Todo el mundo habla inglés en los filmes.
Entre lenguas te veas.
Alguna vez lo fue el griego, el arameo, el latín, más antiguamente el sumerio y luego el acadio, en el México precolombino fue el náhuatl. “Lingua franca” también conocida como lengua vehicular, idioma dominante que se extiende entre diferentes pueblos y culturas y que como segunda lengua se adquiere para facilitar las interrelaciones y los intercambios, principalmente comerciales.
Quién es quién.
La lengua franca, como factor dominante, va precedida regularmente por el dominio cultural, económico o político del pueblo que la habla como lengua nativa, así se puede observar en historia. La lengua vehicular queda acotada por la extensión geográfica que el pueblo dominante llegaba a abarcar, de esta forma, aunque el latín se hablaba en todo el mundo occidental, en grandes extensiones de Asia la lengua franca era el chino clásico. En los tiempos actuales, con el vertiginoso desarrollo del transporte y de las telecomunicaciones, la barrera de la distancia ha sido franqueada, la “lingua franca” es, en todo el mundo, innegablemente el inglés.
Todos hablan inglés.
Estamos tan acostumbrados a escuchar que los personajes en una película hablen en inglés que se nos haría raro que los griegos no lo supieran: Aquiles, Agamenón, Príamo, Héctor, Paris, Menelao, todos, griegos y troyanos, hablando en inglés, es ridículo, Homero revolcándose en el Hades, particularmente espero, en el Elíseo. Chinos, alemanes, suecos, mongoles, macedonios y todos los pueblos olvidaron su lengua materna en las cintas anglosajonas. Pero qué digo, si hasta los extraterrestres hablan inglés. Hay que mencionar que existen cintas, poquísimas que al respecto han hecho un esfuerzo meritorio por salirse de esta corriente, por ejemplo, el filme de M. Gibson, más allá de si es o no una buena cinta, circunscrito en el siglo XVI del pueblo maya llamada “Apocalipto”, los personajes hablan en maya y hasta lo parecen, pero esta excepción no es regla.
Castellano entre dientes.
Vergüenza es lo que causa escuchar a alguien que presume de hispano en una película estadounidense cuando por circunstancia del guión lo hacen hablar en castellano. Si como ese presunto sujeto habla un probable español ¿de esa misma forma los demás en la cinta hablarán el inglés? O sea, mal, torpe y con un “acentouu” que a claras luces denota el desuso completo del idioma. Siempre pensé que Pancho Villa habló español durante su vida, con acento y modos norteños, pero español, ahora creo que era bilingüe, bien por el castellano de Antonio Banderas torcido al del norte de México, al menos.
El Capitán Alatriste hablando en su lengua.
Qué maravilla escuchar el español del siglo XVII llevado a la pantalla en la cinta “Alatriste”, más aún escuchar el perfecto castellano, con el seseo propio de la región, de Viggo Mortensen. Qué efecto de veracidad se imprime a los filmes cuando son hablados en el idioma propio y nativo de la historia que se cuenta, no importando la nacionalidad de los actores o la producción de la cinta.
Como el latín a Roma.
¿Cuánto durará la hegemonía del inglés como “lingua franca”? quizá durante nuestra vida, la de nuestros hijos, la de nuestros nietos y más allá. El latín vivió con fuerza cientos de años, se deshizo luego en las llamadas romances. Quién sabe si en algún tiempo, quizá largo, ahora veremos a Pancho Villa hablando en chino mandarín o en “spanglish” definitivo, o probablemente a Stalin o Kennedy hablando en “chinanglish”, solo esperaríamos que quién domine haga hablar a los personajes, de ficción o históricos, en su lengua nativa, por favor, con los subtítulos que sean al caso. °
pensamos con la lengua, vemos con nuestro cerebro; un teclado, un bolígrafo o un lápiz y una cámara son solo intrumentos, nunca lo olvides.
martes, 8 de diciembre de 2009
Artículos Breves 99+2
El Drama: emigración de mexicanos a los EEUU
¿Un tácito acuerdo entre países?
Como símbolo de alimento mesoamericano el tamal (tamalli) renueva la condición del mexicano actual desde sus raíces precolombinas, pero como todo país, es uno de los muchos fundamentos de identificación con que cuenta.
