubrir decisiones muchas veces ya tomada tras bambalinas, de
manera política, para favorecer a un grupo en detrimento de otro, intentando quedar
bien con Dios y con el Diablo a un mismo tiempo, pero olvidándose del objetivo
fundamental que es el beneficio del ciudadano común o de la empresa pública. De
esta manera, el gobierno entrega y la ciudadanía recibe, obras “para salir del
paso”, en muchas ocasiones encarecidas con precios fuera de mercado, en otras
con materiales que no cumplen con las normas mínimas de uso y duración o lo que
es peor, defectuosos o de calidad muy inferior a lo requerido. La cuenta se
“engorda” de maneras variadas para la repartición entre los participantes, al
final de cuentas aquello que tiene un valor de mercado justo de $5.00 se cobra
(y se paga de común acuerdo) a $8.00, el diferencial es la “comisión”, para
unos y para otros, ¿y quién paga la obra y las “comisiones”? Pero hay, como el
cuento árabe, mil y una maneras de hacerse de beneficios monetarios y ordeñar
el presupuesto, la astucia, esa cualidad sobrevalorada en este país, lo hace
posible. ¿Y quién está a un lado para hacer “el negocio”? ¿En quién puedo
confiar para que sea mi cómplice? Y ahí está mi compadre, mi hermano, mi
sobrino, mi cuate de correrías, mi cónyuge, mi prima, etc., etc. Los aspectos
públicos y privados se entrelazan, uno no funciona sin el otro, la corrupción
no tiene un bando particular, el problema es que del lado público, el dinero
envuelto se maneja como propio, indiscriminadamente, y si no existe, de hecho,
una justa distribución de la riqueza en este país, estos acopios (¿robos?)
hechos en todos los niveles de gobierno (hablamos de muchos y unos muy gordos),
lo ahondan aún más, así, no hay presupuesto que aguante.
Y esto tiene
que ver con valores hace tiempo minimizados y vistos como algo del pasado,
elementos que se piensa no tienen cabida en este mundo actual basado en la
capacidad del valor de intercambio de todo lo que nos rodea, incluyendo al
individuo, esto es, a nosotros mismos. La rectitud en el obrar, la ética
profesional, la honradez y la dignidad son sustituidas por sus contrapartes y
la simulación, la construcción de imágenes falsas pero atractivas en los medios
es cosa común. La realidad es distorsionada y se enmascara. En un artículo muy
interesante de Javier Marías publicado el 14 de Julio del 2013 en “El País
Semanal”, titulado: “La excelencia de la purria”, aborda el tema de estos
valores que en varios personajes públicos de su país están totalmente ausentes,
nos ilustra el nepotismo descarado y rampante en sus acciones, por ejemplo,
Marías comenta: “Desde los tiempos del
hermano de Alfonso Guerra hasta hoy, la tendencia de nuestros políticos ha sido
la opuesta: colocan a sus cónyuges, a sus vástagos y a la parentela al
completo. Privatizan empresas públicas y se las entregan a sus compañeros de
colegio, cuando no a sí mismos mediante la “puerta giratoria”: quien fue
consejero de Sanidad y privatizó hospitales pasa, al cabo de un ridículo lapso
de tiempo que la ley exige, a tener un importante cargo en la empresa que los
explota ahora. Sólo siete años después de ser nadie en política, la mujer de
Aznar ya fue alcaldesa de Madrid (no elegida como tal por los votantes). Un tal
Baltar, cacique gallego, ha colocado a decenas de personas con las que tenía
parentesco o amistad y ha dejado de delfín a su hijo, como Pujol casi al suyo.
La familia de Carlos Fabra lleva generaciones repartiéndose o pasándose cargos,
no es raro que su hija Andrea les gritara “¡Que se jodan!” a los parados, en el
mismísimo Parlamento. Y así hasta la náusea.” Sólo basta cambiar los nombres y tenemos el mismo proceder de
este lado, en México, la escasa o nula integridad de las gentes en posiciones
de poder es común, por lo que se puede observar. Igual pasa en otros países,
bastaría recordar el no muy lejano caso de nepotismo ilustrado de los Bush
visible en todos los rincones del orbe u otro con consecuencias e historia muy
diferentes, el de los Kennedy. Qué decir de la Roma antigua, primero república
y luego imperio y en ambas gestiones una escuela de nepotismo más que evidente.
