miércoles, 20 de noviembre de 2013

La violencia hacia la mujer/Capítulo 5/Crónicas terrícolas por Kadok

Cuando la mujer dejó de ser la coprotagonista y los esfuerzos por modificar esta conducta humana.

“Para una persona mínimamente culta la distinción entre sex (sexo) y gender (género) es algo obvio. Estos dos conceptos se han establecido entre nosotros procedentes del movimiento feminista americano: sex desiga el sexo biológico; gender los roles sociales (hombre) y (mujer) atribuidos al sexo biológico. Esta distinción implica lo siguiente: el sexo biológico está fijado, pero los roles sociales son productos culturales que podrían ser de otro modo”. Dietrich Schwanitz.


    El hombre, refiriéndome en esta caso al varón, al macho de la especie humana, es agresivo por naturaleza. Esto le viene por herencia biológica, por instinto innato, es parte genética de su concepción y a pesar de toda la sabiduría, tecnología, cultura y cualidades civilizadoras a través de los siglos, esa parte primaria permanece inalterada y le es sumamente difícil de dominar. La mujer, la hembra de la especie, también tiene su parte de agresividad, pero actúa de diferente forma y generalmente se manifiesta como un instinto defensivo ante el peligro, por ejemplo en el cuidado de los hijos, aunque en la equiparación del sexo de los tiempos actuales, la situación parece estar cambiando.

    Los humanos por lo tanto, actúan agresivamente cuando se ven amenazados, y estas acciones pueden ser de varios modos, una de ellas podría ser enfrentar el peligro y atacar tomando la iniciativa, otra sería huir de la causa amenazante tratando de ponerse a salvo. En ambas una compleja red de sensaciones biológicas se disparan preparando al cuerpo para la acción. Es una reacción estudiada ampliamente por ellos mismos y que conocen muy bien, sin embargo, es curioso que le den poca importancia o que la eludan fingiendo, como es usual, contar con una mente poderosa e inteligente que en estos tiempos, el humano, siendo tan superior, no necesite reconocer porque ha superado la etapa animal o simplemente, el ser vivo que es (susceptible al instinto).

    Este quizá, ha sido el problema del hombre social, querer separarse de su raíz biológica y pretender que él está más allá de su herencia, muy por encima de su naturaleza básica. ¿Por qué el humano se avergüenza de su pasado? Morris comenta al caso lo siguiente: “Desgraciadamente, y debido a nuestro poderío y a nuestros éxitos en comparación a otros animales, la contemplación de nuestro humilde origen nos parece bastante desagradable;...Nuestra ascensión a la cima parece una historia de enriquecimiento rápido, y, como todos los nuevos ricos, nos mostramos muy remilgados en lo tocante a nuestro pasado.”

    Un caso de soberbia, sin duda, Morris añade: “Algunos optimistas opinan que, dado el alto nivel de inteligencia que hemos alcanzado y nuestras grandes dotes de invención, seremos capaces de resolver favorablemente cualquier situación...que controlaremos nuestros sentimientos agresivos y territoriales, nuestros impulsos sexuales y nuestras tendencias parentales...que nuestra inteligencia puede dominar todos nuestros básicos impulsos biológicos. Yo presumo que todo esto son monsergas. Nuestra cruda naturaleza animal no lo permitirá nunca”.

    El varón de la especie ha dominado la escena por miles de años, apareciendo la mujer como un elemento necesario para ciertas funciones, pero soterrado a un papel secundario de acompañante, por lo que se ha observado. En los inicios de la especie, la mujer tenía un lugar similar y equiparable al del hombre, inclusive se le veneraba como una fuente de fertilidad dadora de vida muy importante. Entre la incipiente idea de Dios, la Diosa tenía un rango preponderante.

    En todas las culturas antiguas la idea religiosa inicial, que trata de explicar lo que no se comprende y que está más allá del control del hombre, jerarquizaba de la misma forma a Diosas y Dioses. Las deidades femeninas se relacionaban con la naturaleza, con la tierra, con el cielo nocturno (v. gr. con la Luna) mientras las masculinas se identificaban con el cielo diurno y sus poderosas fuerzas como el sol, el trueno, la lluvia. Pero esta situación fue cambiando y el hombre fue acaparando el conocimiento, las artes, el comercio y todas las actividades fuera del hogar, como antes, cuando cazaba, pero con la diferencia que ya no vio a la mujer como su socia sino como subordinada o competidora de sus muy importantes funciones.

    Las viejas tradiciones, en el caso de las occidentales, con múltiples dioses y diosas fue moviéndose hacia un dios patriarcal y único. La historia entre esta lucha politeísta y monoteísta dio lugar a las más encarnizadas persecuciones y asesinatos, de un bando y de otro y hoy continúan entre los mismos monoteístas, todos con un dios único pero aparentemente no es el mismo para cada una de las partes en conflicto. Jonathan Kirsch en su libro Dios contra los Dioses dice: “En el corazón del politeísmo se encuentra un enfoque tolerante y desenfadado de la fe y de la practica religiosas, la voluntad de abrigar la idea de que existen muchos dioses y muchas maneras de venerarlos. En el corazón del monoteísmo, en cambio, reside la firme convicción de que existe un sólo dios, y la tendencia a considerar los propios rituales y prácticas como el único modo adecuado de venerar al único dios verdadero”.

    El monoteísmo, como los humanos saben, finalmente se impuso y este fue uno más de los factores eliminatorios de la mujer en el mapa humano de importancia. La mujer en la tradición judeo-cristiana, fue hecha a partir de una costilla del hombre, para que el varón no estuviera solo y tuviera compañía, dice una de las religiones del libro, y no sólo eso, sino desafortunadamente, es mencionada como la provocadora del llamado pecado original por el que todos los humanos han sufrido y seguirán haciéndolo, habiendo sido expulsados (Adán y Eva, tales son sus nombres) del mítico Edén por esta transgresión. Por supuesto que esto es una alegoría, una forma de representar la escisión  del humano de su pasado natural y no tiene nada que ver con las palabras textuales.

    El Homo sapiens Erick Fromm lo explica de forma breve y muy adecuada en El arte de amar: “Lo esencial en la existencia del hombre es el hecho de que ha emergido del reino animal, de la adaptación instintiva, de que ha trascendido la naturaleza -si bien jamás la abandona y siempre forma parte de ella- y, sin embargo, una vez que se ha arrancado de la naturaleza, ya no puede retornar a ella, una vez arrojado del paraíso -un estado de unidad original con la naturaleza- querubines con espadas flameantes le impiden el paso si trata de regresar. El hombre sólo puede ir hacia adelante desarrollando su razón, encontrando una nueva armonía humana en reemplazo de la prehumana que está irremediablemente perdida”.

    A pesar de lo que se diga en contra, el Dios verdadero y único para las principales religiones monoteístas del mundo, aunque es diferente para cada una de ellas, como anoté arriba, coincide en que es eminentemente varón, es un dios de clara esencia masculina. A grandes rasgos, la mujer sigue quedando más alejada de la ciencia, de las artes, de la cultura escrita, de la religión excepto como devota creyente o como subordinada de menor categoría en la administración terrena de dios y del hombre, una vida muy definida, pero en la que ella no ha tenido decisión.

