martes, 3 de agosto de 2010

No digas Sí, di Oui...

A punta de repeticiones y cada vez que sucedía, el inspector ordenaba en tono inflexivo y contundente:
-“Dodó, no digas sí, di oui”.
Dodó le respondía:
-“Sí… quiero decir oui, inspector”.
No tardaba mucho otra pregunta y la siguiente afirmación, de nuevo Dodó respondía:
-“Sí”.
El oui no se estacionaba en la cabeza del sargento y al parecer, nunca se fijó en ella.

Un ejemplo claro de la tozudez de nuestros cerebros que aunque no lo queramos, nos llevan al baile muy frecuentemente, somos –incluyéndome- testarudos, unos más que otros y esa testarudez, créanme, cuesta y la pagamos, en abonos o en un solo pago, de jalón, y ay, en efectivo cómo duele.

Somos un país pobre y un pobre país, aunque pensándolo mejor somos más un pobre país, la cosa es que nunca hemos podido ponernos de acuerdo y cada quien acarrea agua a su molino, el exceso de poder centralizado desde la época anterior a la intromisión española, reforzada por ésta última, se nos ha metido hasta el tuétano, y seguimos apretados los unos y apretando los otros, el ombligo continua regodeándose de ser el centro de la luna, más a punta de control y luego sumisión que de una relación libre, soberana y de verdad federativa.

Este México de las 32 máscaras y un distrito mascaral, toda una comedia basada en la profunda ignorancia de sus habitantes y en el aprovechamiento sistemático de unos cuantos miles de los millones que somos.

Pero la ignorancia no necesariamente se refiere al nivel de conocimientos que cada quien pueda o no tener, no es eso lo más importante, lo significativo es el grado de comprensión de la persona, que un lenguaje elemental puede proveer, un mexicano nacido, criado y desarrollado en este país, reconoce los fundamentos de la cultura y las maneras de desenvolverse aunque por tener sólo este sentido de referencia no pueda explicar su entorno, sin embargo sí tiene los elementos para moverse en este medio, para sobrevivir y adaptarse e irla llevando.

Ya para explicar este engrudo que se llama México, es necesario, además de la necesaria inmersión en él, adquirir una visión mucho más amplia y ahora sí, extender ese conocimiento no sólo a la cultura o a las varias culturas del país sino, como es claro, desarrollar una enorme capacidad de síntesis contrastada con otras sociedades, otras concentraciones humanas para lograr entender, aunque sea en forma general, esta amalgama de mestizos, indígenas, criollos, norteños, sureños, chicanos, cholos y chuntas, que puestos en una batidora no llegan a mezclarse convenientemente, es más, no se tocan.

Desde siempre nos han querido encajar el concepto de un país en el que nos tocó nacer, que la grandeza de los mexicas, mayas, olmecas, toltecas y demás, que mesoamérica, que la colonia, que la independencia, que la reforma, que las intervenciones, que si la mutilación, que la revolución y todos los hechos registrados y que como forma novelada en los programas de la secretaría de educación (o mejor dicho, de entrenamiento), campañas sexenales de “cultura mexicana”, televisoras pusilánimes y netamente orientadas al consumismo rampante, nos aleccionan (¿embrutecen?) por diferentes medios y acciones.

Pero como la verdad siempre se combina con lo que es más conveniente contar, la mentira decora los cuadros que la oficialidad nos pinta, digamos para ajustarse a la novela y hacerla interesante. Así, exaltando un nacionalismo unificado entre varias naciones internas disímbolas y conceptualmente alejadas unas de otras, se intenta formar un país matando las diferencias naturales entre su gente, perdiéndose la oportunidad de enriquecer el conjunto en aras de una totalidad ficticia, parecido pero diferente al mundo multiétnico de los EEUU donde por supuesto, domina un grupo sobre los demás.

Al final, la gente de a pie, se queda con los símbolos espontáneos que en un intento por definir el lugar de procedencia, la población toma como identificadores lo que cree que es, hablando del conjunto social que forma con todos los demás que ve alrededor. Lo que nos creemos: Mariachi, tortilla y maíz, tequila y mezcal (con gusano), sombrero charro, nopal y sin faltar, un pedazo de tela tricolor ¿hay algo más nacional que estos elementos?

Es curioso como se ha llevado a la exaltación a veces exacerbada a los pueblos antiguos de este país, orgullosamente machacado el tema en la escuela, literatura, pintura, discursos políticos (esos no valen mucho, ya lo sabemos), y en general en los medios oficiales (todos los medios de microondas –léase televisión y radio- si no ¿de quién es el espacio aéreo en este país, quién lo controla?), sin embargo, los sobrevivientes de ellos y los que encontramos en diferentes regiones de México (¡vivos y coleando!) y por supuesto, que igual están dentro de la sangre de la mayoría de la población mestiza de la que formamos parte, llegan a ser una carga psicológica que no desearíamos llevar.

Los pueblos indígenas de este país, herederos reales de las culturas antiguas, son los sectores mas pobres de esta nación que se enorgullece de sus ancestros pero no de ellos. Aquí todos somos Quetzalcóatl, aquel mítico hombre barbado que cuentan las historias y que prometió regresar cuando fue expulsado del valle, y regresó.

Una discriminación clara y que nos corroe por dentro es sabernos “indios” pero no de ese país llamado India, sino a los que erróneamente llamamos de esa forma y que somos ahora nosotros mismos y aquellos que ya estaban aquí antes de la llegada de los españoles, dejáramos de ser discriminadores ¿y creíamos que sólo los anglosajones podían hacerlo? ¡pues no! Preguntemos a la gente de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua como los ha tratado la “mexican migra” cuando intentan pasar sin documentos la frontera sur de este país tratando de buscar alguna opción de trabajo y supervivencia, igual que lo hacen millones de mexicanos emigrando hacia los EEUU.

El desarrollo del conjunto, de una real correspondencia a un grupo, no ha funcionado y se ha quedado exactamente a la mitad, el sentimiento que nos queda es que no somos de allá pero tampoco somos de acá, y la perenne búsqueda de identificación continúa sin tenerla remotamente enraizada en nuestra psique. Esto es más notorio en las representaciones deportivas internacionales por equipos en los que México participa o ha participado, el caso más visible lo tenemos en las justas de fútbol.

Teniendo elementos individuales destacados, con técnica y calidad indiscutible, que inclusive juegan en equipos extranjeros exitosamente, difícilmente, jugando con el equipo nacional contra otros países rivales, obtienen resultados consistentes, nótese que no menciono victorias, en un partido se pierde o se gana (hablando del mundial, fuera de él también se puede empatar) y por supuesto todos quieren ganar, aquí hablo de consistencia en el juego, de lo que el equipo transmite en el campo, del conjunto y de lo que éste proyecta.