La imagen viene representada por la mujer indígena que obtiene los granos de la mazorca, alimento centenario, la molienda luego y el nixtamalizado para obtener la masa, con la que posteriormente embarra con sus manos las hojas del maíz, cocidas después obteniendo los tamales, acompañados con atole de arroz, que ofrecerá a su familia. Al menos a su hijo, pero no al padre y esposo ausente.
Esta imagen real, vista en televisión en la serie México Nuevo Siglo, en uno de sus programas del 2004 trasmitido recientemente, nos señala y nos recuerda el drama en el que viven millones de mexicanos que por necesidad de encontrar (lo que no encuentran en su tierra) una fuente de subsistencia y de trabajo, incursionan y emigran a los EEUU, nos proporciona otro símbolo dentro de la mixtura de este país de contrastes: “El espalda mojada”.
Familias destruidas.
Pueblos desiertos de hombres, donde el matriarcado funge como la estructura de respuesta ante la vida y la necesidad, es una de las consecuencias más evidentes. Desde el norte hasta el sur, pequeñas comunidades recienten la ausencia de manos, los campos yermos e improductivos; la incapacidad del gobierno para fomentar programas de desarrollo social y económico eficientes, como medidas para retener la fuerza laboral, es clara.
Una historia de amor y odio.
Las relaciones entre México y los EEUU nunca han sido fáciles, la emigración de mexicanos inició en el momento mismo del movimiento de fronteras en el siglo XIX, cuando los Estados Unidos se hicieron con los vastos territorios del norte de México, quedando ahí población de raíz mexicana. Después el desarrollo del ferrocarril en las nuevas tierras estadounidenses, así como la agricultura, atrajeron a otros miles de trabajadores mexicanos. La inestabilidad económica y social de los últimos años del siglo XIX y principios del XX en México, provocaron oleadas de emigración, asociadas a necesidades de mano de obra en los EEUU. Tan solo el contraste apabullante entre las economías de estos países nos explica, en parte, la atracción que ejercen los EEUU como destino de trabajo. El PIB per cápita de los EEUU en el año 2008 fue de $47,422 Dlls.US mientras que el de México fue de $10,200 dlls.US, de acuerdo al FMI.
La venganza de Moctezuma.
La Oficina del Censo de los EEUU nos dice que hay 31.7 millones de hispanos en su país, que representan el 11.7% de su población total. Aproximadamente 20 millones son de origen mexicano, 6 millones son indocumentados. La ciudad de Los Ángeles concentra la mayor cantidad de mexicanos después de la ciudad de México.
Datos Negros y Remesas.
Se calcula en promedio que muere una persona al día en el intento de cruzar hacia los EEUU en forma clandestina. De enero a julio del 2009 se han reportado 306 muertes de migrantes, la Patrulla Fronteriza declara incremento de casos en zonas de Texas y Arizona.
El segundo ingreso del país, después de los petroleros, lo son las remesas o envíos de dinero que realizan los trabajadores mexicanos desde los EEUU, en el 2007 ascendieron a $21,939 millones de dólares.
Pareciera que ambos gobiernos convienen: hacer como que se hace y dejar las cosas como están, uno recibe la mano de obra barata que requiere y el otro los ingresos por remesas que tan bien le hacen, un puro trato económico. °
¿Un tácito acuerdo entre países?
Como símbolo de alimento mesoamericano el tamal (tamalli) renueva la condición del mexicano actual desde sus raíces precolombinas, pero como todo país, es uno de los muchos fundamentos de identificación con que cuenta.
La imagen viene representada por la mujer indígena que obtiene los granos de la mazorca, alimento centenario, la molienda luego y el nixtamalizado para obtener la masa, con la que posteriormente embarra con sus manos las hojas del maíz, cocidas después obteniendo los tamales, acompañados con atole de arroz, que ofrecerá a su familia. Al menos a su hijo, pero no al padre y esposo ausente.
Esta imagen real, vista en televisión en la serie México Nuevo Siglo, en uno de sus programas del 2004 trasmitido recientemente, nos señala y nos recuerda el drama en el que viven millones de mexicanos que por necesidad de encontrar (lo que no encuentran en su tierra) una fuente de subsistencia y de trabajo, incursionan y emigran a los EEUU, nos proporciona otro símbolo dentro de la mixtura de este país de contrastes: “El espalda mojada”.
Familias destruidas.
