martes, 30 de agosto de 2022


 En Nuevo León padecemos, como en otras partes del mundo, de una sequía prolongada de varios años debido a las condiciones del clima imperante en estos tiempos. Aunque mejor dicho, son al menos dos tipos de sequía: una por la atmósfera, digamos "natural" –ni tanto, por eso entre paréntesis, sabemos de la injerencia del hombre– , la otra y más preocupante, es muy humana y tiene qué ver con la política, más objetivamente con la profunda carencia del bienhacer en esa política, y que no es otra cosa que corrupción. El pueblo llano lo dice, el pueblo llano lo padece. Como es obvio, los medios solo cumplen su parte de complicidad en la parodia de esta sequía política y persiguen a los anunciantes, al final, es lo que les importa. Quizá por ello una llovizna, digna de llamarse así, como la que aparece en la foto eleva el corazón de cualquier habitante de estos parajes del noreste del país. Lo que para unos podría ser otra lluvia más, para el habitante de estas regiones es una esperanza de que la sequía "natural" sea aliviada, al menos promueve la esperanza de contar con el líquido en casa corriendo una vez más en el grifo. La otra sequía, la política, no parece tener llenadera, va ligada con la ambición humana y esta es infinita, como se ha observado.  

 

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 Iba a tomar una foto abierta de esa esquina cuando la pareja del primer plano (y de espaldas) se puso ahí mismo, así que en un segundo cambié la perspectiva de la toma, y salió esta foto. Ya saben, la idea es sacar lo mejor de una situación inesperada.

😊

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jueves, 18 de agosto de 2022


 Líneas, materiales, creaciones de ambientes, de sensaciones, huellas del habitat humano. (arquitectura e interiores, collage).

 

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 El retrato como expresión y búsqueda de la esencia humana. La fotografía con sentido. (Collage retratos)

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 ¿Qué es la fotografía?

 Mi visión personal

    La imagen fija tomada con intención tiene una magia intrínseca que no se encuentra en la naturaleza, no importa el soporte, químico, electrónico o lo que se invente mañana. Una fotografía es un trocito de lo que podemos percibir y que no es otra cosa que ilusión como lo es lo que traducimos en nuestro cerebro como real. En las imágenes que cualquiera en estos días puede hacer se permuta lo que es esa persona con lo que trae consigo, es el reflejo de nuestros pensamientos, nuestra cultura, nuestras experiencias, si la fotografía que observamos no nos mueve, no nos dice nada, es una imagen tan vacía como el que la tomó, hoy se producen millones de ellas por día. Cierto, la fotografía puede ser depredadora y llevarse parte del alma del fotografiado o causar fuertes impresiones, pero esto es momentáneo ya que por otro lado inmortaliza al personaje, a la historia, al evento, a la circunstancia; siempre, como lenguaje que es, dentro de un contexto. Nada hay comparable a una fotografía, ese instante no se repetirá, no habrá otro igual: las flores se marchitarán, las personas se irán, las luces se apagarán, los monstruos debajo de la cama cansados de no lograr su efecto por fin serán solo recuerdo, pero las imágenes, esos instantes diferenciados, permanecerán hasta el final de los tiempos, como lo han hecho las imágenes que nos anteceden. 

 

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 Autorretrato

 

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 La última y nos vamos...y nos fuímos.


   En la jungla te encontré, en la jungla te besé sin escafandra, por eso, ahora soy vegetación, soy jungla como tú, sin apenas desearlo.

jueves, 11 de agosto de 2022


Sin agua

Donde las cucarachas se suicidan

     De nuevo ¡no!, ¡¿pero qué les pasa a estas sobrevivientes del mundo?! La encontré ahí, flotando, inerte, otra más que muerde el polvo, en este caso el agua. Ahí, en uno de los recipientes para almacenar agua que en estos tiempos de escasez del líquido proliferan por lavanderías, duchas y sanitarios de todos los hogares, claro, si tienes un tinaco o una cisterna la llevas mejor, al menos ya tienes un depósito grande, puedes resistir un poco más, pero llegará un día en que se vaciarán, para ese entonces ya nadie estaremos aquí, digo aquí, en donde no haya agua. Siempre me he preguntado como es que estos bichos internacionales, las cucarachas, deciden morir en lugares abiertos y a veces bastante iluminados si son su sitios más odiados o en cubetas conteniendo agua, la del trapeador, por ejemplo o la almacenada para los trastes o el sanitario, como es común ahora.