    La mujer ha permanecido, con unas contadas excepciones en la historia, como espectadora y testigo de las barbaridades que el hombre, con su instinto depredador y territorial camuflado por ideas justificadoras, ha llevado a cabo en muchas ocasiones en detrimento de su misma especie. Durante la historia posterior, el clan masculino dominante ha adoptado diferentes posturas respecto al papel de la mujer, Dietrich Schwanitz en su texto La cultura, comenta: “No hay duda: si el nivel cultural se mide por el carácter pacífico, el rechazo a la violencia y la capacidad de entendimiento, entonces las mujeres son el sexo más civilizado. Podrá objetarse con Nietzsche que ésas son las virtudes de los débiles, pero la civilización la hacen precisamente los débiles, que con la invención de los buenos modales obligan a los fuertes a no comportarse como neandertales”. 

    Usualmente, si no es que siempre, las ideas que han generado grandes cambios sociales provienen de las capas superiores de cualquier cultura, y luego son permeadas hacia la población general. Así ha sucedido con las revoluciones que el mundo ha experimentado y así pasó con la Revolución Francesa y con todas las que le antecedieron o le siguieron, y por supuesto con la Revolución Industrial que inició en la segunda mitad del siglo XVIII e.c. El comportamiento del hombre (varón) ya venía mostrando cierta mejoría con respecto a las mujeres antes de esta época.

    Y llegaron los buenos modales, estos nuevos modos o formas de conducirse, que se habían estado refinando, como antecedente de los cambios franceses, Schwanitz nos dice sobre este aspecto: “Durante los siglos XVI y XVII, el fortalecimiento de las monarquías trajo consigo la aparición de grandes cortes en todos los países europeos, en las que los aristócratas se relacionaban con mujeres de ascendencia aún más ilustre que la suya. Los aristócratas debían mostrarse respetuosos, corteses y galantes con ellas, lo que dio lugar a una cultura del comportamiento, a una nueva cortesía en la que se combinaban el respeto debido a la posición social y el culto erótico a la mujer heredado de los caballeros. El prestigio de un aristócrata ya no dependía solamente de su poder, sino también de su estilo de conducta, de su porte, de su amabilidad, de su galantería, de su ingenio y de su capacidad para cautivar a los presentes con su animada conversación, en una palabra, de lo que desde entonces se llamó las maneras. Quienes juzgaban este estilo eran las mujeres y, por tanto, el primer gran paso hacia la civilización lo supuso la necesidad de satisfacer las expectativas de conducta de las damas distinguidas”.

    Los cambios han proseguido a través de los años, hasta esta edad contemporánea del siglo XXI e.c., pero una rápida revisión integral del mundo, nos señala que los humanos aún están lejos de alcanzar un sano equilibrio entre hombres y mujeres en todo el orbe. El movimiento feminista, aquel que pretende, formal y objetivamente, la igualdad justificada de los sexos en el terreno social y cultural, tuvo sus primeros resplandores en Francia como un resultado lateral de la Revolución Francesa.

    En la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, Olympe de Gouges ya exigía el derecho al voto y el acceso de las mujeres a los cargos públicos, aunque este fue un primer intento, histórico, tuvieron que pasar más de doscientos años, hasta principios del sigo XX, para que estas propuestas empezaran a hacerse realidad. En esa misma época de la Revolución en Francia, segunda mitad del siglo XVIII, la inglesa Mary Wollstonecraft, también enfatizó que la declaración francesa había olvidado los derechos de la mujer y en 1792 redactó Una reivindicación de los derechos de la mujer, además de lo que exponía Olympe de Gouges, Wollstonecraft se pronunciaba por el derecho de las mujeres a una formación académica adecuada, habló explícitamente del derecho de las mujeres a obtener placer en las relaciones sexuales y acusaba a los hombres de reducir a las mujeres a simples objetos sexuales, amas de casa y madres. Una mujer valiente en un, todavía, completo mundo varonil.

    Pasaron muchos años y todas estas propuestas quedaron en el aire, luego llegó Florence Nightingale a escena. En 1855 e.c. durante la guerra de Crimea, transformó y reorganizó el sistema de salud inglés, a pesar de tener en contra a muchos dirigentes. Redujo la tasa de mortalidad del ejército inglés del 41% al 1%. Al finalizar la guerra colaboró en la consolidación de la Cruz Roja, que había fundado Henri Dunant. Nightingale es otra mujer ejemplar que contribuyó a encender nuevamente el movimiento de las mujeres en un plano de igualdad frente a los hombres. Muchas otras mujeres han participado a en esta lucha de emancipación, en los Estados Unidos Betty Friedan fundó en 1966 la “NOW” (National Organisation of Women), detonador del movimiento cultural revolucionario feminista y lo que siguió después.

    En este siglo XXI en que nos encontramos, en muchas partes del mundo, la mujer tiene ya un estatus igualitario respecto al hombre, las propuestas iniciadas en el siglo XVIII en Francia, como el derecho al voto y la representación en cargos públicos, son comunes, también la participación social y económica más activa es usual en todos los círculos y ambientes, inclusive en aquellos tradicionalmente de hombres. Pero no todo es lo que parece, aún queda mucho por hacer y a la mujer le cuesta trabajo ganar un peldaño tras otro.

    Aún hay lugares en este planeta, por increíble que parezca, en donde la mujer sigue teniendo un estatus de esclava y servidora del hombre, en donde su voz es enmudecida por leyes restrictivas en su contra, hechas por hombres. Hay otros lugares que legal y jurídicamente la mujer tiene los mismos derechos y obligaciones que el hombre, pero funcionalmente en la sociedad, existen poderosas fuerzas de tradición y cultura que prácticamente anulan cualquier operatividad real y la mujer continua sojuzgada, a veces por ella misma.

    Ha sido preciso indagar, en esta exposición, un poco sobre la posición de la mujer en la historia humana, aunque muy ligeramente dada la complejidad y diversidad de hechos al respecto, y lo que ha ganado en un terreno en el que no tendría porqué competir, sin ella simplemente la especie no existiría, es un complemento primordial en la continuación de la vida de los humanos, y me parece que algunos hombres de esta especie no han sido justos, en lo general, en la consideración de su socia como su igual en este experimento natural.

    El feminismo o el proceso de autoafirmación de la mujer, en un mundo en donde su protagonismo se ha visto limitado sólo a ciertas áreas de la vida humana, ha traído consecuencias positivas para su estatus de igualdad y de decisión. No todas las posturas feministas han sido congruentes, esto sucede cuando la mujer pretende imitar al hombre, como he observado no considero que esta posición sea favorable para la mujer.

