jueves, 14 de noviembre de 2013

Sexo y sexualidad humanos/Capítulo 3/Crónicas terrícolas por Kadok

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“...los comentarios sobre nuestra animalidad sin referirnos a nuestra humanidad o sobre nuestra humanidad sin referirnos a nuestra animalidad “son a tal grado estériles que caen en la tontería” (Simpson, 1969).”

Informe: 110101110101010100001101 e.c.

   
    En la actualidad, los humanos pueblan la Tierra exitosamente, según sus cuentas ya son un poco más de 7mil millones de personas (http://www.poodwaddle.com/clocks/worldclockes/). Por supuesto, la cantidad de individuos está muy aparejada con la capacidad del planeta y la invención humana para soportar y mantener cierto número de ellos en tal o cual periodo, aunque el número hoy podría ser mayor, muchos humanos mueren de hambre y de sed o por enfermedades perfectamente curables en estos días, la concentración de los recursos siempre ha sido una grieta en los sistemas humanos, en algunos lugares hay sobre abundancia y en otros una profunda escasez. La especie del homo sapiens ha contabilizado su población mundial en diferentes periodos, alrededor del año 8000 a.e.c. la totalidad de los humanos era de unos 4 millones, para el año 1000 e.c. ya totalizaban unos 265 millones, estas cuentas y otras, más o menos coinciden con las que he estado tomando en esos lapsos del tiempo corriente de la especie, aquellas anteriores que he obtenido, más atrás del estándar de esta especie no las considero aquí, los humanos no tienen referencia y podrían causar confusiones o especulaciones que por el momento, son innecesarias y no contribuyen a lo que aquí expongo.

    La especie humana utiliza un mecanismo biológico para expandirse y perpetuarse, no es la única especie que lo detenta y lo utiliza, está presente en todo el Reino Animal, inclusive en el Reino Vegetal. En el capítulo 2 lo mencioné y me refiero a la reproducción sexual, común para los organismos pluricelulares. Los humanos son seres primariamente sexuales y dado su carácter y complejidad cerebral, este instinto básico de la especie, entre otros, los hace adquirir prácticas muy particulares y desarrolladas respecto a otras especies. El Homo sapiens  es la única especie que realiza el acto sexual o apareamiento no sólo para intentar reproducirse sino como actividad común en sus relaciones entre pares con la intención de generar placer y disfrute sin buscar necesariamente engendrar descendencia. Los humanos son sexualmente activos todo el tiempo, no tienen épocas de celo temporales como otras especies de la misma clase (Mamíferos) y las hembras podrían engendrar en cualquier fase de un año común terrícola.

    Algunos humanos se han ocupado de la observación y estudio de las conductas sexuales de diferentes especies, incluyendo la de sí mismos. Existen tratados y exposiciones muy completos que profundizan e intentan comprender desde diferentes puntos de vista, el desarrollo de estas actividades y de qué manera forman parte integral del individuo y de la sociedad. He encontrado que desde un punto de vista biológico y particularmente zoólogo, el terrícola Desmond Morris nos da información muy valiosa, honrada y valiente de esta especie tan escurridiza en cuanto al tratamiento de su animalidad se refiere. Su ensayo “El mono desnudo”, publicado en el año de 1967 e.c. es un material excelente que todo humano debería considerar leer e incorporar a su base de conocimiento, para atajar un poco la soberbia humana. Para la mayoría de los humanos no es fácil aceptar su parte biológica y tratan de no hablar mucho de ello y aunque es más que evidente que compartimos funciones básicas con todos los mamíferos, el que alguien le diga a otro “eres un animal”, se entiende como un insulto degradante y bastante ofensivo. Ya lo dijo Montaigne, hombre culto y sobresaliente del siglo XVI, en su ensayo “De la experiencia”: “todos defecan, incluso los reyes, los filósofos y las damas”, como para recordar que las funciones humanas más humildes son la esencia misma de la vida y pertenecen a toda la especie (y a otras), son degradantes en la medida de la ignorancia que tenga el hombre o mujer sobre su condición humana, entre mayor sea la primera (en este caso, la ignorancia), menor aceptación integral como ser humano.

    En su introducción del ensayo que menciono arriba, el Sr. Morris inicia: “Hay ciento noventa y tres especies vivientes de simios y monos. Ciento noventa y dos de ellas están cubiertas de pelo. La excepción la constituye un mono desnudo que se ha puesto así mismo el nombre de Homo sapiens . Esta rara y floreciente especie pasa una gran parte de su tiempo estudiando sus más altas motivaciones, y una cantidad de tiempo igual ignorando concienzudamente las fundamentales. Se muestra orgulloso de poseer el mayor cerebro de todos los primates, pero procura ocultar la circunstancia de que tiene también el mayor pene, y prefiere atribuir injustamente este honor al vigoroso gorila. Es un mono muy parlanchín, sumamente curioso y multitudinario, y ya es hora de que estudiemos su comportamiento básico.” Más adelante, en la misma introducción, Morris añade: “Sírvame de excusa el hecho que, a pesar de su gran erudición, el Homo sapiens sigue siendo un mono desnudo; el adquirir nuevos y elevados móviles, no perdió ninguno de los más vivos y prosaicos. Esto es, frecuentemente, motivo de disgusto para él; pero sus viejos impulsos le han acompañado durante millones de años, mientras que los nuevos le acompañan desde hace unos milenios como máximo...y no es fácil sacudirse rápidamente de encima su herencia genética acumulada durante todo su pasado evolutivo. Si quisiera enfrentarse con este hecho, sería un animal mucho más completo y tendría menos preocupaciones. Tal vez en esto pueda ayudarle el zoólogo.”