Pueblos desiertos de hombres, donde el matriarcado funge como la estructura de respuesta ante la vida y la necesidad, es una de las consecuencias más evidentes. Desde el norte hasta el sur, pequeñas comunidades recienten la ausencia de manos, los campos yermos e improductivos; la incapacidad del gobierno para fomentar programas de desarrollo social y económico eficientes, como medidas para retener la fuerza laboral, es clara.
Una historia de amor y odio.
Las relaciones entre México y los EEUU nunca han sido fáciles, la emigración de mexicanos inició en el momento mismo del movimiento de fronteras en el siglo XIX, cuando los Estados Unidos se hicieron con los vastos territorios del norte de México, quedando ahí población de raíz mexicana. Después el desarrollo del ferrocarril en las nuevas tierras estadounidenses, así como la agricultura, atrajeron a otros miles de trabajadores mexicanos. La inestabilidad económica y social de los últimos años del siglo XIX y principios del XX en México, provocaron oleadas de emigración, asociadas a necesidades de mano de obra en los EEUU. Tan solo el contraste apabullante entre las economías de estos países nos explica, en parte, la atracción que ejercen los EEUU como destino de trabajo. El PIB per cápita de los EEUU en el año 2008 fue de $47,422 Dlls.US mientras que el de México fue de $10,200 dlls.US, de acuerdo al FMI.
La venganza de Moctezuma.
La Oficina del Censo de los EEUU nos dice que hay 31.7 millones de hispanos en su país, que representan el 11.7% de su población total. Aproximadamente 20 millones son de origen mexicano, 6 millones son indocumentados. La ciudad de Los Ángeles concentra la mayor cantidad de mexicanos después de la ciudad de México.
Datos Negros y Remesas.
Se calcula en promedio que muere una persona al día en el intento de cruzar hacia los EEUU en forma clandestina. De enero a julio del 2009 se han reportado 306 muertes de migrantes, la Patrulla Fronteriza declara incremento de casos en zonas de Texas y Arizona.
El segundo ingreso del país, después de los petroleros, lo son las remesas o envíos de dinero que realizan los trabajadores mexicanos desde los EEUU, en el 2007 ascendieron a $21,939 millones de dólares.
Pareciera que ambos gobiernos convienen: hacer como que se hace y dejar las cosas como están, uno recibe la mano de obra barata que requiere y el otro los ingresos por remesas que tan bien le hacen, un puro trato económico. °
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Momentums de la semana. Sin patente. Robo en despoblado.
Los Templarios lo sabían, se dice que fueron los primeros banqueros en forma: “tuvisteis agarrados de los cojones a media Europa, reinos de este y del otro mundo”, todo fue que los dueños del capital reconocieran en dónde debían poner sus recursos, no sólo hablando de rentabilidad sino de control. Así ha sido la historia y entre los individuos como entre las naciones el respeto al acreedor es la paz del deudor, y si no, pues ya se sabe, los pastelazos, las mutilaciones de territorio, las zozobras de pueblos completos y todas las menudencias del caso.
Como dice “El Bodeguero” de los Aragón “Toma chocolate…paga lo que debes”.
Antier descubrí, revisando mi saldo en el portal de internet de cierto banco de cuyo nombre no quiero acordarme (por decencia, por qué más, sólo de los colores que alguna vez fueron verdes y ahora azul español), que me habían aplicado un cobro de una tarjeta de crédito que no poseo y mucho menos he utilizado. La historia: hace aproximadamente unos 10 ó quizá 12 años, estando en una tienda de autoservicio –antes de color azul “gringo” y ahora de “chicle” de vainilla- me abordó un promotor ofreciéndome aplicar para una tarjeta de crédito co-participativa (Tienda de descuento-Banco). Acepté y el promotor llenó la forma con mis datos, no recuerdo si después entregué o no la documentación que te solicitan para tal apertura, el caso es que un mes después –creo-, me llegó la tal tarjeta al domicilio en donde vivía en esa época. Lo que sí me acuerdo es que nunca activé la tarjeta. Cuando te llega es necesario hablar al teléfono que te indican para, precisamente confirmar la activación, cosa que nunca hice. Tan no lo hice que jamás recibí, mientras viví en ese domicilio, ningún estado de cuenta o cobro o algo por el estilo. Posteriormente, me cambié de casa y el asunto lo olvidé por completo.