    El Homo sapiens es una unidad de dos partes, es hombre y es mujer, están diseñados biológicamente con funciones similares pero diferentes para cada sexo, son, como menciono, complementarios. El objetivo primordial de todos los movimientos para la emancipación de la mujer es lograr que ésta participe y tenga la misma importancia y valor que tiene su contraparte y que de ninguna forma sea dominada o socavada por nadie, como es el derecho legítimo de todo miembro de la especie, independientemente del sexo. Es muy importante para la mujer ir en concordancia con la base biológica y de diseño de su sexo y no pretender ser “igual” en este aspecto que el hombre, si las mujeres emancipadas tratan de pensar y de actuar como lo haría o hace un hombre, la mujer pierde su esencia que precisamente complementa y que también frena al instinto de competencia a ultranza del macho, y un mundo de hombres y de mujeres disfrazadas de hombres no le conviene a la especie.

    Esto no es nada sencillo, muchas mujeres para entrar al mundo del hombre han tenido que mantener su femineidad pero han incorporado características agresivas y de competencia típicas del hombre, pero por otro lado ¿qué puede hacer una mujer para evitar esta circunstancia, mantener una postura en pos de la civilidad y armonía que emana naturalmente de ella y aún desarrollarse con éxito en este ambiente y mantener su estatus de igualdad? como dije, no es fácil pero los casos de éxito van acumulándose y los hay, cada vez más frecuentes.

    Por otro lado, la violencia hacia la mujer, no ya aquella que minimiza su posición en la vida regular o aquella que la ha considerado inferior en la generalidad histórica de tradición y cultura misógina, sino la que individualmente la daña de palabra y de acción, esto es, la violencia física y emocional degradante dirigida hacia ella en el seno de su entorno, donde mora y duerme, donde trabaja, donde se mueve, se divierte o pasea, o donde se traslada, no es extraña, desafortunadamente.

    Y esto no sucede sólo en los países con grandes atrasos legales en cuanto a la igualdad de sexos, en donde se espera que se dé dada la situación, pasa en las sociedades más adelantadas en estos rubros, en la casa del vecino, en la casa de enfrente, a un lado o inclusive en tu misma casa. ¿Por qué un hombre, con una obvia fuerza física mayor por su naturaleza biológica, golpearía a una mujer, su pareja, de naturaleza más frágil? Aún y si no llegara a la agresión física, la agresión verbal ya confiere una amenaza real de temor y de dominio por la fuerza. ¿Qué lleva a alguien (o a varios) a asesinar a cientos de mujeres con un perfil muy definido en una región específica de México? ¿Qué mecanismo hace que un jefe en la oficina se comporte como un patán y le solicite favores sexuales a su subordinada y en caso de no obtenerlos, la eche del trabajo? ¿Qué pasa por la cabeza de aquellos (la oferta) que participan en la explotación de mujeres que secuestran en un lugar y las llevan a otra región o país como esclavas sexuales? y lo peor ¿Qué consciencia humana tienen los que pagan (la demanda) por estos servicios sexuales a estas redes de trata? Son preguntas difíciles tan sólo de concebir, más aún de contestar. Pero los hechos son reales, tanto como la toma  y  ultraje de mujeres en cualquier guerra, actual o pasada.

    No todos los hombres son malos ni todas las mujeres son buenas y viceversa, los humanos son sumamente complejos, como he repetido antes, el punto de vista es en cuanto a la especie en su conjunto, añadiendo ciertas particularidades que una gran porción de ellos padecen o que tienen que ir comprendiendo para buscar soluciones que los lleven a mejorar su civilización. Este, el de la mujer y la violencia hacia ella por los que debieran siempre de cuidarla, es uno de ellos y no es menor.

    Los humanos tiene una tarea enorme para ir rompiendo moldes dañinos que se desarrollan a lo largo de la vida, particularmente en la infancia. Desde esas tiernas etapas a los niños se les inicia en los roles tradicionales de una mujer y de un hombre, los colores que hay que vestir, los juegos que están permitidos, las actitudes y las maneras de uno y de otro, quién sirve y a quién le sirven; son los adultos, con sus deficiencias estructurales de su propio acondicionamiento entre lo que es ser hombre o mujer, quienes perpetúan estos condicionamientos. En la lengua alemana existe la palabra neutra kind que define a la niña o al niño, indistintamente, el español no tiene este término neutro, tiene niña o niño, pero no niñe o algo parecido y aunque en esta etapa es fácil identificar físicamente quien es niño o niña, lo cierto es que son sexualmente neutros, recordemos que la sexualidad se inicia en la pubertad con el desarrollo hormonal previo y los cambios evidentes para cada sexo. Sin embargo, desde su nacimiento el niño o la niña ya son tratados como hombre o mujer, azul o rosa y el adoctrinamiento se desencadena.

    ¿Qué no podrían los humanos, por ejemplo, mejorar esta base doctrinal, establecer la igualdad del valor de ambos sexos desde temprano? Todos en casa trabajan y colaboran por igual, no hay preponderancia del niño en detrimento de la niña, las decisiones de ambos son válidas y respetadas. La identificación de roles, el niño con el padre o la niña con la madre se va dando natural, en un ambiente colaborativo y de igualdad. Esto parece un ambiente ideal, padre, madre e hijos, pero también existen otros, quizá y como es común, el hogar con sólo la madre y el hijo o los hijos, aquí la madre tendría una labor más ardua aunque de igual forma, podría transmitir el sentido de igualdad a los vástagos.

    El tema, como diría una mujer notable en la comunicación de noticias de los humanos, tiene muchas aristas. En todo problema, la claridad del planteamiento ya vislumbra la posible solución o soluciones alternas, no es improbable que en la misma pregunta se encuentre parte de su respuesta. A partir de la biología humana, los roles y capacidades de cada sexo son muy claros, es cuando se integra el pensamiento, la mente, en el sentido de formación de creencias y de supuestos, cuando inicia la confrontación y la dirección que tomará tal o cual asunto. Es aquí, en este punto en donde es necesario equilibrar el instinto y la razón, en donde verdaderamente está el estado puro de civilidad y del que tanto se jactan los humanos que ya tienen, pero que a ojos visto, aún están lejos de alcanzar.

    Lo cierto es que la violencia de cualquier clase hacia la mujer debe de desaparecer de la faz del planeta, no es concebible que esto suceda en una misma especie que se digne de ser civilizada y pensante, todos los humanos están involucrados en otorgarle el papel de coprotagonismo que nunca debió perder, por el bien de la humanidad.


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sábado, 16 de noviembre de 2013

Sexo y sexualidad humanos/Capítulo 4/Crónicas terrícolas por Kadok

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Informe:111101011101100110001101 e.c.



