Ayer, sintonizaba la radio de FM pasando por todas las estaciones, me quedaba unos momentos en una para luego pasar a la siguiente. Ya era de noche y los cortos comerciales eran menos frecuentes, así que, podía encontrar más transmisiones de música o de entretenimiento. No lo hago muy a menudo, ni siquiera en el automóvil, me refiero a esto de escuchar la radio, mi mayor tiempo para estos casos de esparcimiento o distracción (en casa), lo ocupan otros asuntos, por ejemplo, aquellos que tienen que ver con la computadora o el Internet pero hoy, mi laptop estaba trabajando intensamente en el procesamiento de un corto de video y esto requería los recursos completos de su “Intel core duo” y ni hablar, por varias horas no la podía utilizar para otras tareas. Así que fue algo así como una pequeña exploración en el mar de esas ondas que no vemos pero que flotan a nuestro alrededor todo el tiempo.
El encuentro con la radio, cuando sucede, es excitante, la calidad de la señal actual de FM es maravillosa, el prístino sonido estéreo permite identificar y disfrutar todos los instrumentos claramente, las voz, muchas veces disfrazada por la tecnología y efectos especiales, se aprecia nítida, cercana e íntima; claro, dependiendo de quien cante; el efecto de la escucha fina es mejorado substancialmente si utilizas audífonos “cerrados”, otro nivel.
Aunque la mesa esté servida con sus mejores manteles y cubiertos, la forma de sentarse a ella y de cómo comer y llevar la tertulia, es transparentemente destacada y aquí la naturaleza del comensal se expone de una manera infalible. Lo explico de otro modo, una cosa es contar con los mejores instrumentos y tecnología y otra es lo que se irradia al espacio, qué llevan las ondas hertzianas, en suma, qué se programa, qué se transmite, qué canciones se ponen, qué se dice y cómo se dice, para el caso práctico: el vestido, frecuentemente embustero, no hace al mono, sólo lo disfraza.
Y cuando empiezas a definir o desentrañar lo que se dice en las canciones en la radio, independientemente de la interpretación o estilo de la música, bueno, observas que el abandono está por doquier y que las mujeres son regularmente malvadas, mentirosas y mala leche, además de que la letra contiene frases gastadas, manipuladoras, de víctima inocente. Por ejemplo y baste esta exigua selección al azar, la que más o menos se recoge en estos sentidos (que no palabras exactas): “si me dejas y te vas con otro (que por cierto, nunca será lo bueno que soy yo) me convertiré en un borracho de cantina” (el borracho de cantina me parece que es diferente, algo ha de haber en grado, seguro son diferentes, de mayor categoría a los borrachos de casa o a los de estadio de futból); “estoy enamorado de la otra, la otra que eres tú cuando estás de buenas, si estás de malas y me recriminas que ando de coscolino (cosa impensable), no, porque quién sabe quién eres” (o en otras palabras, me gustas pero siempre y cuando seas como yo pienso que eres); “prefiero odiarte que seguir atado a tu amor” (¿y odiándote, me desato? ¿de cuándo a acá?); “tú rompiste mi vida con una espina, una mentira” (con una mentira toda tu vida, al traste, sin remedio); “nadie te amará como lo hago yo” (¿cómo lo sabe?, esto es de lo más arrogante aparte de gastadísimo); “Bye bye mi amor, que te vaya bien y que no sufras -sin mi-” (además del “spanglish” y el desdén indefectiblemente falso, un ego de aquellos); “y ahora ¿a quién le voy a regalar mi amor? ojalá no te hagas daño al olvidar mi piel” (más amenazas y claramente vengativo con Dios mediante); “bendigo tu abandono porque al final de todo, vas a llorar por mi” (igual que el anterior, vengativo con Dios mediante más diáfano). “Mira gaviota, te fuiste y me dejaste pero si te encuentro te voy a cortar las alas para que ya no puedas volar” (crueldad y ganas de sojuzgar, conmigo o con nadie); “te fuiste y no sé por qué, yo sé que me querías y me adorabas” (¿enton’s? suposición pura); “cuando vuelvas, por favor, no vayas a llorar sobre mi tumba” (iluso hasta después de la muerte, qué afán).