Cuando el juego es contra un equipo “grande” (Alemania, Brasil, Holanda, Argentina, etc.) mi sobrino, que no sabe mentir (todavía) comenta: “mira tío, los mexicanos parecen ratoncitos”, y sí, eso parecen, por eso digo que en conjunto nos quedamos a la mitad, agachados, achicopalados e inermes, aunque tengamos lo mismo que los otros. ¿No será que hay “moche”? tan acostumbrados estamos a él que no sería así que uno diga, fuera de alcance o de lugar.

Si sí, nos sentiríamos mucho mejor, entonces es que todo cae por su propio peso y bueno, de esta forma encontraríamos una razón posible, no la justifica pero al menos la explica y todo queda, digamos, en familia; si la razón es otra, ¡que monserga!, ahí está complicado. Mejor nos vamos con Samuel Ramos, Octavio Paz y Alan Riding, sus textos: “El perfil del hombre y la cultura en México”; “El laberinto de la soledad” y “Vecinos distantes, un retrato de los mexicanos”; todos ellos, cada uno en su medida y lugar, excelentes trabajos acerca de esta abigarrada nación plagada de subculturas y creencias propias, muchas de ellas diferenciadoras, que es, ni más ni menos, el lugar en el que vivimos.

Tenemos una memoria como pueblo impresionante, todo se nos olvida. Acostumbrados a no resolver o a pasar por alto la reparación de nuestras grietas realmente importantes, vamos deambulando entre una telenovela y la que sigue; entre un campeonato de la liga de fútbol y otro; entre concursos de jóvenes “cantantes” de lo mismo y otro de baile “internacional”, en donde una pareja representa a todo un país pero ese país no sabe de la existencia de tal competición.

Nos burlamos de todo, es quizá una forma de abordar nuestros problemas o de vivir con ellos o de darles el capote. En todos los chistes, cuando competimos con otras nacionalidades, siempre ganamos; los “gringos” son tontos e ingenuos y no funcionan sin un sistema o un libro de instrucciones qué seguir; los gallegos son más tontos aún, van de gilipollez en gilipollez, Venancio y Manolo no salen de una cuando ya están en otra; los argentinos están tan ocupados mirándose al espejo que no se explican como fueron a dar a la Patagonia siendo europeos, si somos tan secillllllitos….

Esto del mexicano “ganón” no es más que claramente un mecanismo de defensa, parte del sentimiento de creernos menos o alienados porque un español, sucio, mugriento, bárbaro, católico, avaricioso, aventurero y lleno de viruelas, nos jodió, más mexicanamente: nos chingó, aprovechando las mismas divisiones que hoy vivimos, pero que ahora los hijos de este violento choque, aprovechan (en camarillas de compadres), a veces como un autoflagelo inconsciente; la venganza de Moctezuma contra sí mismo.

El día (que puede ser hoy) que podamos conciliar nuestras almas y nos aceptemos como un pueblo que llegó al concierto mundial para quedarse, que estemos conscientes que no somos más ni tampoco menos y simplemente practiquemos el ser sin tener que demostrar a nadie lo que somos, que entendamos que la cohesión requiere de todos para avanzar como sociedad, y que formamos algo más grande que sólo nuestra extensión territorial política (artificial, como todas las fronteras), quizá ese día podamos decir oui y otro gallo nos va a cantar a todos.


Octavio lo supo mejor que muchos:

“Si yo mismo incurrí en un libro fue para liberarme de esa enfermedad [...] Un país borracho de sí mismo (en una guerra o una revolución) puede ser un país sano, pletórico de sustancia o en busca de ella. Pero esa obsesión en la paz revela un nacionalismo torcido, que desemboca en la agresión si se es fuerte y en un narcisismo y masoquismo si se es miserable, como ocurre con nosotros. Una inteligencia enamorada de sus particularismos [...] empieza a no ser inteligente. O para decirlo más claramente, temo que para algunos ser mexicano consiste en algo tan exclusivo que nos niega la posibilidad de ser hombres”.
Octavio Paz


Para conocer más acerca del crisol de los pueblos indígenas de México y la amplia variedad de lenguas nativas, visite estas direcciones:

http://es.wikipedia.org/wiki/Pueblos_ind%C3%ADgenas_de_M%C3%A9xico#Pueblos

http://sic.conaculta.gob.mx/index.php?table=grupo_etnico&l=&estado_id=

miércoles, 14 de julio de 2010

El país sin nombre//ensayo

América, que bien podía haberse llamado Colombia (como efectivamente así lo hace un país) o mejor aún Incaria o Mexiria o Mayaria, si se cediera el derecho a los pueblos que la habitaban originalmente (cuando llegaron los europeos), ahora es un nombre confuso que no define a todos los que habitan en esta vasta masa de tierra, incluyendo a sus islas, cuando se hace referencia al origen con el gentilicio continental: americano.

    Quizá haberle dejado el nombre de Abya Yala, que ya tenía por los mayas o el de Cem Anáhuac por los mexicas hubiese sido prudente, pero como la perspectiva venía del Este se optó por dignificar al “descubridor” o mejor dicho, al que se enteró que esta tierra no era lo que los europeos de entonces conocían como “las Indias”.

    Si se acepta que los que aquí viven son todos americanos, haciendo mención a un continente definido y a la gente que lo puebla, tomando en cuenta que geográficamente América incluye desde el norte: las islas Aleutianas y Alaska (al oeste) y Groenlandia (al este) hasta el lejano sur en el Cabo de Hornos en esa Tierra del Fuego que Magallanes, Elcano y compañía alcanzaron a divisar hace algunos siglos, desde otro ángulo, todo está puesto para que se utilice justificadamente este apelativo.

    Pero hay un problema, aunque toda la gente de este continente acepte con todo derecho decirse o llamarse americano, sin ningún adjetivo calificador, el término es ambiguo, inclusive para esta misma gente, excepción hecha para los miembros de un país en particular, aquel que se encuentra geográficamente entre Canadá y México. Esta confusión tuvo su nacimiento en el conjunto de inmigrantes anglosajones de origen británico que se estableció en las costas del océano Atlántico, al norte y que tomaron el nombre del continente entero, América, para incluirlo al nombre de su nuevo asentamiento y proyecto de país, independiente del Reino Unido (UK) de donde provinieron; quizá por falta de creatividad o por exceso de visión o de soberbia o de completo desdén de la existencia de otros pueblos en esta tierra tan extensa, probablemente todo junto. El término de América Latina, nacido tiempo después, para tratar de integrar a todos los demás que quedaron a un lado (que no podían ser sólo “americanos”) y tratar de resolver la identidad de pertenencia a un continente, lo complica aún más ya que los pueblos que ya estaban aquí desde siglos anteriores y que no tenían, ni tienen nada de “latinos”, son excluidos.