Kadok: ¿Crees que los humanos son muy susceptibles al tema sexual?
fonbòs: Algunos
Kadok: ¿por qué?
fonbòs: Creo que más que todo por ignorancia, por no saber, por no interesarse o por tabúes o concepciones erróneas.
Kadok: ¿No se interesan o no les importa?
fonbòs: No exactamente, es como con la tecnología o todos esos aparatos que utilizamos para la vida diaria.
Kadok: ¿Cómo?
fonbòs: Sí, déjame te explico, utilizamos aparatos, el teléfono fijo y ahora también el teléfono móvil, la computadora, la Internet, las tabletas y los iPads, los iPods, la televisión y otros  no tan sofisticados, como una lavadora o una cafetera, por ejemplo, sin embargo son muy pocas las personas que saben cómo funcionan y la verdad no les interesa ni se lo preguntan, a las personas les interesa el resultado, lo que hacen o el servicio que obtienen igual que la electricidad, no la vemos, ni sabemos cómo realmente se produce y se mantiene, pero la utilizamos. Me parece que con las cuestión sexual es lo mismo, se practica de muy variadas formas, se tienen bebés o no, pero difícilmente se trata de entender o de explicar.
Kadok: ¿Podrían replicarlo todo? ¿Si tomáramos un grupo de humanos, sanos, comunes y corrientes, de cualquier ciudad contemporánea o de varias, no sé, unas cuantas decenas entre hombres, mujeres y niños y los trasladamos a otro planeta, con las mismas características ambientales para que puedan vivir, pero sin ningún utensilio, aparato o herramienta, sobrevivirían?
fonbòs: ¿Ni siquiera fósforos?
Kadok: No fósforos, nada, sólo sus cuerpos, desnudos.
fonbòs: Y en ese planeta, ¿habría bestias salvajes?
Kadok: En ese planeta sería todo igual como aquí, pero sin nada artificial, como era la Tierra hace 12,000 años y los únicos seres pensantes serían este grupo.
fonbòs: mmmmm...¿por qué haces esas preguntas?

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    El sexo, el acercamiento y galanteo, las fases precopulativas y la ejecución del  acto sexual en sí, va mucho más allá del mero sentido biológico de la perpetuación de la especie en los humanos, hablando de parejas heterosexuales, en el caso de las parejas homosexuales, es obvio que los fines son también otros al fin biológico primordial y se prescinde del sentido generador. En el terreno de la descendencia, en tiempos muy recientes, hasta hace algunos años, el número de hijos en las mujeres aptas para ello, era mucho mayor que el actual. Salvo en ciertas subculturas, el número de hijos se ha reducido significativamente. Durante las décadas de 1970 y 1980 e.c., los gobiernos de muchos países adoptaron políticas para la reducción de la natalidad, en algunos casos no sólo como información masiva en el uso de contraconceptivos y educación en la planificación familiar sino elaborando leyes que limitaban el número de hijos por familia, el caso de China es quizá el más conocido en donde la ley sólo permite un hijo por pareja en las ciudades y dos como máximo en las parejas del campo (y en otras minorías) sólo si el mayor es mujer; contravenir esta ley implica multas exorbitantes para quedarse con el bebé en gestación o la inducción del aborto obligado cuando la familia no puede pagar. En noviembre de 2013 esta ley se está modificando permitiendo dos hijos para aquellas parejas de las ciudades en la que uno de los dos, sea a su vez, hijo único; China, en general, mantiene su dura política básica de planificación familiar. ( http://www.portafolio.co/internacional/cuanto-vale-tener-un-segundo-hijo-china ). A un poco más de 33 años de que se adoptó esta política, los chinos componen el país más poblado de la Tierra con un poco más de 1,300 millones de personas actualmente, quién sabe cuántos serían ahora sin estas medidas. La tasa de fertilidad o nacimientos por mujer varía de país a país, en general la tasa ha tenido una tendencia a la baja. De acuerdo al Banco Mundial, y por ejemplo para el periodo 2009-2013, las tasas de los siguientes estados son: Alemania 1.4; Arabia Saudita 2.8; Argentina 2.2; Bolivia 3.3; Dinamarca 1.8; Estados Unidos 1.9; México 2.2; Somalia 6.8; China, a pesar de su dura política, 1.7 hijos por mujer. (http://datos.bancomundial.org/indicador/SP.DYN.TFRT.IN ).

    Pero esto de los nacimientos es sólo una consecuencia de la naturaleza sexual de los humanos, como he dicho, su sentido biológico básico. Con el incremento de los controles de la natalidad y el avance en los anticonceptivos, mecánicos y químicos, al alcance de todos, facilita la práctica sexual por la práctica misma, sin la intención de procreación, nada nuevo y como lo ha venido haciendo el Homo sapiens desde tiempos antiguos, pero mucho más responsable, al menos en teoría. La injerencia que tiene el instinto sexual en la psique de los humanos es sumamente complicada, el intento de dominar esta poderosa fuerza natural e inclusive en algunos casos, suprimirla, por razones propias de la cultura y estándares de civilización, ha traído consecuencias en la conducta y manera de asumir la sexualidad por los humanos. Ninguna especie del planeta se preocupa por amagar un instinto natural con el que viene provisto, excepto el hombre. Por otro lado y de acuerdo a los estudios del desarrollo sexual de los humanos, las mujeres son susceptibles de concebir por sólo un corto lapso durante cada mes, en su periodo de ovulación, que dura sólo unos escasos días. Sin embargo la receptividad sexual permanece todo el tiempo entre el hombre y la mujer ¿por qué? Gotwald jr. y Holtz en “Sexualidad la experiencia humana” exponen lo siguiente que nos arroja cierta luz: “Algunos biólogos y conductistas han dicho que el sexo ayuda a conservar la relación estrecha y duradera entre el hombre y la mujer, lo que llamamos vínculo de pareja (Morris, 1967). Las sociedades, en sentido religioso y legal, aprueban el vínculo de pareja en forma de matrimonio. Pero el pegamento que une a la pareja no está hecho de leyes o revelaciones religiosas, y no consiste siempre en la noción de amor romántico que es popular en nuestra sociedad. El vínculo de pareja pertenece a nuestra herencia evolutiva. El interés sexual y la satisfacción que existe entre hombre y mujer son parte del cemento biológico que une a la pareja. No se quiere dar a entender que el vínculo de pareja es en sentido estricto una relación monogámica, aunque ciertamente la monogamia es una manifestación frecuente del vínculo de pareja en las sociedades humanas. Tampoco se quiere decir que el vínculo de pareja es necesariamente un fenómeno heterosexual, pues puede ocurrir y efectivamente el vínculo de pareja ocurre en miembros del mismo sexo”.  A su vez el vínculo de pareja en el humano como un mecanismo conductual se piensa que tuvo su origen derivado de la razón primordial del prolongado y lento desarrollo de las crianzas respecto a cualquier otra especie, haciendo imperativa la colaboración de ambos para la maduración y éxito biológico de los vástagos y a su vez, de la especie.