Estas frases me hicieron recordar algunas contestaciones del lado femenino, ya que es fácil notar que las pasadas sentencias contienen obvios reclamos masculinos de cuando no hay correspondencia en la amada y sí engaños y trastadas, entre estas respuestas y quizá una de las más directas hacia los malos y pérfidos hombres, tenemos una bastante explícita y que dice: “rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho”, lo que ilustra que cuando algunas damas se enojan son más contundentes y van directo: “Alimaña, culebra ponzoñosa, deshecho de la vida, te odio y te desprecio”; qué le haría el individuo en cuestión a esta dama herida para denostarlo de este modo, me pregunto.
Alguien ha dicho que un pueblo se conoce por la televisión que ve, hablando de los programas que se transmiten por onda libre, de paga o de cable; pero también por lo que escucha en la radio; por lo que consume de lectura (si lo hace); por como habla; por lo que le interesa; por lo que dice y llega a escribir, por ejemplo en Internet (son comunes las atrocidades ortográficas y sintácticas), en las redes sociales (como facebook) u opiniones escritas en distintos foros. Duelen los ojos, decía hace tiempo la señora Coty al ver alguna aberración ortográfica escrita en las calles. El balance general es bastante triste, el deterioro de los modos y de la lengua, entiéndase español, es evidente, y si como dicen los ilustrados que con el idioma pensamos, qué ideas, qué razonamientos, qué coherencia pueden resultar de este empobrecimiento general, desde arriba hasta abajo, desde la clase A+ hasta la D -si hablásemos en términos socioeconómicos-, incluyendo a todos los “very important people” o vip como se suele mal llamarlos -en el caso de popularidades-, la ignorancia no respeta al pobre, medianero o rico y como ejemplos, los tenemos abundantemente.
Y esto, se transmite en las canciones que escuchamos, igual en la locución de la radio y la televisiva, en las entrevistas, en quien habla en los medios, en quien escribe en la prensa, llegando a convertirse en la forma usual y estándar, que a fuerza de repetición, llegamos a considerar como correcta. La tendencia se masifica y sucede lo que universalmente se manifiesta, unos pocos piensan por unos muchos (cientos por millones), se anulan los posibles brotes de iluminación y tendremos que esperar, como en la historia ya ha sucedido, que llegue otro renacimiento que generalice mejores cotas de desempeño y de creatividad aunque por lo pronto, no se vea nada clara ni cercana esta posibilidad.
Afortunadamente siempre hay un grano prieto en el arroz, o varios. A pesar de la multitud ensimismada y distraída en su avatar diario y muchos otros, medio conscientes, sentados en su cómodo sillón de privilegios y que no desean transgredir ni un sólo milímetro, nos encontraremos con esos granos prietos que adicionan su verdadero talento e ideas propias a este caldo cultural, sazonándolo con invenciones que sorprendan por su belleza y calidad humanas de verdad, aunque sean escasas, son las que nos permiten tener esperanzas en la detención del degradado ambiente en el que hoy vivimos.
Ya lo dijeron los sabios antes de la era cristiana y luego recogido en la Biblia: “...ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan para destrozaros”, una muy exacta metáfora (idea trasminada a una parte de la sociedad) que explicaría el por qué lo que se transmite, lo que se publica, el discurso que se expande, la noticia que se difunde, son todo lo contrario a la composición de las perlas o a cualquier piedra preciosa que se le asemeje, para qué demostrar que la tierra es redonda cuando todo mundo sabe que no es así. ¿Se nos ha olvidado? ¿tan pronto? Al pueblo le damos lo que le gusta, si el pueblo quiere canciones de amores abyectos, despechos y dependencias psicológicas, ahí van; si el pueblo quiere telenovelas y tenga lo que no tuvo ni tendrá (porque todo es ilusión), se las damos; si quiere programas de chismes y escarnio público, se los damos, faltaba más, es más fácil verlo en los demás que en la vida propia (patético); si quiere princesas, pues ahí están, aunque sean fabricadas; todo para que olvide y se distraiga y por supuesto, el rating sea alto, al final es lo que importa.
Concluyo que quien tenga oídos que oiga la radio, quien tenga, además de oídos, razonamiento y un poco de sentido crítico, que la escuche; si además tiene ojos, puede que vea la tv, si quiere hacerlo mejor, que la observe; si alguien decide seguir en estado de letargo, pues muy su amodorrado gusto, cada quien como le venga en gana, que para eso somos libres (esto último es un supuesto o más certero, un espejismo, dado lo que se observa).