      Una cubeta llena de agua es una enorme piscina para una cucaracha, un peligro inminente para cualquiera de estos insectos, pero también, y como se observa, un poderoso atrayente para ellas. A nosotros nos pasa lo mismo, no necesitamos drogas –¿o sí?– salvo para casos particulares, sin embargo, la promesa de proveernos de experiencias placenteras al consumirlas, al menos por corto tiempo, es quizá la misma propuesta de un charco de agua para una cucaracha. Quizá intentan evadir su también patética vida, como diríamos, una vida de perro, aunque no es seguro quién la pase mejor, el perro o la cucaracha, lo que sí, es que los perros son bienvenidos por los humanos y las cucarachas no tienen mucha suerte; muy probablemente por sus asquerosos, nauseabundos y sucios sitios que habitan. Bueno, los perros son bastante sucios también, son  animales de covacha, como los lobos o los coyotes, y ahí en la cueva hacen de todo, sí, de todo. No comparemos a un mamífero cuadrúpedo con una insecto, hay que observar la evolución, aunque la cucaracha tiene más, mucho más tiempo en la Tierra, que los perros, y que los humanos.

    ¿Seré un apologista de las cucarachas? Para nada, traigo el gen de repugnancia natural del género humano contra estos bichos, igual contra las serpientes y las arañas. Es algo que está ahí, nos viene de fábrica, quién sabe que difíciles experiencias pasaron nuestros ancestros con estos bichos. Luego vino la tradición que exponía que cada creación, por asquerosa y fétida que nos parezca, viene de la misma fuente: de la propia naturaleza y por lo tanto del creador. Si el creador diseñó a estas especies, debe de haber una poderosa justificación, de algo han de servir, es lo mismo que pasa con los políticos del mundo, principalmente los de este país, no sabemos por qué están ahí, necesitamos la distancia del tiempo para entender –o no, porque la posibilidad de nunca saberlo está servida– por qué existen, para qué sirven, cuál es su propósito. Solo el creador lo sabe…porque, ¿sí lo sabe, no?
    
    Es muy posible que esta escasez de agua en la ciudad y el estado nos trastorne un poco, digo mejor, bastante. A las cucarachas quizá les venga muy sin embargo, igual a los pajarillos –otros animalitos sucios de la naturaleza–. Pero, ¿por qué falta el agua?, nos explican que la sequía es la culpable, como si esto fuera nuevo; estamos en una zona propensa a estos eventos, habitamos una zona en su mayoría semiárida, en los años 80’s hubo cortes de agua importantes en la ciudad, solo había agua en el grifo unas cuantas horas al día. En esa época ya vivía en Monterrey. La crisis no era tan dramática como la de hoy en día, el programa de recorte implementado por los responsables de la potabilización y distribución del agua hace unos meses, en donde dividieron a Monterrey –zona metropolitana– en zonas, proponía quitar un día de abasto de agua, un día para cada zona hasta cubrir todas las zonas y luego reiniciar. A mi zona le tocaba no contar con agua en casa los días viernes. Esto nunca se cumplió, los viernes no había ni una gota en la tubería de casa, pero tampoco la había en otros días además del día señalado por el programa. Luego desecharon este programa y mantuvieron, por corto tiempo, el servicio –con mínima presión– unas cuantas horas por la mañana –de las 4:00am a las 10:00am–, éste último duró poco tiempo y no fue todos los días. Hoy, que se sepa, no hay programa, los últimos quince días han dejado un día con servicio de agua y tres o cuatro sin ella, eso pasa en mi colonia y quizá soy de los privilegiados, quizá por la férrea pelea del alcalde del municipio que se quita la camisa por su gente. La cuestión es que no sabemos cuando tendremos agua, cuándo habrá y cuando no; es una serendipia para cada uno de nosotros, así que estamos sujetos al arbitrio de algunos entes del gobierno, diría que de varios, y cuando un problema se politiza, cuidado.  

    Hay lugares en la ciudad y sus alrededores que no han tenido agua en sus grifos en semanas, se han implementado servicios emergentes de distribución de agua en camiones cisterna –llamados pipas– para hacer llegar un poco de agua a estas personas, no sin ocasionarles ciertos sacrificios en el traslado de esa agua a sus casas o las largas filas que, hasta en la madrugada, han tenido que hacer las gentes de estas colonias, nada fácil. Es sabido que las obras que “no se ven” son eludidas por el ego de los políticos en cargos con poder para llevar a cabo obras y servicios para la comunidad. Hablamos de drenaje profundo, reparación y mantenimiento de calles y avenidas, obras pluviales y sí, obras para asegurar el agua para la población en donde se considere su crecimiento, como es el caso de Monterrey. Por supuesto que los cambios en las condiciones climáticas han sido obvias, sobre todo para los que han estado aquí durante mucho tiempo en la región, se sienten los inviernos o mejor dicho, no se sienten, ahora son como otoños prolongados, lo que no está mal, pero no es lo que solía ser. Las sequías se alargan, llegará un punto en el que será permanente y quitaremos lo semi de semiárido. Sí, el cambio del clima se nota.