    Cada subcultura del Homo sapiens, puede presentar diferencias substanciales respecto a la conducta sexual de sus integrantes, aunque existen corrientes de pensamiento, principalmente de lo que llaman el mundo más desarrollado, que se extienden por el planeta y producen ciertos estándares o ideas, más o menos asimiladas por la mayoría, aunque no siempre seguidas y en su caso, negadas por sectores claramente identificados. Un ejemplo muy claro lo es la homosexualidad, la palabra de origen griego homo significa “mismo” y se aplica en este caso, no se refiere a la palabra de origen latino homo que se refiere a hombre; homosexual, por lo tanto, mismo sexo, se aplica por igual a hombres y mujeres. La decisión de algunos humanos de identificarse con individuos de su mismo sexo y compartir su cuerpo y sensaciones para este fin, no es,  ni remotamente nueva, ni extraña para la humanidad. Desde los albores de la civilización, y antes de ella, ha convivido con el Homo sapiens, lo que ha variado es el punto de vista (aceptación, tolerancia, rechazo) respecto a esta conducta o en otras palabras, el concepto cultural ante esta práctica. Para el caso de la homosexualidad femenina también se utiliza el término lesbianismo que se deriva del nombre de una Isla, la de Lesbos, origen de Safo, poetisa griega que vivió en el año 600 a.e.c., lugar en donde se practicaba la homosexualidad abiertamente; Safo compuso poemas apasionados y expresivos para varias mujeres además de experimentar el homosexualismo como muchos de sus coetáneos.

    Gotwald jr. y Holtz , hablando de este tema, mencionan: “En la élite de la antigua Grecia y Roma, el amor homosexual se consideraba en un plano espiritual superior al amor heterosexual. Era amor por el amor mismo, y correspondía más al espíritu filosófico e intelectual de la época. Las uniones heterosexuales eran de naturaleza práctica, y tenían por objeto la reproducción. No obstante, el amor homosexual y su idealización probablemente eran frecuentes sólo entre los ciudadanos adinerados y de clase superior. Por lo menos en Grecia, la homosexualidad probablemente nunca se aprobó en forma general en todos los niveles sociales. Sin duda, algunos de los antiguos griegos la consideraban una forma desviada de conducta (Karlen, 1971 e.c.)”. Es interesante destacar que esta posición cultural es muy similar a la actual para los humanos, en las sociedades más desarrolladas en cuanto a diversidad y pluralidad de pensamiento, el homosexualismo   es, en mayor medida, aceptado, en otros lugares y por otros grupos (inclusive en las mismas culturas desarrolladas) es sólo tolerado, pero por otros más es radicalmente señalado y perseguido como un comportamiento inadecuado y oprobioso. 

    Desde el punto de vista reproductivo, el homosexualismo se aleja de los objetivos de la naturaleza aparente, pero el hombre no es un ser sencillo de seguir en la totalidad de su comportamiento, además y como trato arriba, el sexo no obedece sólo a los estándares de procreación sino a otros poderosos elementos igualmente de carácter evolutivo y que es necesario analizar para contar con la imagen completa.


Continuará...

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jueves, 14 de noviembre de 2013

Sexo y sexualidad humanos/Capítulo 3/Crónicas terrícolas por Kadok

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“...los comentarios sobre nuestra animalidad sin referirnos a nuestra humanidad o sobre nuestra humanidad sin referirnos a nuestra animalidad “son a tal grado estériles que caen en la tontería” (Simpson, 1969).”

Informe: 110101110101010100001101 e.c.

   
    En la actualidad, los humanos pueblan la Tierra exitosamente, según sus cuentas ya son un poco más de 7mil millones de personas (http://www.poodwaddle.com/clocks/worldclockes/). Por supuesto, la cantidad de individuos está muy aparejada con la capacidad del planeta y la invención humana para soportar y mantener cierto número de ellos en tal o cual periodo, aunque el número hoy podría ser mayor, muchos humanos mueren de hambre y de sed o por enfermedades perfectamente curables en estos días, la concentración de los recursos siempre ha sido una grieta en los sistemas humanos, en algunos lugares hay sobre abundancia y en otros una profunda escasez. La especie del homo sapiens ha contabilizado su población mundial en diferentes periodos, alrededor del año 8000 a.e.c. la totalidad de los humanos era de unos 4 millones, para el año 1000 e.c. ya totalizaban unos 265 millones, estas cuentas y otras, más o menos coinciden con las que he estado tomando en esos lapsos del tiempo corriente de la especie, aquellas anteriores que he obtenido, más atrás del estándar de esta especie no las considero aquí, los humanos no tienen referencia y podrían causar confusiones o especulaciones que por el momento, son innecesarias y no contribuyen a lo que aquí expongo.

    La especie humana utiliza un mecanismo biológico para expandirse y perpetuarse, no es la única especie que lo detenta y lo utiliza, está presente en todo el Reino Animal, inclusive en el Reino Vegetal. En el capítulo 2 lo mencioné y me refiero a la reproducción sexual, común para los organismos pluricelulares. Los humanos son seres primariamente sexuales y dado su carácter y complejidad cerebral, este instinto básico de la especie, entre otros, los hace adquirir prácticas muy particulares y desarrolladas respecto a otras especies. El Homo sapiens  es la única especie que realiza el acto sexual o apareamiento no sólo para intentar reproducirse sino como actividad común en sus relaciones entre pares con la intención de generar placer y disfrute sin buscar necesariamente engendrar descendencia. Los humanos son sexualmente activos todo el tiempo, no tienen épocas de celo temporales como otras especies de la misma clase (Mamíferos) y las hembras podrían engendrar en cualquier fase de un año común terrícola.

    Algunos humanos se han ocupado de la observación y estudio de las conductas sexuales de diferentes especies, incluyendo la de sí mismos. Existen tratados y exposiciones muy completos que profundizan e intentan comprender desde diferentes puntos de vista, el desarrollo de estas actividades y de qué manera forman parte integral del individuo y de la sociedad. He encontrado que desde un punto de vista biológico y particularmente zoólogo, el terrícola Desmond Morris nos da información muy valiosa, honrada y valiente de esta especie tan escurridiza en cuanto al tratamiento de su animalidad se refiere. Su ensayo “El mono desnudo”, publicado en el año de 1967 e.c. es un material excelente que todo humano debería considerar leer e incorporar a su base de conocimiento, para atajar un poco la soberbia humana. Para la mayoría de los humanos no es fácil aceptar su parte biológica y tratan de no hablar mucho de ello y aunque es más que evidente que compartimos funciones básicas con todos los mamíferos, el que alguien le diga a otro “eres un animal”, se entiende como un insulto degradante y bastante ofensivo. Ya lo dijo Montaigne, hombre culto y sobresaliente del siglo XVI, en su ensayo “De la experiencia”: “todos defecan, incluso los reyes, los filósofos y las damas”, como para recordar que las funciones humanas más humildes son la esencia misma de la vida y pertenecen a toda la especie (y a otras), son degradantes en la medida de la ignorancia que tenga el hombre o mujer sobre su condición humana, entre mayor sea la primera (en este caso, la ignorancia), menor aceptación integral como ser humano.