El encuentro con la radio, cuando sucede, es excitante, la calidad de la señal actual de FM es maravillosa, el prístino sonido estéreo permite identificar y disfrutar todos los instrumentos claramente, las voz, muchas veces disfrazada por la tecnología y efectos especiales, se aprecia nítida, cercana e íntima; claro, dependiendo de quien cante; el efecto de la escucha fina es mejorado substancialmente si utilizas audífonos “cerrados”, otro nivel.
Aunque la mesa esté servida con sus mejores manteles y cubiertos, la forma de sentarse a ella y de cómo comer y llevar la tertulia, es transparentemente destacada y aquí la naturaleza del comensal se expone de una manera infalible. Lo explico de otro modo, una cosa es contar con los mejores instrumentos y tecnología y otra es lo que se irradia al espacio, qué llevan las ondas hertzianas, en suma, qué se programa, qué se transmite, qué canciones se ponen, qué se dice y cómo se dice, para el caso práctico: el vestido, frecuentemente embustero, no hace al mono, sólo lo disfraza.
Y cuando empiezas a definir o desentrañar lo que se dice en las canciones en la radio, independientemente de la interpretación o estilo de la música, bueno, observas que el abandono está por doquier y que las mujeres son regularmente malvadas, mentirosas y mala leche, además de que la letra contiene frases gastadas, manipuladoras, de víctima inocente. Por ejemplo y baste esta exigua selección al azar, la que más o menos se recoge en estos sentidos (que no palabras exactas): “si me dejas y te vas con otro (que por cierto, nunca será lo bueno que soy yo) me convertiré en un borracho de cantina” (el borracho de cantina me parece que es diferente, algo ha de haber en grado, seguro son diferentes, de mayor categoría a los borrachos de casa o a los de estadio de futból); “estoy enamorado de la otra, la otra que eres tú cuando estás de buenas, si estás de malas y me recriminas que ando de coscolino (cosa impensable), no, porque quién sabe quién eres” (o en otras palabras, me gustas pero siempre y cuando seas como yo pienso que eres); “prefiero odiarte que seguir atado a tu amor” (¿y odiándote, me desato? ¿de cuándo a acá?); “tú rompiste mi vida con una espina, una mentira” (con una mentira toda tu vida, al traste, sin remedio); “nadie te amará como lo hago yo” (¿cómo lo sabe?, esto es de lo más arrogante aparte de gastadísimo); “Bye bye mi amor, que te vaya bien y que no sufras -sin mi-” (además del “spanglish” y el desdén indefectiblemente falso, un ego de aquellos); “y ahora ¿a quién le voy a regalar mi amor? ojalá no te hagas daño al olvidar mi piel” (más amenazas y claramente vengativo con Dios mediante); “bendigo tu abandono porque al final de todo, vas a llorar por mi” (igual que el anterior, vengativo con Dios mediante más diáfano). “Mira gaviota, te fuiste y me dejaste pero si te encuentro te voy a cortar las alas para que ya no puedas volar” (crueldad y ganas de sojuzgar, conmigo o con nadie); “te fuiste y no sé por qué, yo sé que me querías y me adorabas” (¿enton’s? suposición pura); “cuando vuelvas, por favor, no vayas a llorar sobre mi tumba” (iluso hasta después de la muerte, qué afán).
Estas frases me hicieron recordar algunas contestaciones del lado femenino, ya que es fácil notar que las pasadas sentencias contienen obvios reclamos masculinos de cuando no hay correspondencia en la amada y sí engaños y trastadas, entre estas respuestas y quizá una de las más directas hacia los malos y pérfidos hombres, tenemos una bastante explícita y que dice: “rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho”, lo que ilustra que cuando algunas damas se enojan son más contundentes y van directo: “Alimaña, culebra ponzoñosa, deshecho de la vida, te odio y te desprecio”; qué le haría el individuo en cuestión a esta dama herida para denostarlo de este modo, me pregunto.