     La larga sequía no es la única “culpable” de no contar con agua potable suficiente para la población de Monterrey, la planificación no ejercida en encontrar las soluciones para mantener un flujo de agua entubada suficiente para sus habitantes ha tenido también su cuota de responsabilidad. El crecimiento de la ciudad igual ha incidido en este problema, pero este también es un factor que cualquier planificador que se digne de serlo tiene que tomar en cuenta para sus predicciones. Es como cuando llega a llover copiosamente en la ciudad –una o dos veces al año, con suerte en estos tiempos–, se forman ríos y lagunas en las calles y avenidas, en algunos pasos a desnivel se acumula agua con varios metros de profundidad. Lo curioso es que estas acumulaciones siempre son en los mismos lugares. Provocan accidentes y daños a personas y automóviles, son etapas de enojo de la población contra la costumbre de desdeñar el mantenimiento y arreglo de esas áreas, son de las clásicas obras que “no se ven”. El agua se evapora en unos días y la situación cae en el olvido –hasta la nueva lluvia anual–, entonces ¿por qué asignar recursos para reparar las evidentes malas obras si se evidencian en muy, muy pocas ocasiones? Hay que cuidar el presupuesto y asfaltar –con asfalto de la menor calidad pero pagado como de primera, el moche es mayor– para luego volver a asfaltar muy pronto, y de nuevo, y de nuevo, el ciclo ganador, el sueño de muchos políticos y miembros del gobierno.

    ¿Y las cucarachas?, ahí están, ahí estarán, ahí seguirán; tan asquerosas como siempre, tan ufanas como es usual al mover sus antenitas; harán lo que han hecho siempre, ¿y qué demonios hacen?, solo ellas lo saben. Continuarán apareciendo flotando en las cubetas y tinas con agua; boca arriba en el piso de la cocina; tiesas en los rincones de las habitaciones. Trapear con Fabuloso ayuda al exterminio, pero muy poco. Esas horribles cucarachas serán los testigos, como especie, de lo que una vez fue la pujante ciudad de la cerveza, el concreto, el futból, el acero, la chirigüillez, la fresedad, y los acentos golpeados y orgullosos, a veces mal entendidos, de los que unas vez fueron los regios, y los adoptados de San Luis, de Veracruz, de Chiapas, de Oaxaca. Cuando el destino alcance a esta región, solo veremos, como en el árido viejo oeste, cruzar a las barrillas el horizonte de una tierra yerma, sin alma, sin agua, sin vida humana.



fonbòs
Martes 26 de julio de 2022
Escobedo, NL

martes, 5 de julio de 2022


 Jardín de hacienda/
La noria, sugerida al costado derecho, agrega al conjunto el tiempo que alguna vez fue y que no regresará jamás. Esas paredes revestidas de blanco en el viejo jardín susurran todos los soles, todas las noches, todos los aciagos momentos de los ataques que hacían de vez en cuando los naturales, con justicia o no. Unas gallinas; un cerdo; algunas mazorcas; con ventaja, un caballo, nuestro bien más querido. Nos recordaban nuestra suerte de invasores, pero claro, con el Señor de nuestro lado, siempre de nuestro lado. El  hambre de los salvajes y la nuestra misma, era la culpable de nuestros enfrentamientos y de nuestro encono. Ese mesquite torcido, como nosotros, torcidos por el destino que nos tocó, pero de pié, nos delata, pero también nos acoge en una  interminable nostalgia del aroma del azafrán; en las babas del cactus y sus hojas; en los gusanos con sabor a tierra americana virgen; en los colores del frijol rojo; en el olor del maíz tostado al fuego; en todo este horizonte del norte de la Nueva España, más mestizo en su comida a fuerza de costumbre que de su sangre, porque, ¿Con quién, que ya hubiese estaba aquí, nos emparejábamos y continuábamos esas combinaciones? No hubo nadie. Todos ellos finalmente desaparecieron muy temprano. No quedó otra, de no ser así hubiéramos desaparecido hace tiempo.

viernes, 1 de julio de 2022


 Ardillas/
Vuelas por una semilla, trepas con agilidad pasmosa, movimientos innatos. Roedor simpático; cola blonda y grácil. Tus ojillos pispiretos han visto amaneceres y amenazas nocturnas. De árbol en árbol no encuentras sosiego, parecieras un humano de hoy de cualquier ciudad, tenso, con esa ansiedad desbordante. La leyenda dice que las ardillas una vez fueron humanos de una enorme ciudad, dado su ferviente deseo, su desesperanza, dioses compasivos se apiadaron y quitaron la razón de su entender, y aunque continuamente mantienen esa perniciosa ansiedad, ya no sufren por ello o cuando menos, no se dan cuenta.