No fue sino tres domicilios y como digo, varios años después, que me encuentro sorpresivamente con el cobro administrativo de la cuota anual en el portal del banco. Ayer hablé por teléfono para arreglar esta situación, para mí irregular. Claro que hablar a cualquier “Call Center” no es algo que le deseo a nadie, es más ni a mis enemigos (si los tuviera, al menos declarados). Como a la tercer vez que marqué y que ya no se cortó la llamada, tuve que pasar ahora como por 4 menús de elección múltiple hasta llegar con una voz casi humana en directo (y no grabada) y digo casi humana porque los que contestan repiten una y otra vez una misma letanía aprendida como “speech”, con una tonalidad mecánica, como si hablaras con un robot, eso sí, con una ánimo de fiesta, de regocijo, claro, notoriamente falso. Le expliqué mi caso y quién sabe qué me dijo que tenía que ingresar quién sabe qué códigos para luego llegar al lugar en donde me podían ayudar. Por supuesto que anduve brincando por todo el sistema y nunca llegué con nadie, sólo con la musiquita del sistema y voces de menús grabadas. Al fin colgué y marqué de nuevo. En este enésimo intento llegué con una mujer quién me dijo que mi caso tenía que arreglarlo con la tienda de descuento, yo le dije que el problema era del banco y que venía del portal del banco no de la susodicha cadena de tiendas, a lo que me mencionó cierto convenio (y esto sí es muy serio, sin duda) que tienen con la cadena y que definitivamente era con ellos con quienes me tenía que remitir, de esa forma, lavándose las manos me dio el número al que debía llamar. Otro “Call Center”, nooo.
Más menús, más musiquita, más “brincadera”…Por fin hablé con alguien, otra vez ahí te va toda la explicación, de nuevo…vi una luz al final, Rocío (con quién hablaba) después de solicitarme el número telefónico de la casa de cuando viví en aquella época (de la apertura de dicha tarjeta, de hacía más de 10 años) y que no le di porque apenas y me acuerdo de mi número telefónico actual, procedió a la cancelación de esa cuenta de crédito que nunca utilicé. Bueno, me dije, ya está arreglado este asunto, no sabía que sólo era una ilusión, todo fue que preguntara: ¿cuándo esperaría la cancelación de los cargos que ya me aplicaron? Ahí fue que estuvo el detalle…-No señor, esos cargos no se pueden cancelar…es la política- esa última palabra de verdad te deja desarmado, cuando una institución te quiere decir: ándele, “cúchila”, ya, para su casa, déjese de cosas y váyase a rumiar a otro lado…esa es la palabra plenipotenciaria, la palabra definitoria de la suerte, contraria a la tuya por supuesto, con la que no puedes hacer absolutamente nada.
-Es que usted aceptó el contrato de la tarjeta, usted la solicitó- me dijo ahora la supervisora Elsa, con quién solicité hablar.
-Pues sí, pero nunca activé la tarjeta, de hecho ustedes pueden constatar en sus registros, la tarjeta nunca la utilicé, además las renovaciones del plástico tampoco las recibí, pueden ustedes también confirmarlo…tampoco tuve en mis manos ningún estado de cuenta, ni siquiera aún viviendo en la dirección que ustedes tienen registrada, cómo es que después de 10-12 años ahora me están cobrando (y aplicando) una anualidad de una tarjeta que no tan sólo no he usado sino que ni tengo en mi poder. ¿No es esto una forma poco ética de proceder de su parte?
-Es la política, usted la aceptó, antes no le habíamos cobrado porque no tenía usted una cuenta en ese banco.
Así continuaba esta conversación, ya sin mucho sentido, había mencionado la “política”, y de ahí ¿adónde moverse?, Elsa utilizó las frases que le enseñan en su entrenamiento: “lo comprendo señor”, “lo entiendo señor”, “tiene usted razón señor”, o lo que quiere decir: dale las vueltas que quieras, no hay manera.
-Lo que puede hacer es exponer su caso a la Condusef
-¿a la qué? (ignorante, pues sí)
-A la Condusef
-¿es una instancia del gobierno?
-No sé señor, pero ya hemos tenido otros casos como el suyo y ahí puede hablar
-¿está usted de acuerdo a que esto es un robo en despoblado?
-Pues sí señor, lo entiendo.
Dudo que lo haya entendido, pero qué más podía hacer o decir sí sólo cumplía la “política”. Por lo pronto la tarjeta fantasma, con ese crédito (también fantasma) que yo le acepté a ese promotor hace años, quedó cancelada.