    En su introducción del ensayo que menciono arriba, el Sr. Morris inicia: “Hay ciento noventa y tres especies vivientes de simios y monos. Ciento noventa y dos de ellas están cubiertas de pelo. La excepción la constituye un mono desnudo que se ha puesto así mismo el nombre de Homo sapiens . Esta rara y floreciente especie pasa una gran parte de su tiempo estudiando sus más altas motivaciones, y una cantidad de tiempo igual ignorando concienzudamente las fundamentales. Se muestra orgulloso de poseer el mayor cerebro de todos los primates, pero procura ocultar la circunstancia de que tiene también el mayor pene, y prefiere atribuir injustamente este honor al vigoroso gorila. Es un mono muy parlanchín, sumamente curioso y multitudinario, y ya es hora de que estudiemos su comportamiento básico.” Más adelante, en la misma introducción, Morris añade: “Sírvame de excusa el hecho que, a pesar de su gran erudición, el Homo sapiens sigue siendo un mono desnudo; el adquirir nuevos y elevados móviles, no perdió ninguno de los más vivos y prosaicos. Esto es, frecuentemente, motivo de disgusto para él; pero sus viejos impulsos le han acompañado durante millones de años, mientras que los nuevos le acompañan desde hace unos milenios como máximo...y no es fácil sacudirse rápidamente de encima su herencia genética acumulada durante todo su pasado evolutivo. Si quisiera enfrentarse con este hecho, sería un animal mucho más completo y tendría menos preocupaciones. Tal vez en esto pueda ayudarle el zoólogo.”

    Dado el pensamiento de los humanos, el comportamiento sexual se vuelve muy complejo para esta especie, las señales sexuales varían de un grupo a otro, por necesidades sociales y culturales, el sexo es visto en diferentes ángulos y afrontado de diversos modos. Aunque hay algunas características comunes para toda la especie que influyen en la elección de una pareja como por ejemplo el vigor y salud observado entre sus miembros y que es más destacado en la juventud, instintivamente el humano busca elegir la pareja que prometa una descendencia saludable y fuerte. A partir de esta base biológica, pudiera decirse y como mencionamos, instintiva, intervienen factores sumamente complicados en la elección actual de una vida común y sexual entre un homo sapiens y otro. La búsqueda de seguridad y permanencia, la creación de lazos de familiaridad estables y prolongados, son factores fundamentales que los humanos esperan encontrar al elegir una pareja. La sexualidad humana se extiende mucho más allá de la sola búsqueda de reproducción o formación de un núcleo familiar, como lo establece la fuerza natural. No todos los humanos tienen éxito en la exigencia primaria de perpetuación de la especie y llegan  a formar una unidad estable para la formación de su descendencia, los hijos; en ocasiones, parejas del mismo sexo (homosexuales, hombre-hombre, mujer-mujer) que deciden unir sus vidas, incorporan hijos a su unidad, ya sea en adopción o en el caso de mujer-mujer, a veces utilizando técnicas de reproducción asistida en una de ellas, evidencian la fuerte tendencia de trascender en la fundación de una familia con descendencia, a pesar de las elecciones en la práctica sexual que lo impedirían de forma espontánea.

    El comportamiento sexual del humano, está conformado por la biología inherente como ser vivo y por la cultura que ha producido y que le rodea. La formación de una serie de reglas, estatutos y creencias para vivir en sociedad de la mejor manera posible, ha sido, desde sus inicios, una constante en el desarrollo de los pueblos. Hablar de una cultura única es no conocer a los humanos, en vista de la diversidad de pensamiento, existe una gran variedad de subculturas que más o menos pueden llegar a coexistir pero que quizá nunca lleguen a congeniar totalmente. Los signos de madurez sexual en los humanos llegan en la adolescencia, la biología no espera y como impulso natural, no le interesa que tan preparado esté el individuo emocional y psicológicamente para recibirla, este es un proceso general de la especie que se da en todos sus miembros de una forma bastante regular, los humanos William Gotwald jr. y Gale Holtz en su libro “Sexualidad, la experiencia humana” mencionan, en referencia al disparador natural biológico con respecto al factor cultural para estar mejor preparados a estos cambios: “No obstante, la mayor parte de nosotros crecemos con conocimientos limitados de lo que se espera en seres humanos sexuales, esto es, qué podemos prever cuando nuestros cuerpos alcancen la madurez biológica y qué esperamos cuando debemos enfrentarnos en sentido emocional con estos cambios.” Más adelante, estos autores: William Gotwald jr., hombre, biólogo y maestro; Gale Holtz, mujer, conductista y terapeuta; añaden un interesante episodio del comportamiento humano, en ocasiones ambivalente con respecto a las cuestiones sexuales: “...cuando el gobierno (de los EEUU) decidió que las naves espaciales Voyager, lanzadas en 1977 e.c., llevaran un mensaje de la Tierra durante su viaje más allá de los planetas y hacia el espacio profundo, los científicos decidieron incluir en el “mensaje” fotografías de un varón y una mujer desnudos y un dibujo del aparato genital humano. Consideraron que podrían informar a los extraterrestres (yo, Kadok, ya lo sabía), si acaso encontraran el cohete y el mensaje luego de 40,000 años, para comunicarles cómo nos vemos y la forma en que nos reproducimos. Pero las fotografías y el dibujo fueron “borrados” del mensaje por los responsables, quienes los consideraron “inapropiados para incluirlos” (Wade 1977). Probablemente este contrasentido se perdió con aquellos sensores galácticos autoequipados. Henos aquí, enviando un aparato de complejidad sublime hacia el exterior, sin duda una hazaña tecnológica admirable, para proclamar el adelanto de nuestra civilización a la vez que nos debatíamos en la incapacidad terrena para encontrarnos cómodos sobre la sexualidad.”

    Sexo y sexualidad son percibidos por los propios humanos en muy diferente sentido, Gotwald y Holtz comentan al respecto: “La mayor parte de las personas, al reaccionar a la palabra sexualidad, usan términos que connotan sentimientos como amor, comunicación, unión, compartir, tocar, cuidar, sensualidad y erótico. Al definir la palabra sexo se nos mencionan términos que indican “hacer” algo, como cópula, orgasmo, vagina, pene, genitales y “hacer el amor” .”

    La sexualidad incide en la vida de los humanos mucho más de lo que ellos mismos se imaginan o creen, frecuentemente en formas disfrazadas y no claramente visibles, en las más variadas manifestaciones de la vida diaria, actividades tan comunes e inocentes como pintarse los labios y dar forma a las cejas y a las pestañas para realzar los ojos en las mujeres, tienen una base de atracción sexual. Seguir siendo atractivo o atractiva sexualmente es un deseo humano muy común, el aseguramiento de una mejor salud y un cuerpo vigoroso y tonificado, dos de los componentes más significativos en la selección de pareja temprana en todas las subculturas humanas, se ha extendido a los sujetos de edades maduras en forma masiva, el “moldeo” del cuerpo quirúrgicamente resaltando las partes típicas de señales sexuales en mujeres (senos y nalgas) también es común y no sólo en las mujeres maduras sino inclusive en aquellas muy jóvenes que no han completado aún su desarrollo.

Continuará..
 

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domingo, 10 de noviembre de 2013

El afán de comparar/Capítulo 2/Crónicas terrícolas por Kadok

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“Especie: grupo de organismos físicamente parecidos y que pueden reproducirse entre sí, generando descendencia fértil”.

Informe: 100001111100000100111 e.c.
   