 Túnel frondoso/
Imagínate, solo imagínate, caminar por un túnel de colores suaves lleno de luz; ahora imagínate esa experiencia en compañía de alguien que te atraiga, alguien que te emocioné, que te renueve en donde tú te compartas igual, íntegramente en una rica e interesante conversación, claro, con aquellos silencios necesarios de comunión. Que nada perturbe esa armonía, que nadie se atreva. No móviles, no iPads o tabletas, ninguna cosa  que te encadene ¿No sería maravilloso?


 Big Wheel/
Uno a veces está arriba, uno a veces está abajo. Con exactitud no sabemos en que posición estamos, en un momento determinado no es posible saberlo; la comparación con otros no nos sirve, es inútil. Compararse con uno mismo podría parecer lógico aunque tampoco obtenemos respuestas. Lo mejor es disfrutar los vertiginosos ascensos y descensos, esos sí nos mueven las tripas, al fin de cuentas somos seres emotivos.


 Escalera al cielo
¿Adónde llegará? ¿al cielo? El arriba y el abajo son lo mismo, todo depende de la perspectiva del observador, ¿quién te dice que esa escalera realmente baja o que realmente sube? el marco de referencia es lo que nos dice la verdad para un caso particular. Por ello una de las máximas del Kybalión: “Como es arriba es abajo y como es abajo es arriba”.


 Balcón doble
¡Pero cuantas direcciones! Cuantos ángulos, cuantas vértebras desnudas, sin carne, sin aliento, muerte. Óxidos contenidos, ogros en su claustro, progreso de los siglos ferrosos que aún se sostienen, y que de seguro, fríos e inertes, como son, nos pasarán en los eones que vienen.


 Reflejos
Esos autorretratos de imagen rebotada, en donde ni siquiera se tiene la certeza de si eres tú, solo porque tú lo dices ¿de verdad eres tú? Imagen no del ego de un selfie pueril de los de hoy sino de más adentro, sí, tiene algo de ego pero también de renovación y de cierta esperanza, cosas de las que carece una selfie.


 Aguas frescas
Colores listos para que entren a tu cuerpo, invadan tu garganta y te provoquen frescura, tal es su vocación. Bendiciones encontradas por las calles de magma donde los caminos se vuelven chicle y las pasiones crecen aturdidas con los Kelvin, los Celsius, los Fahrenheit a tope.


 _¿Adónde apuntan esos cañones?  
_A los asteroides peligrosos, claro, ¿adónde más?  
_¿Al cielo, a Dios?  
_¿Cómo crees? No espera, quizá sí, parecen ser semaraditas, ellos viven al revés.  
_¿Nosotros somos entonces el anverso o el reverso de ellos?, ¡nosotros somos “los buenos”! ¿cierto?


 Días nublados. ¡Cómo los extrañamos en estos tiempos! mucho más aún, los lluviosos. Los días de neblina, esos que ayudan capturando algunas partículas de polución del ambiente depositándolas en el suelo, limpian un poco; al menos, al difuminarse, reviven la esperanza y a veces, tan solo a veces, nos permiten ver las montañas, imponentes, eso ayuda al ánimo, o al desánimo, como se quiera ver.


 Un día, en competencia, circularon por aquí coches muy rápidos; cuando dejaron de hacerlo, los peatones se pusieron muy contentos. Esa alegría no duró mucho, llegaron los ciclistas desordenados. La bici tiene una aura santurrona, verde, inofensiva, locomoción natural, defendida por todos. No es sino hasta que un ciclista te atropella cuando esa dulzura se desvanece. Nada es blanco blanco, ni negro negro.


 Seis palmeras. Hablaban entre sí, cada una se ufanaba de tener los mejores cocos: los más redondos; los más grandes y jugosos; los más sanos; en fin, los mejores. Lo cierto es que ninguna de las palmeras había tenido ni un medio, ni un cuarto, ni un octavo de coco, pero el orgullo en juego era inmenso, además, ¿quién podía desmentirlas? ¿un coco ausente?

El hombre de hierro. Hay fierros que hacen a otros fierros. Concebidos como tales, a veces se manifiestan casi abiertamente, otras veces se ocultan de los curiosos. Siempre están ahí, al acecho, para hacer el mal, para hacer el bien, nunca se sabe. Sé prudente cuando te encuentres con uno, no lo desestimes pero tampoco lo idolatres.