    Dado el pensamiento de los humanos, el comportamiento sexual se vuelve muy complejo para esta especie, las señales sexuales varían de un grupo a otro, por necesidades sociales y culturales, el sexo es visto en diferentes ángulos y afrontado de diversos modos. Aunque hay algunas características comunes para toda la especie que influyen en la elección de una pareja como por ejemplo el vigor y salud observado entre sus miembros y que es más destacado en la juventud, instintivamente el humano busca elegir la pareja que prometa una descendencia saludable y fuerte. A partir de esta base biológica, pudiera decirse y como mencionamos, instintiva, intervienen factores sumamente complicados en la elección actual de una vida común y sexual entre un homo sapiens y otro. La búsqueda de seguridad y permanencia, la creación de lazos de familiaridad estables y prolongados, son factores fundamentales que los humanos esperan encontrar al elegir una pareja. La sexualidad humana se extiende mucho más allá de la sola búsqueda de reproducción o formación de un núcleo familiar, como lo establece la fuerza natural. No todos los humanos tienen éxito en la exigencia primaria de perpetuación de la especie y llegan  a formar una unidad estable para la formación de su descendencia, los hijos; en ocasiones, parejas del mismo sexo (homosexuales, hombre-hombre, mujer-mujer) que deciden unir sus vidas, incorporan hijos a su unidad, ya sea en adopción o en el caso de mujer-mujer, a veces utilizando técnicas de reproducción asistida en una de ellas, evidencian la fuerte tendencia de trascender en la fundación de una familia con descendencia, a pesar de las elecciones en la práctica sexual que lo impedirían de forma espontánea.

    El comportamiento sexual del humano, está conformado por la biología inherente como ser vivo y por la cultura que ha producido y que le rodea. La formación de una serie de reglas, estatutos y creencias para vivir en sociedad de la mejor manera posible, ha sido, desde sus inicios, una constante en el desarrollo de los pueblos. Hablar de una cultura única es no conocer a los humanos, en vista de la diversidad de pensamiento, existe una gran variedad de subculturas que más o menos pueden llegar a coexistir pero que quizá nunca lleguen a congeniar totalmente. Los signos de madurez sexual en los humanos llegan en la adolescencia, la biología no espera y como impulso natural, no le interesa que tan preparado esté el individuo emocional y psicológicamente para recibirla, este es un proceso general de la especie que se da en todos sus miembros de una forma bastante regular, los humanos William Gotwald jr. y Gale Holtz en su libro “Sexualidad, la experiencia humana” mencionan, en referencia al disparador natural biológico con respecto al factor cultural para estar mejor preparados a estos cambios: “No obstante, la mayor parte de nosotros crecemos con conocimientos limitados de lo que se espera en seres humanos sexuales, esto es, qué podemos prever cuando nuestros cuerpos alcancen la madurez biológica y qué esperamos cuando debemos enfrentarnos en sentido emocional con estos cambios.” Más adelante, estos autores: William Gotwald jr., hombre, biólogo y maestro; Gale Holtz, mujer, conductista y terapeuta; añaden un interesante episodio del comportamiento humano, en ocasiones ambivalente con respecto a las cuestiones sexuales: “...cuando el gobierno (de los EEUU) decidió que las naves espaciales Voyager, lanzadas en 1977 e.c., llevaran un mensaje de la Tierra durante su viaje más allá de los planetas y hacia el espacio profundo, los científicos decidieron incluir en el “mensaje” fotografías de un varón y una mujer desnudos y un dibujo del aparato genital humano. Consideraron que podrían informar a los extraterrestres (yo, Kadok, ya lo sabía), si acaso encontraran el cohete y el mensaje luego de 40,000 años, para comunicarles cómo nos vemos y la forma en que nos reproducimos. Pero las fotografías y el dibujo fueron “borrados” del mensaje por los responsables, quienes los consideraron “inapropiados para incluirlos” (Wade 1977). Probablemente este contrasentido se perdió con aquellos sensores galácticos autoequipados. Henos aquí, enviando un aparato de complejidad sublime hacia el exterior, sin duda una hazaña tecnológica admirable, para proclamar el adelanto de nuestra civilización a la vez que nos debatíamos en la incapacidad terrena para encontrarnos cómodos sobre la sexualidad.”

    Sexo y sexualidad son percibidos por los propios humanos en muy diferente sentido, Gotwald y Holtz comentan al respecto: “La mayor parte de las personas, al reaccionar a la palabra sexualidad, usan términos que connotan sentimientos como amor, comunicación, unión, compartir, tocar, cuidar, sensualidad y erótico. Al definir la palabra sexo se nos mencionan términos que indican “hacer” algo, como cópula, orgasmo, vagina, pene, genitales y “hacer el amor” .”

    La sexualidad incide en la vida de los humanos mucho más de lo que ellos mismos se imaginan o creen, frecuentemente en formas disfrazadas y no claramente visibles, en las más variadas manifestaciones de la vida diaria, actividades tan comunes e inocentes como pintarse los labios y dar forma a las cejas y a las pestañas para realzar los ojos en las mujeres, tienen una base de atracción sexual. Seguir siendo atractivo o atractiva sexualmente es un deseo humano muy común, el aseguramiento de una mejor salud y un cuerpo vigoroso y tonificado, dos de los componentes más significativos en la selección de pareja temprana en todas las subculturas humanas, se ha extendido a los sujetos de edades maduras en forma masiva, el “moldeo” del cuerpo quirúrgicamente resaltando las partes típicas de señales sexuales en mujeres (senos y nalgas) también es común y no sólo en las mujeres maduras sino inclusive en aquellas muy jóvenes que no han completado aún su desarrollo.

Continuará..
 

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