    Los humanos (Homo sapiens) tienen una obsesión muy marcada que los distingue de otras especies de su planeta, nunca están de acuerdo con lo que son o como se auto perciben. Ninguna especie se preocupa por como se ve su reflejo ante un espejo, excepto los homo sapiens. A los perros (Canis familiaris), especie  relacionada socialmente con los humanos desde la antigüedad, no les importa si son pequeños, de hocico pronunciado, si ladran con tonos graves o chillidos agudos, si parecen un estropajo o tienen un aspecto feroz, si pueden saltar más o menos que otro, simplemente se dedican a ser lo que son: perros; menean la cola y se pasean por la vida haciendo lo que saben; si viven en una casa grande, en la calle, en el campo, en un piso en Manhattan, en una vecindad en la Bondojito, en San Pedro o en la Ristra les parece irrelevante, presentan en lo general un comportamiento muy regular y congruente con su esencia, tienen la cualidad desarrollada de ser leales con los humanos que los acogen al contrario de los homo sapiens que poco saben de lealtad o la desconocen del todo. 

    Es justo mencionar que los humanos se diferencian de todas las demás especies de la Tierra, poseen, con una enorme variación en grado entre ellos, cierta especie de inteligencia que los hace darse cuenta que existen, una clase de razonamiento que trae sus consecuencias. Como las demás especies del reino animal del planeta, vienen equipados con lo que llaman instinto, una serie de impulsos naturales que contribuyen a la conservación y continuación de la vida. El impulso sexual, las señales de alerta ante el peligro (real o imaginario), el hambre, el sueño, son algunos de estos estímulos automáticos. La combinación de este instinto primario con la mente racional, es uno de los enigmas con los que esta especie lidia desde su inicio, por lo tanto, llegan a ser  bastante ambiguos en su proceder.

    El miedo al final, como se percibe a la muerte en los humanos, paradójicamente por esa consciencia de saber que están vivos, es en el fondo, una carga poderosa que llevan todos y que traza buena parte de sus costumbres, comportamientos y maneras de encarar sus rutinas comunes, marcando su devenir. Aunque esta noción no yace todo el tiempo en la superficie consciente, siempre permanece adherida a las entrañas y profundidades del subconsciente, llega a explicar muchas de las más variadas creencias, acciones y rasgos culturales de diversos pueblos o grupos humanos así como en la individualidad de quien los forma, la persona.

    Cada persona es diferente, no hay una que sea idéntica a otra, salvo a sí misma y sólo por instantes; si esto es así, comparar a un individuo con otro es una tarea inútil de raíz, se puede comparar una especie con otra, comparar exige diferencias ¿y que diferencias de real significado encontraremos entre un humano y otro? Su proceso de gestación es el mismo, nacen de la misma forma, sus genes se combinan no importando de que región del planeta provengan. Salvo por posibles incompatibilidades del tipo de sangre y que no tienen que ver con la región de origen de las personas, la posibilidad de que un par de humanos engendren un nuevo  humano sano y que éste a su vez sea fértil, es total, prueba irrefutable de que pertenecen a una misma especie.

    Para el caso de la reproducción animal, incluyendo a la humana, existe una dualidad muy interesante, es parte de cómo la vida en estos confines resuelve la continuación de esta experiencia natural, es  conocida como reproducción sexual.  Un individuo provee la mitad de una semilla y el otro la otra mitad, para el caso de la especie humana estos individuos son llamados hombre y mujer o macho y hembra para el reino animal en general. Un hombre por medio de la acción, conocida como cópula, deposita su simiente (espermatozoides) dentro de una mujer, si todo sale bien, uno de los millones y pequeñísimos espermatozoides alcanzará al majestuoso y gran óvulo de la hembra y de ahí, por procesos biológicos muy complicados, inicia la gestación de un nuevo humano. Este nuevo humano tiene un 50% de probabilidad de ser macho y un 50% de ser hembra, depende cual de los dos cromosomas sexuales del macho (unos espermatozoides traen el X y otros el Y), haya ingresado al huevo   para combinarse con el de la hembra, que siempre es un cromosoma X. Si la combinación resultante es XX será una hembra, si es XY, será un macho. Durante miles de años se culpó a la hembra humana de definir el sexo de los nuevos humanos que nacían de ella (y aún en la actualidad por algunos, se sigue haciendo) , digo se culpó, por el carácter dominante de los machos y su deseo persistente de desafiar a la probabilidad al querer sólo descendencia varonil, ignorancia pura.

    Los humanos tienen 23 pares de cromosomas en el núcleo de cada célula de su cuerpo (46 cromosomas en total), cada cromosoma puede contener miles de genes, éstos últimos son los rectores de la construcción y desarrollo de cada humano, por medio de esta bioquímica portentosa, se transmite codificada la historia evolutiva y las características a cada nueva persona. Las células reproductoras o sexuales, llamadas también gametos, son haploides, las únicas del cuerpo que sólo contienen 23 cromosomas (uno de cada uno), en este caso, se asegura la combinación entre los de la hembra y los del macho, óvulo y espermatozoide respectivamente, formando los 46 cromosomas base (23 pares) en el nuevo espécimen. Otras especies, difieren en el número de cromosomas que contienen en sus células, por ejemplo, los perros (Canis familiaris) tienen 39 pares; los gatos (Felis silvestris catus) 19 pares; el ratón (Mus musculus) 20 pares; el cerdo (Scrofa domestica) 18 pares; el caballo (Equus caballus) 33 pares; el elefante (Elephas maximus) 28 pares; con lo que puede inferirse que la cantidad de cromosomas por sí sola, no define el grado de inteligencia de una especie con respecto a otra.

    A la luz de este conocimiento que los humanos ya tienen, y a pesar de ello, la comparación entre los miembros de su misma especie es causa de terribles divisiones y disconformidad, provocando disputas, guerras, confrontaciones y conflictos innecesarios. No han sabido dominar a la bestia interna y su irracional predisposición al sentido de territorialidad los arrastra al enfrentamiento. Se asocian en comunidades con afinidades culturales e ideas semejantes y que llaman naciones o estados, crean barreras de protección (fronteras) y sistemas de identificación individuales que avalan  la pertenencia o no a tal o cual nación. Su visión es corta y bastante pobre, a pesar de habitar una misma casa, en este caso un planeta, se mantienen obcecadamente adheridos a pequeñas parcelas que defienden de los “extraños”, otros humanos que consideran que no son como ellos. Cierto que el sentido de territorio es un punto común del instinto entre las especies más evolucionadas de animales, pero el humano, como  única especie pensante, aunque con una racionalidad de grupo  e individual todavía limitada, tiene capacidad para resolver este problema de visión, al menos la comunidad europea, con raíces más económicas y de defensa que sociales y de integración de variedades culturales, es ya un indicio, aún bastante selecto y con enormes oportunidades por concretar, es un intento de la aún lejana comunidad de la especie humana única.