Alguien ha dicho que un pueblo se conoce por la televisión que ve, hablando de los programas que se transmiten por onda libre, de paga o de cable; pero también por lo que escucha en la radio; por lo que consume de lectura (si lo hace); por como habla; por lo que le interesa; por lo que dice y llega a escribir, por ejemplo en Internet (son comunes las atrocidades ortográficas y sintácticas), en las redes sociales (como facebook) u opiniones escritas en distintos foros. Duelen los ojos, decía hace tiempo la señora Coty al ver alguna aberración ortográfica escrita en las calles. El balance general es bastante triste, el deterioro de los modos y de la lengua, entiéndase español, es evidente, y si como dicen los ilustrados que con el idioma pensamos, qué ideas, qué razonamientos, qué coherencia pueden resultar de este empobrecimiento general, desde arriba hasta abajo, desde la clase A+ hasta la D -si hablásemos en términos socioeconómicos-, incluyendo a todos los “very important people” o vip como se suele mal llamarlos -en el caso de popularidades-, la ignorancia no respeta al pobre, medianero o rico y como ejemplos, los tenemos abundantemente.
Y esto, se transmite en las canciones que escuchamos, igual en la locución de la radio y la televisiva, en las entrevistas, en quien habla en los medios, en quien escribe en la prensa, llegando a convertirse en la forma usual y estándar, que a fuerza de repetición, llegamos a considerar como correcta. La tendencia se masifica y sucede lo que universalmente se manifiesta, unos pocos piensan por unos muchos (cientos por millones), se anulan los posibles brotes de iluminación y tendremos que esperar, como en la historia ya ha sucedido, que llegue otro renacimiento que generalice mejores cotas de desempeño y de creatividad aunque por lo pronto, no se vea nada clara ni cercana esta posibilidad.
Afortunadamente siempre hay un grano prieto en el arroz, o varios. A pesar de la multitud ensimismada y distraída en su avatar diario y muchos otros, medio conscientes, sentados en su cómodo sillón de privilegios y que no desean transgredir ni un sólo milímetro, nos encontraremos con esos granos prietos que adicionan su verdadero talento e ideas propias a este caldo cultural, sazonándolo con invenciones que sorprendan por su belleza y calidad humanas de verdad, aunque sean escasas, son las que nos permiten tener esperanzas en la detención del degradado ambiente en el que hoy vivimos.
Ya lo dijeron los sabios antes de la era cristiana y luego recogido en la Biblia: “...ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan para destrozaros”, una muy exacta metáfora (idea trasminada a una parte de la sociedad) que explicaría el por qué lo que se transmite, lo que se publica, el discurso que se expande, la noticia que se difunde, son todo lo contrario a la composición de las perlas o a cualquier piedra preciosa que se le asemeje, para qué demostrar que la tierra es redonda cuando todo mundo sabe que no es así. ¿Se nos ha olvidado? ¿tan pronto? Al pueblo le damos lo que le gusta, si el pueblo quiere canciones de amores abyectos, despechos y dependencias psicológicas, ahí van; si el pueblo quiere telenovelas y tenga lo que no tuvo ni tendrá (porque todo es ilusión), se las damos; si quiere programas de chismes y escarnio público, se los damos, faltaba más, es más fácil verlo en los demás que en la vida propia (patético); si quiere princesas, pues ahí están, aunque sean fabricadas; todo para que olvide y se distraiga y por supuesto, el rating sea alto, al final es lo que importa.
Concluyo que quien tenga oídos que oiga la radio, quien tenga, además de oídos, razonamiento y un poco de sentido crítico, que la escuche; si además tiene ojos, puede que vea la tv, si quiere hacerlo mejor, que la observe; si alguien decide seguir en estado de letargo, pues muy su amodorrado gusto, cada quien como le venga en gana, que para eso somos libres (esto último es un supuesto o más certero, un espejismo, dado lo que se observa).
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NOEMI MARTRE DICE: Buenas noches, me haces pensar en esta frase lo que necesitamos es: educación, nutrición e inyectarnos con virus de progreso (anhelo de ser mejores).
ResponderEliminarNOEMI MARTRE DICE: Buenas noches, me haces pensar en esta frase lo que necesitamos es: educación, nutrición e inyectarnos con virus de progreso (anhelo de ser mejores).
ResponderEliminarAlgo hay de eso (mucho diría yo), pero creo que lo más importante es la intención, como pueblo siento que nos hace falta, luego ir desarrollando la pasión, juntos forman un elemento imprescindible para sentirnos vivos. Como parte de nuestra naturaleza lo es la curiosidad, ir más allá de lo que recibimos o percibimos, práctica que con tantos estímulos del medio ambiente actual, se nos ha atrofiado. Gracias por tu comentario Noemi.
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