    Estos emigrantes de la Gran Bretaña ya no eran de allá, de donde vinieron, pero tampoco eran de acá, adonde llegaron, así que ¿cómo obtiene identidad un pueblo que llega a una nueva tierra y que además quiere desvincularse de su pasado?
Primero y antes de la concepción del país como tal, la nostalgia del origen daba los nombres a los lugares colonizados anteponiéndoles la palabra “new”, como una refrescante acepción: New York; New Hampshire; New Jersey; o por otros recuerdos: Virginia (por Isabel I, “la reina virgen”); las Carolinas, Norte y Sur (por Carlos I). Luego, se adhieren a las ideas liberales del filósofo Jonh Lock, que justo es decirlo, era inglés, y que estas colonias plasman en su ideario revolucionario para justificar la separación de la corona británica, más allá del “apretón” que les estaban dando con los impuestos.

    En la misma declaración de independencia de este incipiente conglomerado, se mencionan como Estados de América, las colonias dejan de serlo y se convierten en estados; la palabra “unidos” aparece como circunstancial en letras pequeñas y minúsculas al inicio en la declaración original, dice: “the thirteen united States of America”; ”los trece Estados unidos de América”, unidos y emancipados por los designios de Dios, de su Dios privado, porque si hubiera sido el de todos se hubieran percatado que en el continente, ya existían otros estados, otras naciones, como también otros pueblos ya lo hacían en el mismo suelo que ellos pisaban. Así de esta forma poco original, el nuevo país, bajo el consenso de unos pocos hombres, adquirió en el papel el nombre de un continente completo.

    Dado el posterior papel protagónico de este país en el mundo y el interés -en el fondo siempre económico- que manifiesta por las demás naciones, el extenso nombre que lleva, muy largo para pronunciarlo y más aún para alguien de lengua inglesa: Estados Unidos de América, entre otras denominaciones y por sus ciudadanos, se suele llamar simplemente América, que no precisamente da el sentido, en este caso, del continente.

    Si una persona es ciudadano de los Estados Unidos de América entonces es americano, pero si es de El Salvador, de México, de Venezuela, de Panamá o de Canadá o de cualquier otro país de este continente, es salvadoreño, mexicano, venezolano, panameño o canadiense pero nunca americano. No es porque a éstos últimos no les corresponda o no tengan derecho a ser identificados así, es mas bien por un sentido de lo que entiende el mundo en la actualidad como “americano”, incluyendo lo que entienden los mismos “americanos” que no nacieron en los Estados Unidos pero sí son de este continente, en este caso: los mexicanos, venezolanos, panameños, canadienses y todos los demás, que en este sentido regional lo son de hecho, por añadidura, por obviedad, pero la realidad es diferente.

    El género humano, tiene la costumbre de identificarse con lo más inmediato, con lo que lo circunscribe, con la cultura que conoce y vive. Quizá tenga qué ver con las tribus o clanes que ya existían en los albores de la constitución de las sociedades, en esas formaciones tempranas. Eso le quedó en alguna región de su cerebro primitivo, quizá por ello, siga estableciendo esos círculos concéntricos que inician con el núcleo básico de mamá-papá-familia, el barrio, la zona, la villa o ciudad, el estado o provincia, el país, el continente, el planeta y lo etcétera que siga. Este legado de sus ancestros le causa pérdida de enfoque y distorsión una vez que tiene la capacidad de expandir un poco su mente, le provoca que olvide hechos fundamentales como el que el aire que respira una persona en Singapur es el mismo que el de un guatemalteco en su tierra, en otras palabras, no acierta en pensar que la casa es la misma, empequeñeciendo su horizonte y enalteciendo su afán de posesión y de identificación con porciones de tierra.

    No hay una persona o grupo de gente que esté tan ávido de identidad como aquel que la proclama con tanto ahínco, haciéndolo en los rincones más remotos, aunque no haya nadie para observarlo. Un ejemplo claro es la bandera del país que se coloca cuando llegas a un lugar al que crees que nadie más ha llegado, ¿quién la ve en la Luna?, sin embargo, ahí está, bueno, eso es lo que se hizo saber. Lo mismo sucede cuando alguien dice con vehemencia y rayando en la exageración algo que dice ser, así, cuando un individuo, independientemente de su sexo, incluye palabras en su vocabulario repetidamente y se proclama: honesto; moral; recto; muy hombre (o muy mujer, muy gay o lo que sea que diga); apegado a la verdad; justo; de buenas costumbres; sincero; franco y otras más, es importante dudarlo de inmediato porque quizá este disfrazando lo opuesto y muchas veces está tan imbuido en la mentira general, que no se da cuenta. Esto es lo mismo que pasa a nivel masa, a nivel “mucha gente”, a nivel país.

    Por ello los reinos, gobiernos, países y conjuntos sociales justifican una identidad, se toman una corriente de pensamiento, una idea, una bandera, que racionalmente transforman y estructuran para después llevar a cabo las acciones más descabelladas, sean positivas o totalmente desastrosas. Descalificado y aberrante es la eliminación (muerte, desaparición, asesinatos flagrantes, aniquilación de vidas) de un pueblo por otro, como los alemanes hicieron con los judíos, gitanos, polacos y otros; como los estadounidenses también lo hicieron con todos los pueblos originales que se encontraron a su paso en los territorios que hoy ocupa este país o más modernamente, con toda la gente civil de las ciudades de Hiroshima y luego Nagasaki, muerta, mutilada o pronta a morir por la terrible radiación recibida. Estos hechos como muchos otros, se han repetido durante la historia de la humanidad, desgraciadamente.

    La identidad a veces se manifiesta como una radicalización de una idea, de una fe o de una idiosincrasia, así lo parece el nacionalismo, regular o desmedido, también la intolerancia hacia el inmigrante, hacia la religión del otro, hacia el tono de su piel o de sus rasgos. Es como un mecanismo de defensa, el que curiosamente se manifiesta sólo por aquellos que ya están asentados en un lugar hacia los que llegan, se olvida que ellos mismos (los asentados) fueron inmigrantes alguna vez. El hombre es un viajero por naturaleza, alguien que migra, siguiendo las huellas prehistóricas y luego la historia de los pueblos, se evidencia, no hay duda; sin embargo, es probable que se sienta amenazado por los “nuevos” y por ello desarrolle mecanismos de protección que luego traduce en una intolerancia desmedida, que se aleja de todo razonamiento y derecho humano.