    En la particularidad de las personas, este sentimiento de diferenciación es frecuentemente acusado, transfiriendo estados de inferioridad por un lado, y estados de superioridad (siempre aparente), por otro. Aunque muchos humanos tratan de ser diferentes y mostrar cierta libertad de maneras, de formas de vestir, de gustos aparentemente originales, de expresiones novedosas, lo cierto es que siguen patrones definidos, los humanos son, en su gran mayoría, seguidores de tendencias. De esto hay un sin fin de pruebas que  han surgido durante la historia del homo sapiens.  Uno de los casos más notorios se observa en el tipo de vestimenta y calzado que utilizan, antiguamente estas diferencias eran mucho más grandes entre diversas regiones, en la actualidad, con el desarrollo de las comunicaciones, los viajes y en general, con un mayor contacto, algunas de las costumbres se expanden y son incorporadas a la vida cotidiana en regiones y culturas distantes geográficamente, por ejemplo el uso de los “bluejeans”, esos pantalones de los mineros, buscadores de oro y campesinos de las californias de finales del siglo XVIII y buena parte del XIX e.c. (contabilidad estándar del tiempo de la Tierra) y que ahora viste todo el mundo. Algo que se catalogaba o se desdeñaba como impropio en el pasado, ahora es aceptado sin problemas. Los usos y costumbres dentro de la cultura popular cambian con el devenir, los de la superficie, porque existen algunos que no lo hacen y permanecen, uno que se mantiene, algunas ocasiones abierto y otras soterrado o disimulado, es la discriminación. La hay en muchas vertientes y en grados variables. La discriminación es una forma de comparar muy superficial, tiene su origen en conceptos e ideas y no necesariamente en aspectos verdaderos o que sean importantes para la especie, básicamente se remite a diferencias culturales. 
       
    En el fondo, cualquier tipo de discriminación tiene al miedo como actor principal, lo que es diferente, lo que no se conoce, es un motivador de señales de alerta y de zozobra aunque no todo lo amenazante sea un peligro real. La fuerza de la asociación de grupo, sentirse parte de algo mayor que a la sola individualidad, le otorgaba una real y necesaria práctica en su pasado de cazador, cuando su mundo era hostil, lleno de bestias salvajes e incertidumbre, en la actualidad el peligro ha disminuido significativamente o no existe y ahora es principalmente una búsqueda de seguridad psicológica o afinidad de pertenencia. Los humanos en este sentido son seres sociales y buscan aglutinarse en estos círculos, además de la colaboración es una forma también para escapar de la soledad interna real con la que todos los humanos nacen y mueren. Una persona, en la profundidad de su psique, se encuentra a sí misma, se puede llegar a conocer como realmente es, para la gran mayoría es aterrador darse cuenta de la soledad subyacente o siquiera intuirla, por ello toda la gran cantidad de distracciones que se ha inventado, todo lo que provoque olvido y que palie el sufrimiento es bienvenido, se convierte en películas, telenovelas, series, espectáculos, futból, el antro, facebook, Internet, alcohol, drogas, los chismes, los “reality shows” y ahora la política de varios gobiernos, imitando a los de la tv. La fuerza del grupo o grupos a los que el humano se asocia es enorme, las leyes publicadas y las tácitas que se crean llegan a manejar su vida y forma de pensar, si el humano no ha madurado su pensamiento y no tiene un sentido crítico suficientemente desarrollado, el grupo implantará en él sus principios por varios canales, ese humano será sólo un engranaje y acatará los dictados y órdenes con su filtro mental comprometido y sometido a una voluntad exterior. El temor que se genera a la posible exclusión del grupo y volver a ser nadie, un ser aislado y solo, ínfimo y débil, bloquea a la persona de tal manera que lo lleva a realizar actos que muy posiblemente en su sano juicio jamás se atrevería a llevar a cabo o a adoptar creencias fantásticas de las que no tiene la menor idea propia, como los dogmas, o a aceptar lo que se le diga porque piensa que es lo correcto, lo dijo la autoridad del grupo. Las características grupales y comportamientos humanos se observan en las uniones de un barrio, como una pandilla, en cualquier tipo de asociación, especializada, religiosa, política o profesional, de un país o de una comunidad. 

    La comparación es discriminatoria y la discriminación es una comparación implícita, declarada, cuando se compara se discrimina, se divide, se hace a un lado. ¿Por qué no eres como tu hermano? ¿Por qué no eres normal como todos? Eres un infiel, eres cristiano. Eres un infiel, eres musulmán. Mis hijos van a un mejor colegio que el tuyo. Yo también tengo un auto como el del vecino, el no es mejor que yo. Qué gordo estás. Estas súper, mira que flaquita estás. Eres un indio bajado de la sierra a tamborazos. Qué naca mira cómo se viste. O estás conmigo o eres mi enemigo. Tú eres mujer, por lo tanto, no sabes nada. Eres negro, eres inferior. Eres blanco, de mejor raza, quisiera ser como tú. Eres igualito a tu padre. Pero no es sólo en las frases o pensamientos sino en los actos en donde también la comparación se lleva a cabo, es increíble que esta especie humana se desprecie y llegue a aniquilarse a sí misma por una idea o creencia frecuentemente equivocada. En ocasiones la comparación discriminatoria está oculta en un halo de sobre dimensión, de falsa deferencia y se establecen estatutos y leyes para contenerla aunque en el fondo no es fácil cambiar la natural aversión humana a lo diferente o a aquello que parece extraño. En un país de América llaman a los de piel obscura afroamericanos, haciendo alusión al continente de origen y en el que ahora viven, sin embargo a los que llaman blancos (que más bien serían “rosados”) de origen anglosajón principalmente, los siguen llamando blancos pero no euroamericanos, a los de origen italiano los llaman italoamericanos aunque Italia sea también un país europeo quizá sean diferentes si los llamaran euroamericanos, a los de origen mexicano regularmente se refieren a ellos como hispanos, por la lengua madre que hablan, pero ahí también incluyen a puertorriqueños, salvadoreños, hondureños, guatemaltecos, bolivianos y en general a todos los que hablen español, quizá realmente deberían llamarlos ameriamericanos o mejor, simplemente, americanos pero se confundirían con los otros americanos porque aparentemente hay varias clases.

    Ordenar o clasificar son actividades necesarias para organizar y optimizar recursos, la naturaleza en este planeta lo hace en todas sus facetas de la vida, los humanos dada su inteligencia, igual lo hacen, pero continuamente los propósitos razonables dejan paso a lo irracional y los desvíos son evidentes. El hombre está sujeto a estas dos corrientes, lo que le indica un pensamiento estructurado y coherente para su beneficio y progreso y  aquello que lo lleva a su propia autodestrucción, su parte de animalidad primaria, el orden y el caos, y sus variantes de grado, en una misma entidad. Quizá los humanos algún día aprendan a comparar lo que tenga real importancia para la especie entera y no sólo fijen su atención en encontrar diferencias en donde no las hay o éstas son llana y puerilmente superficiales. Un buen día, un buen día...


“It’s ironic that at the abundant dance of life, most humans are starving or trying to buy what should be had for free. Don't worry about what others do, just do your thing and never compare yourself to anyone”.






Continuará...
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