Alguien
escribió alguna vez algo como esto: “los
bandoleros y criminales de hoy son los hombres probos e importantes de mañana”,
hablando de la creación de grandes fortunas y que como premisa y ya más del
dominio público se dice: “detrás de una
gran fortuna hay un crimen”. Esto por supuesto parece dicho por alguien que
no ha hecho fortuna y a modo quizá de venganza lance estas diatribas pero no
deja de tener cierta verdad en la vida real y cuando profundizamos en eventos
históricos, en fuentes comprobables y fiables, notamos que sí existen hombres (o
mujeres) que han amasado gran riqueza en muy corto tiempo, tan sólo en nuestro
país los hay que en 3 o 6 años lo han hecho. Lo más interesante es observar a
su familia directa y a su familia política, que se enriquecen de forma
exorbitante igualmente. Y el
presupuesto sigue sin alcanzar.
El nepotismo,
como práctica común en México, nos provee en la gran mayoría de los casos, de
grandes problemas, entre ellos y de manera pronunciada: ineficiencia y pérdidas
significativas de los recursos del país de por sí, escasos. No tiene ningún
mérito llegar a una posición de poder por el simple hecho de ser el hijo, la
esposa, el cuñado, la suegra o cualquier grado de relación familiar o íntima
(una amante, por ejemplo), que esa persona tenga con la que tome la decisión de
colocarla ahí. Y si dado el caso,
la persona, familiar o compadre, resultase efectivamente apta para el puesto o
para la asignación del contrato o el otorgamiento del recurso, siempre quedará
la duda y en definitiva, el sesgo de parcialidad se hará patente en cualquier
juicio o decisión a tomar, sólo
porque existe y ahí está. Algo muy común también en las llamadas empresas
familiares en el sector privado.
A gran escala el
nepotismo también lo podemos encontrar en aquellos puestos de trabajo o plazas “heredables” en varias
empresas del gobierno en donde se transmite de padre a hijo ad infinitum. Casos más comunes y
visibles lo han sido: plazas de maestros federales, Secretaría de Educación
Pública, SEP; Petróleos Mexicanos, Pemex; Comisión Federal de Electricidad,
CFE; Telmex lo fue en su tiempo de paraestatal antes de ser vendida al Sr. Slim;
Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS. Aquí lo más importante no es la
aptitud o la vocación por el trabajo a realizar sino la filiación o parentesco con
su antecesor, esto es en las posiciones sindicales. Para un mexicano que no
tenga nexos con estas empresas le es muy difícil o quizá imposible conseguir un
empleo ahí.
La tendencia a
apoyar a nuestro pariente teniendo la forma de hacerlo y en nuestro propio
entorno de trabajo (como jefe de él), es tentadora, cierto que en muchas
ocasiones las acciones encaminadas a ello no son pensando en sacar alguna
ventaja personal, es una forma natural, ¿quién no desea ayudar a quien estima?
La cuestión aquí es observar si el apoyo que le ofrecemos va de acuerdo a sus
capacidades y talento ¿sus méritos lo avalan? ¿dará como se dice, el ancho? Y
aún con todo esto no olvidar que en cualquier caso nunca podremos ser lo
suficientemente objetivos, es nuestra familia, esto aplica principalmente para
el entorno de la burocracia, en donde las personas en los puestos de decisión,
cambian con regularidad, ahí vemos los casos más connotados de nepotismo.
He aquí un
caso que Javier Marías nos cuenta en el mismo artículo mencionado arriba y que retrata
de forma directa esa parcialidad que una relación directa familiar o íntima trae
consigo, como sucede inevitablemente en los casos de nepotismo: “Hace poco vi cómo tres periodistas
opinaban, en la televisión pública, sobre la política de becas del Ministro
Wert, calificada por casi todo el mundo de injusta, discriminatoria y clasista.
Una de esas periodistas era su actual pareja o cónyuge o lo que sea. Para mi
sorpresa –sí, aún me sorprendo por estas cosas–, no se retiró de la mesa, ni se
excusó de hacer su comentario (favorable al Ministro, claro está); que yo sepa
(no vi todo el programa), ni siquiera advirtió a los espectadores de que su
visión del asunto podía estar comprensiblemente sesgada. No: con entero desahogo
habló de “críticas demagógicas” y de “aversión al mérito y a la excelencia”
(cito de memoria). A los políticos del PP y periodistas afines se les llena la
boca con esta última palabra. No se miran. No ven lo mediocres e ineptos que
son la mayoría, ni su falta de mérito para desempeñar sus cargos. Ni su
corrupción de nepotismo y amiguismo. No ven que en demasiados de ellos la
palabra “excelencia” suena a chiste cruel.”
Aquí lo importante es tratar de
permanecer íntegros e intentar nunca juzgar a
priori
¿Qué haría en una situación así
sabiendo los problemas que son inherentes al nepotismo?
¿Actuaría de la misma forma o me
apegaría a mis principios?
“with a little help from my friends ”.
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