    Los países y ciudades, adoptan nombres que los singularizan y los destacan de los demás, la historia lo demuestra, a veces toman el del pueblo, grupo o clan fundador y dominante: Francia recuerda a los francos; Germania (Deutschland) a los germanos (alemanes); México a los mexicas; Persia a los persas; la Hélade a los helenos; Egipto a los egipcios; Inglaterra (England) a los anglos.

    Otras veces el nombre tiene diferente acepción y se refiere a un recuerdo, a una particularidad de su geografía, de su fauna o flora, de lo que parece o representa: Ecuador, por esa línea imaginaria que lo atraviesa y que divide en dos al mundo; Canadá, palabra proveniente del iroqués que significa “poblado” “lugar de cabañas” o “asentamiento”; Venezuela, “la pequeña Venezia”, ciudad que a Américo Vespucio le recordó la escena de las casas sobre los palafitos que vio entrando al lago de Maracaibo; Brasil (terra do pau-brasil), por el “pau-brasil”, ese árbol que así llamaron los portugueses por el color rojizo que desprendía al hervirlo en agua y cuyas ramas les parecían brasas; Japón (Nippon-koku), “el país del origen del Sol”; España, por esa vieja palabra fenicia ya latinizada de Hispania, que en alguna de sus acepciones se refiere a “la tierra de los conejos”.

    En general, los nombres se consiguen mas o menos de estas maneras, también puede ser que la ciudad, estado o país lleve el apelativo de un hombre fundador, de uno considerado importante o de un santo, por ejemplo: la ciudad de Pittsburgh, por un primer ministro llamado William Pitt; Cd. Juárez, por el que fue presidente de México, Benito Juárez García; San Pablo (Sâo Paulo) por el santo de los jesuitas que fundaron la ciudad; Alejandría, por Alejandro Magno, el famoso conquistador macedonio; Bizancio por los griegos fundadores (derivado del nombre de un rey: Byzas), rebautizada como Constantinopla por el último emperador real del imperio romano, Constantino I, luego fue llamada Estambul por los turcos, hasta nuestros días.

    Pero cuando alguien llega como inmigrante a una tierra nueva y se desata los lazos con la tierra de la que proviene y con el pueblo de origen, además de adoptar una nueva identidad deseando enterrar su pasado ¿qué nombre se escoge para este nuevo país? ¿qué colores y qué significado tendrá la nueva bandera?

    Quizá los fundadores pensaron dentro de su pragmatismo: “Ya no somos colonos, eso denota un vínculo con el que estableció la colonia, ahora somos estados; somos trece y para hacernos uno necesitamos precisamente unirnos, entonces somos trece estados unidos, pero, eso es muy genérico, en el mundo hay otros estados que están unidos, ¿dónde estamos?, estamos en América, en el norte. Escojamos entonces el nombre de Estados Unidos de América, pero ya hay otros estados en América que también están unidos. Sí pero de todos ellos, ninguno es de habla inglesa, eso es cierto, quizá uno o dos continentales y una o dos islas. Entonces nos llamaremos: United States of America, ¿y cómo nos llamaremos cada uno al hablar de nuestra procedencia? nos llamaremos… “americans”, “we are all americans”.
En ese tiempo no existían los derechos de autor o marcas registradas y aunque el nombre de América ya existía, alguien lo podía tomar para nombrarse de esa forma, como hoy retrospectivamente, se observa.

    Si hoy, se formara en este mismo continente, un país y sus nuevos ciudadanos carecieran de originalidad y adoptaran el nombre de “Estados Unidos de América II”, ¿habría algún problema? la palabra Estados es de uso general y extendido, la palabra Unidos también, América es el nombre del continente y si un país tiene derecho a usarlo, otro lo podría hacer igual, siempre y cuando esté circunscrito dentro del territorio, aunque no se sabe con certeza si esto fuera posible, inclusive si sucediera o mas aún, si se atreviera, porque ahora sí existen los derechos de autor y las marcas registradas, asumiendo que el nombre así lo esté, registrado o tal vez no importe en el caso de países.

    En el fondo, el nombre de Estados Unidos de América es vago, como se ve, a fuerza de imposición, como un programa de mercadotecnia de una marca, se ha establecido en el mundo sin ninguna duda. Sería fatuo negar a qué se refiere cuando alguien lo menciona, ya sea el nombre del país o su gentilicio, es innegable a qué porción de tierra se indica y lo que significa.

    Pero así como Hollywood, los parques temáticos y en general la media, crean ilusiones, de esa forma ese país ha creado una infraestructura para explicarse, para validar su intención de ser. Quizá porque el mundo se inclina en estos tiempos a ver el tener como la cualidad más importante, olvidándose de lo que se es, olvide que la cebolla se pela por capas y al terminar de pelarla sólo encontrará eso, cebolla, diferente si pela una manzana y sigue luego cortando, al final encontrará la semilla, que seria lo real, la substancia, el corazón, lo siguiente, la identidad verdadera, entidad que en su esencia probablemente este nombre no contenga.

    El país más poderoso del planeta no tiene nombre, o tiene uno genérico, pero eso no ha importado ¿O acaso en el fondo sí? Siempre es posible cambiar…
 
 
 
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fonbòs
 

jueves, 24 de junio de 2010

10 minutos...

Me levanté a la segunda campanada, aunque mejor dicho, al segundo estruendo de no sé que estación que tengo sintonizada en mi reloj despertador marca Sony; a las 7:10am, en lugar de las 7:00am, ¡qué moncerga! quizá eso es lo que me cuesta más trabajo. Aunque lo que sí puedo decir es que aparte de irme despabilando poco a poco y no saber durante los primeros minutos en dónde estoy o lo que estoy haciendo en ese lugar, aún y después de haberme dado una ducha, la cosa de saber que realmente son las 6:10am, ya que estamos en el artificial horario de verano, me desbarata la consciencia de inicio pero me doy cuenta que dormí mejor, quizá porque mi cerebro no funciona adecuadamente a esa hora, por la falta de costumbre, o porque realmente lo que necesito son menos horas de sueño que las usuales.

Entre la bruma de mi mente atontada, veo una imagen de una mujer, fresca, lozana, lista para un nuevo día, de pronto no sé que hace ahí, pero la silueta me gusta y me hace sentir diferente, sin saber de cierto cómo es que esta figura, en este estado de tanteos matutino, de reinicio de conexiones cerebrales con el mundo exterior, está ahí. ¿De dónde vino? ¿cómo?, se me aparece de súbito cuando ni siquiera sé porque estoy parado frente a la pared creyendo que es una puerta, o la inconsistencia de notar si es que me estoy despertando o me estoy llendo a dormir. Cuando recién establezco que ha amanecido y que lo que busco es el armario para sacar la ropa que ya preparé por la noche, es cuando percibo que la imagen que se cuela en los torpes enlaces de mi mente, en su vacilante despertar, es la de mi linda, la que sólo hace unas horas veía por la pantalla de la Mac.

Con este conocimiento, entonces confirmo que el amor que siento está apostado en regiones variadas de mi ser y no sólo en mi mente, es posible que por eso se diga: "te amo desde mi corazón", no habiendo, al parecer, un músculo u órgano también mencionable, nunca decimos: "te quiero desde mis pulmones" o "te amo desde mi estómago", ni "te quiero desde mi hígado", o a lo mejor ha faltado el poeta que dignifique a todos los demás componentes del cuerpo para poder decir: "desde la profundidad de mi páncreas, que tanto trabaja para controlar el nivel de azúcar en mi sangre, te amo intensamente" o esta otra: "con la intensidad de la labor bien cumplida de mis intestinos, te quiero, como a mi duodeno, como a mi colon", pero por el momento el corazón parece tener cierta ventaja ¿por costumbre?, es probable.

La conclusión es que yo a ti te amo con todas las partes de mi cuerpo, no sólo desde mi corazón, también por ejemplo, desde mis clavículas izquierda y derecha...además de amarte con aquello que no se ve, no porque lo esconda... por favor no te adelantes, hablo de mi espíritu o de mi alma....

Escucha, te amo a pesar de que seas una maravillosa persona, te amo a pesar de que seas grandiosa, te amo a pesar mio...te amo aunque seas tan linda...

jueves, 29 de abril de 2010

La anulación del criterio

    Aunque mi intención era ponerme al día y obtener mi nuevo documento, no lo logré, eso de acudir ante una instancia del gobierno aún sigue siendo un desafío para el ciudadano común. Quizá porque el cerebro de esa gente operativa no les da mucho, por más que les dije que yo era yo, no me creyeron, a lo mejor el que fue allí no era yo y el que no se dio cuenta de eso fui yo, pero aunque uno esté seguro que es uno, si no puedes comprobarlo con un documento "oficial", quién sabe si realmente uno sea uno, porque quizá uno sea otro, en otras palabras, sin un documento que te acredite que tú eres tú, nadie te cree, como si el documento tuviera vida propia, sentí que me robaron mi yo y el secuestrador de mí fue un documento. 

    Mucho cerebro el que tenemos pero seguimos siendo irracionales, ¿entonces? ¿para qué tantas neuronas?, muchísima gente sería funcional con una sola neurona, sobre todo para trabajar en el gobierno, qué desperdicio.... Me imaginé a los documentos haciendo fila para hacer algún trámite, ellos no tiene que demostrar que son ellos, no tienen problema para identificarse, fueron paridos por la institución, entonces existen, aunque no piensen por sí mismos, no necesitan comprobar que son ellos. 

    En este mundo de confusión y de pensamientos nulificados en donde hasta los inocentes perros ya necesitan psicólogos, aunque quizá ellos no se pregunten quienes son, igual se les requerirá una identificación, no sea que los confundamos o nos confundan, a pesar de que no transpiremos por la lengua.

martes, 13 de abril de 2010

Soneto // Si vieras…o una mente en desvarío…

Si vieras qué hace mi mente loca
entre amanecer de fulgores rojos,
pensar instantes en esos tus ojos
que aquí la desnuda mano mía toca.

Claro que sólo es un fugaz devaneo,
un juego de mis nervios alterados,
veo invierno y los colores pardos:
azul, blanco, nada, es un contoneo.

Y así por la mañana y por la tarde,
alma y corazón hacen pandilla;
locura esta que bien hace alarde.

Siento cosquilleo sube como ardilla,
mi dentro se deshace quema y arde,
demencia de amor ¡por piedad camilla!

Una gota de amor.

Una gota de amor cayó en mi corazón
sólo eso basto para abrir su puerta
como un torrente infinito llegó luego
para fundirse, para mezclarse, para unirse…

Una gota de amor capturó mi alma
con gracia como el rocío en el pétalo, se deslizó
a lo profundo, a lo escondido, a lo más hondo
en donde las ilusiones juegan en libertad.

Pensar, no había
querer, no existía
desear, no llegaba
imaginar, en el sueño profundo tal vez…

Un juego abierto es el destino
tomar lo que nos pertenece
soltar lo que no es nuestro
saber la respuesta si jugamos

Caminar el sendero contigo
caminar el sendero conmigo
caminar juntos pero separados
caminar libres pero unidos

Pensar, no había
querer, no existía
desear, no llegaba
imaginar, en el sueño profundo tal vez…

Así los días vinieron cubiertos
así también se fueron develados
en ese descubrimiento diario
muchas gotas se vertieron

Pero siempre quedó la primera
aquella gota de amor diáfana y ligera
llegó humilde, limpia, lisonjera
se pegó a la pared de la ilusión…

Sin querer, sin pensar, sin desear
como un juego imaginario distante…se hizo cercano, acariciable…

Pensar, no había
querer, no existía
desear, no llegaba
imaginar, en el sueño profundo tal vez…

La elección.

Te elijo porque me dejas respirar
te elijo porque me impulsas
te elijo porque sigues siendo tú y sigo siendo yo
te elijo porque me toleras cuando soy tonto
te elijo porque cuando eres, irradias luz
te elijo porque admiro tu grandeza en las pequeñas cosas
te elijo porque me amas sin esperar a que yo lo haga
te elijo porque te amo sin esperar que tú lo hagas
te elijo porque hay esa conjunción espontánea
te elijo porque me enseñas
te elijo porque aprendemos juntos

sin mi estás completa, sin ti estoy completo
ambos formamos lo más grande
las sombras y las dudas se esfuman
el ambiente es más terso, más abordable, más intenso

Me elijes porque te suelto cuando lo quieres
me elijes porque comprendo tu dentro
me elijes porque respeto tu idea
me elijes porque tengo tu imagen clara
me elijes porque disfrutas nuestras pausas
me elijes porque en mi descansas
me elijes porque reímos juntos
me elijes porque hablamos
me elijes a pesar de mis yerros, a pesar de mis faltas

Sin mi eres tú, sin ti soy yo
conmigo sigues siendo tú, contigo sigo siendo yo
en la concesión necesaria nos fundimos
creamos lo bello, amamos lo creado
y en esa magia la sorpresa nos aguarda…todo el tiempo.

viernes, 2 de abril de 2010

Un perro digno o las aventuras y zozobras de un chihuahua

Esta es la historia de un perro, no de cualquier perro, sino de uno que a veces, no lo parecía.

Como una esfinge, de esa forma estática e inamovible se podía ver en ocasiones: su torso, cuello, patas, orejas, hocico puntiagudo, ojos fijos, cola levantada, atento a la circunstancia. Su porte manifestaba la dignidad de su herencia perruna, no sabemos de dónde le vino esa manera regia de comportarse, tan diminuto en tamaño físico y tan grande en expresión, no era cualquier perro, era el perro de la casa, era un perro muy digno y orgulloso, un perro con actitud de caballero.

Se batía con quien fuera, no importaba el tamaño, al menos al principio, si sus fuerzas eran rebasadas, lo que siempre sucedía, se alejaba y se ponía a resguardo, eso sí, seguía ladrando con bravura desde ese sitio seguro. Mientras mediara una reja, seguía atacando sin piedad, mostrando sus fieros colmillos, gruñendo y en posición de ataque, moviéndose y con la punta de sus orejas alcanzando el cielo, era divertido observarlo, una masa diminuta con patas, menor que cualquier rata común de ciudad, emitiendo sus agudos ladridos, hostigando a quien osara acercarse a sus terrenos, fuera éste invasor de dos o de cuatro patas, bastaba con que fuera desconocido y amenazador para él.

Un perro, perro, lo que se dice perro no era. Tenía cara de perro aunque hay gente que también la tiene, maneras de perro, olfato de perro, patas de perro, lengua de perro, físicamente parecía un perro, al parecer, también tenía cerebro de perro pero como nunca externó sus ideas, así, abiertamente, platicaditas, no lo supimos, pero la duda quedó, tenía esos comportamientos que Desmond Morris comenta más o menos de esta forma: mientras más afinidad presente un espécimen cualquiera con los rasgos físicos o del comportamiento de los humanos, mayor es la identificación y la buena disposición que nos relaciona a él, esto es universal. Y el perro como género, nos ha acompañado desde siempre y se ha convertido en más que un compañero de vida, además de que no compite con nosotros, hablando de supervivencia.

De lo que estuvimos seguros es que no era un gato, aunque por la cantidad de veces que se salvó de la muerte y la curiosidad que sostuvo desde que llegó a este mundo, estos rasgos lo emparentaban con los felinos citadinos, por lo demás, fue generalmente un perro y ¡qué perro!

Un día, se empezó a torcer en los brazos de su dueña, un ataque, pero ¿de qué?, se lo llevaron al veterinario de inmediato. El diagnóstico y la causa de las convulsiones fue falta de azúcar en la sangre, hipoglucemia, ¡vaya usted a imaginarse!, lo bueno es que este cautivador y enérgico chihuahueño podría decirse que era omnívoro, comía casi como un humano; así, se tenía a mano raciones de chocolates u otros dulces (pequeños, para su tamaño y necesidad) sólo para cuando nuestro estimado compañero se veía alicaído o presentaba algún síntoma extraño.

Era un perro valiente, a veces no medía su audacia y eso le costó ganarse unos buenos sustos, él y sus dueñas pasaron varios, hasta que un día tuvo el último, como le suele acontecer a los intrépidos, pero eso viene después. Le gustaba salirse de casa y “marcar” cuanto árbol y poste se encontraba, no sabemos de qué tamaño tenía su vejiga, dedujimos que proporcionalmente no debía ser muy grande, sin embargo, le alcanzaba siempre para todas sus acometidas marcadoras, era increíble.

Su primer descalabro serio fue precisamente cuando su cabeza se encontró con una “calabaza” (como se le llama a la transmisión trasera exactamente en medio de las ruedas y debajo de algunos automóviles), como era su costumbre, aprovechando un descuido se salió de casa y se enfrentó en la calle a un vehículo motorizado, pasó por encima del bravo sin problema pero la “calabaza” le asestó un porrazo en la testa; es por demás decir que quedó tirado en el pavimento, inconsciente, claro que el primer pensamiento fue ¡ya se murió! Afortunadamente vivió para contarlo, bueno, para ladrarlo, algunas días de curación y cuidados lo regresaron al ruedo, como si no hubiera pasado nada, su estampa y su figura ahí estaban de nuevo.

La madre y su hija, dueñas de tan peculiar can, salían todos los días muy temprano a su trabajo, regresando ya entrada la tarde. Un día común de esos, sucedió lo siguiente: la casa tenía una malla al frente, una sección de la malla estaba rota y presentaba un orificio más grande que la regularidad del tramado, pero no tan grande como para que el can pudiera salir por ahí, sí, ese orificio quedaba casi a la altura del perro, cuando éste se paraba en dos patas precisamente en ese sitio a ladrar a lo que pasara. Al regresar del trabajo, las damas sufrieron una impresión, el cuadro que se encontraron fue dramático, nuestro héroe, con la cabeza hacia la calle, se encontraba colgado y fláccido, como un trapo. ¿Desde cuándo estaría ahí? Atorado y sin escape de la maléfica malla. Con cuidado y paciencia lograron desprenderlo de esas garras que lo aprisionaban para de inmediato, dirigirse al veterinario. Nuestro bravo llegó como un trozo de gelatina, flojo e inerte, requirió de dos días de hospitalización con suero integrado para restablecerse y salir de la deshidratación profunda en que se encontraba, mucho sol, nada de agua ¿durante cuántas horas? ¿Todo el día? Nunca se sabrá, el caso es que al tercer día y fuera del hospital ya estaba como si nada, ladrando agudamente (por cuestión física y tamaño ¿por qué más?).

Can fino, omnívoro, voluntarioso, de genio aventurero, sobrio en sus modales, hipoglucémico, valiente y decidido, eso sí, hay que decirlo, cuando podía sabía huir de una causa perdida, nada qué ver con su minúsculo tamaño, tenía un gran espíritu. Cierta vez en que comía, empezó a carraspear, algo se le atascó en su garganta. Desesperado se retorcía de un lado a otro, llegó el punto en que prácticamente no podía respirar, nuevamente y con el Jesús en la boca, corriendo se lo llevaron al hospital. Ahora la causa del percance fue un trozo de hueso (de res) mal triturado por sus dientes, otro susto, otra carrera para sus dueñas, pero otra vez, eludió la rayita, y fue salvado por su veterinario (y por quién le daba de comer). A este punto podríamos pensar ¿Quién era el dueño de quién? ¿Quién era el protector y quién el protegido? Sin embargo, mantenía su celosa dignidad y su posición en la familia, en ese punto no había discusión.

Como sabemos, los perros tienen cuatro extremidades de locomoción que utilizan normalmente, esto es en tiempos regulares sin accidentes de por medio. En esta región de clima semidesértico, con lluvia irregular y humedades relativas cambiantes los chihuahua se la pasan bien. Nuestro can amigo nos anunciaba el tiempo frío además de lo que nos decía nuestra sensación. En días fríos, caminaba en tres patas, la razón de ello fue descubierta al comentarle este hecho a su médico de cabecera, el rey del vecindario padecía reúmas y por supuesto, se le acentuaban en esta época, pero no vayan a creer que disminuía un ápice su estampa, no, con tres patas y una al aire, mantenía su postura regia, aún caminando, su gallardía entera.

La colonia, estaba llena de perros, de varios tamaños, de diferentes razas. Algún cobrador, o el cartero, o cualquiera que caminara o pasara por la calle, recibía una bienvenida sonora, bastaba con que uno de los muchos canes empezara a ladrar para que todos en la cuadra lo hicieran, era aquella una desatada cadena de improperios y amenazas caninas de magnitudes altisonantes enorme. Por la acera, a unas cuantas casas vecinas, tenían un rottweiler, un perro bravucón. Una tarde, el héroe que nos ocupa, se las ingenió y se salió de casa, de nuevo a sus actividades de marcaje. Caminó unos cuantos pasos, como los perros vecinos estaban dentro de los patios y cocheras enrejadas, este perro digno pasaba a un lado sin inmutarse de las fieras manifestaciones de sus pares, peladas de dientes y demás, pero no contó con que el rottweiler podía sacar parte de su hocico a través de la reja, la confianza, cuando es demasiada en ocasiones se transforma en un serio problema, tal fue, esta vez, lo que le sucedió al can de esta historia, fue atrapado por las fauces del perrazo, el pobre chihuahua en el hocico babeante del rottweiler, subía, bajaba, hacia un lado, hacia el otro, como lo haría un hipopótamo con un cocodrilo, ¿a qué horas se decidía y lo partía en dos? Esa era la terrible escena, la que definitivamente se convertiría en tragedia. Pero como uno nunca sabe cuando le toca presentarse ante el creador, los acontecimientos se dirigieron por otro rumbo: el dueño del rottweiler estaba por ahí en la cochera, quién sabe de qué forma logró que la aviesa mandíbula perruna soltara al chihuahua, éste, tampoco supimos cómo salió aún jadeando de esos colmillos que lo sujetaban, aterrorizado, el pánico le cubrió los ojos con una substancia blanquecina: “ojos como de muerto”, dijo su dueña (la hija) al participar en el rescate. Lo cierto es que con algunas heridas y lastimaduras, logró sobrevivir, una vez más ladró para contarlo, qué perra suerte favorable para seguir meneando la cola y por supuesto, seguir con esa postura digna del rey que se creía y que en esta etapa todos creíamos también, un rey en casa.

Había estado lloviendo en la ciudad, los jardines de las casas se mantenían húmedos, charcos aquí y charcos por allá, mosquitos, renacuajos, luego ranas, sapitos y sapotes.
Nuestro rey sobresalía por su curiosidad constante que siempre mantuvo durante toda su vida. Esta fase investigadora a pesar de que ya no era un perro de pocos años sino más bien uno con la madurez a cuestas, no disminuyó nunca. Quizá por ello y porque antes no lo había experimentado, pasó lo que pasó. Una cosa que parecía una piedra en el jardín llamó su atención, inició su actividad, primero a prudente distancia, luego acercándose cada vez un poco más, le ladraba amenazadoramente en su propia cara, le daba la vuelta y le seguía ladrando, el sapo, cansado de esta actitud, finalmente le escupió defensivamente su veneno, para la mala fortuna de nuestro héroe y para la buena puntería del sapo, los disparos entraron por el hocico mientras éste ladraba, lo que siguió después, de nueva cuenta en la categoría del drama. Nuestro investigador perenne envenenado por una piedra que no era tal, ahora agonizaba con los últimos estertores de la muerte, costosa investigación era ésta. Gracias a sus maravillosas dueñas, atentas siempre a las correrías de nuestro noble perro, salieron como el veneno del sapo, disparadas al veterinario con aquél aventurero a punto de irse para siempre. Por suerte, la información fue precisa y el antídoto aplicado fue el adecuado, otra vez, vivió para continuar su azaroso reinado.

Todo en este mundo inicia y alguna vez termina, a veces lentamente, a veces de manera abrupta. Un rey no dura por siempre, esto fue lo que sucedió, esta fue la última aventura, el final de una vida llena de peripecias. Como había pasado antes, nuestro chihuahua se escapó y salió a explorar de nuevo el mundo, esta vez llegó lejos, hasta la avenida central de la colonia. Quién sabe qué pasaba en su cerebro de perro andariego, la cuestión nunca quedó clara, el caso es que se lanzó a encontrar un taxi que pasaba en la calle, como todo perro y no se sabe por qué, lo que persiguen y a lo que le ladran no es en sí al vehículo, lo hacen a los neumáticos, quizá porque es lo que rueda y se mueve, además de desplazarse, o probablemente sea el caucho con el que están construidos o el olor que pueden capturar (las llantas entran en el ámbito del marcaje con orín de los canes, así como los postes y los árboles), no se sabe con certeza la razón, nuestro personaje central se comportó como lo que era y no lo que parecía, en este caso como todo un perro. Algunos testigos del hecho, comentaron que simplemente al correr tan cerca, uno de los neumáticos lo enganchó y le pasó por encima, otros que nuestro amigo buscó ese fin con premeditación, no lo sabremos con exactitud. También se dijo que el rey estaba cansado y que últimamente sufría de depresión, quizá la observación no estuviera alejada de lo real dada la variación de comportamiento que nuestro amigo llegaba a mostrar.

Este perro, de rasgos incomparables, de actitudes recias, de un temperamento inusual, digno en su porte hasta su fin, fue enterrado en una población que llamamos “Little Town” cercana a esta ciudad. Su recuerdo permanece, su ejemplo ante las adversidades es digno de reflexión, ante los reveses se mantuvo inflexible, el pasado lo dejaba ahí mismo, no se angustiaba por el futuro y vivía el día como lo único que tenía, ¿no es ésta la ruta de la felicidad?

miércoles, 31 de marzo de 2010

Sueños de ámbar...

Tranquila abrió sus ojos marrones,
el despertar magnífico de una alma inquieta,
un poco adormecida aún por la deshora de anoche
(y de muchas noches),
rendida con la luna después de enviar amores.

Los reclamos justos de ella se amparan dulces,
más como pretensiones de empatar tiempos,
de aprovechar mayores lapsos antes del letargo;
pero él vive en destiempo y con una hora atrás,
aunque comprende puede más el placer y
olvida el ritmo de aquella que tan bien atiende.

Y es que la prosa fluye sin detenerse,
se embelesan en ella como dos adolescentes,
el amor los sucumbe,
se rinden en un corazón unánime,
a pesar del mañana que viene adormilado.

Claro, más de una que del otro,
la una tiene el gallo en su ventana,
el otro el sueño pesado y los deberes ausentes
(por el momento).

Así, ambos se mueven en su día,
teniendo lo que tienen como lo tienen,
hablando cuando hablan,
no hay pretensiones sino ilusiones,
sueños de aliento para el próximo encuentro,
¿virtual? ¿personal?,
¿Quién lo sabe y quién lo define?

Como lo dijo Calderón:
"¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida Una Ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son."


De esta forma viven el sueño
y sueñan la vida,
viven despiertos y despiertan viviendo,
sueñan dormidos y soñando duermen,
que los sueños sostienen y dan sustento,
la suerte de tenerlos los proclama vivos.

Quién no tuviera sueños,
estando aquí no está,
moviéndose está inerte,
hablando no se escucha,
viajando no se mueve.

Al final los sueños los enlazan,
Sin ellos, sin los sueños, no hay nada.
Sigamos pues, soñando…

Hechizo nocturno...

Espléndido....me voy a acostar ahora, quisiera soñar contigo y evocar tu imagen y tu voz, soñarte en tecnicolor pero también olerte con las diversas fragancias que junto con tu piel seguramente combinan en aromas deliciosos, delicados, que extasían el sentido y lo elevan.

¿Quién no quisiera sentir, en la armonía de dos sensibilidades paralelas, la cercanía, el roce de la piel, el suave perfume de los misterios, la conjunción del calor natural, la voz susurrada al oído?

Así, en la tranquilidad de los sentimientos profundos, en la comprensión exacta de lo que cada uno es, en la simple conexión de dos entidades diferentes y a la vez, coincidentes.

No saber si los rayos de luz pertenecen a la mañana o al atardecer, si el río desemboca en un mar abierto o en uno interior, si la lluvia cae o si vamos a su encuentro, si estoy cerrando o abriendo una puerta, si el sueño es mío o de alguien más, si la Tierra es la enamorada de la Luna o viceversa o ambas, una de otra.

Tales son los embelesos o quizá los desvaríos o los olvidos de quién cae en el hechizo de encontrarse con su par, con su imagen, a veces contrastante a veces semejante pero que incide en ese intercambio maravilloso.

Un café compartido, una sonrisa, un halago, un abrazo, un beso...fortalezas del día a día, que siendo sencillas son la esencia del empuje, bastiones de carga de energía, arrullos necesarios para nuestros sentidos...

Eros nocturno, Eros matinal

Hoy amanecí junto a ti,
la habitación plena de luz,
los oblicuos fulgores de la mañana naciendo,
caían y acariciaban tu cuerpo.
Junto con los pliegues de la blanca sábana,
resplandecían fragmentos de tu silueta,
tu piel matizada por las tímidas centellas de esa hora,
proyectaba aún mayor calidez y encanto,
amalgamando lo que mis manos en la obscuridad,
recordaban de ese paseo sosegado y lento.

Extasiados en ese recreo nocturno,
nos envolvimos en las caricias con la Luna,
apartados de los ritmos de afuera,
iniciamos con la mirada y con el roce, primero fortuito,
el entendimiento de los enamorados.

Hoy cuando el Sol ya nos saluda,
el recién despertar mantiene la llama apacible,
el descanso nos provee de renovación,
y los colores nos encienden con iluminada novedad.

Bastará quizá un ligero movimiento,
una pequeña brisa que incite al corazón,
para que imbuidos en esa atmósfera,
de candor matinal y entresueño,
nos conduzca a reabrir la emoción,
a sumergirnos en los confines naturales,
empatando a la hermana Luna con el hermano Sol,
en este deseo interminable de conjunción.

El amor mío...

Me gustas por la sal que despides
Cuando muy temprano ya te mueves,
me gustan tus curvas con silueta de tela
que sin ella el deleite es menor.

Mira lo que son las cosas,
con tantas canciones de muerte,
por un amor que no lo merece,
si no es el mío.

Pero la naturaleza así lo dispone,
y los semi poetas de hoy te dicen,
canturreando lo que quieres escuchar
poner el amor tuyo en otro,
cuando sin remedio,
el amor de esa forma queda desvalido,
y el tiempo transcurre y luego te
preguntas por qué dejó de quererte
cuando no tuvo él oportunidad de quererse,
por estar mal concebido.

Me gustas por los perfumes que esparce tu cuerpo,
cuando caminando ya te mueves,
me gusta tu mirada con reflejo de vida y sol,
que sin ella una flor en mí no abre.

Qué le voy a hacer,
si la fuerza de la belleza también me inspira,
cuando riela en mi lago tu imagen,
formada así en este brevísimo oleaje,
te doy mi amor desde mi dentro,
si lo recibo de vuelta,
sé que es mi reflejo,
si se va hacia otro camino,
también regresa conmigo,
es el amor mío que viene y va,
no es el amor tuyo,
ese es otro canto,
si éste viene hacia mí (el tuyo),
lo acepto con alegría,
este choque de amores es real.

Simple...

    Te amo por la mañana con los pelos revueltos...y mi café a un lado...te amo entrada la mañana cuando mi cerebro está en su mejor momento...(que no es mucho decir)...te amo a mediodía cuando el hambre arrecia...hora de comer...te amo por la tarde con los restos de mi café ya fríos pero tomables...te amo en el ocaso cuando el Sol se despide...antes que los colores se apaguen...te amo por la noche cuando deambulo aqui y allá y me preparo para ir a dormir...en lo que tardo me pierdo así que leo, quizá porque no estás aqui...luego abrazo una almohada creyendo que es tu cuerpo...te amo cuando sueño, aunque sea una pesadilla ya que tú me salvas, heroína de las causas a veces perdidas o entrañables...Por la mañana te sigo amando aunque no te vea, no te toque, no te escuche, no te aspire...pero te imagino...Así lo días pasan, el sol se alza y se pone, de nuevo y de renuevo, pero cada vez es diferente, tú estás ahí aunque no estés, por eso te amo, así, tan simple...Te lo digo, te amo en donde te encuentres, en donde no estés o en donde sí lo hagas... en donde yazcas, en aquel páramo ó en aquel desierto...