Por eso digo, de tener un negocio sería un Banco, un negocio así nunca pierde y si pierde, nuestro gobierno le da dinero del erario público, esto es, de los impuestos que recauda (¿de dónde más?), para que el negocio del Banco pueda continuar, hecho que ya hemos visto en años anteriores.
Si como persona física o moral requieres de dinero, vas al lugar en donde lo puedes comprar, a un Banco, porque ese es uno de las actividades de ese negocio, vender dinero. Por supuesto que estás dispuesto a pagar el precio, como lo haces cuando vas a comprar detergente al súper, que sabes que estás pagando por el costo del producto más la ganancia del fabricante, incentivo para que sea producido (la verdad es que pagas mucho más que sólo el costo de producirlo, por ejemplo: pagas el empaque, todos los costos de logística para que llegue al anaquel, la utilidad del súper y además el costo de la fabrica que paga por que lo veas en la tv y te motive a comprarlo ¿creías que no te costaban los anuncios del producto en los medios? Ya ves que sí). Así es igual con el dinero que pretendes comprarle a un Banco. La diferencia en comprar cualquier artículo en cualquier tienda a comprar dinero en un Banco, es que cuando compras cualquier artículo en una tienda (no importando el precio del producto) siempre mantienes tu poder como cliente y cuando compras dinero en un Banco, tan sólo al entrar te conviertes en un posible sujeto de crédito que el Banco sólo llama “cliente” como eufemismo. Después de desnudarte y dar toda la información que el Banco te pida, ahora tienes que comprobar los bienes que tengas y que deberán cubrir el dinero que compres (más los intereses, por supuesto) en el caso de que incumplas con los pagos del dinero que el Banco te “otorgue” o “te haga favor” de prestarte. ¿Observas como los papeles se invierten? El Banco te hace un favor. Dependiendo del tipo de préstamo, primero le tienes que demostrar al Banco que podrás pagarle, luego hipotecas un bien (a favor del Banco, claro), que puede ser una propiedad que sea tuya, para asegurar el pago (el bien regularmente vale más que lo que vale el préstamo), el Banco hace evaluar el bien (valuación que tú pagas) para confirmar si lo que dices que vale es cierto. Una vez de que el Banco se asegura de que no va a perder contigo y que le vas a pagar (de una forma u otra) te otorga el préstamo (que no es el 100% de lo que necesitas, cuando mucho puede ser el 80%), te cobra (sobre la cantidad del préstamo) una comisión por apertura de crédito y otros costos añadidos. ¿Qué negocio podría ser más atractivo que este? Para el banco, digo.
Por otro lado, el Banco puede guardar tu dinero, tus ahorros, el sueldo de tu empleo o el que tengas. Con el uso cada vez mayor de tarjetas de débito, todas las cuentas de ahorro y ahora de nómina, la tienen. Cada vez que pagas en cualquier comercio con tu tarjeta, el Banco le cobra una comisión al comercio, para ti es transparente. Cada vez que necesitas de efectivo (tu dinero que tienes guardado en un Banco) te cuesta, en un cajero automático te cuesta un tanto, si lo sacas en ventanilla te cuesta un poco más. Si manejas cheques, cada cheque emitido también te cuesta, si tienes acceso al portal de internet te cuesta, si haces en este portal pagos o transferencias interbancarias, también te cuesta. Cuando revisas tu estado de cuenta te aparecen todos estos cargos, si te das el tiempo de sumarlos verás que representan una cantidad significativa, y esto es cada mes.
Insisto, los bancos ganan por todos lados, si añadimos los cargos por tarjetas fantasmas que por negligencia de uno (mía, por no haberme asegurado antes de que no existiera en el sistema) y mala fe del otro (del Banco y de la Cadena), las ganancias son interesantes. Quisiera ser dueño de un Banco, aunque viéndolo bien, si eso quiere decir que tendría que ser algo deshonesto, “trinquetero”, leguleyo, posado (aunque sea con corbata), oportunista y “ganón”, lo pensaría mejor. °
Como dice “El Bodeguero” de los Aragón “Toma chocolate…paga lo que debes”.
Antier descubrí, revisando mi saldo en el portal de internet de cierto banco de cuyo nombre no quiero acordarme (por decencia, por qué más, sólo de los colores que alguna vez fueron verdes y ahora azul español), que me habían aplicado un cobro de una tarjeta de crédito que no poseo y mucho menos he utilizado. La historia: hace aproximadamente unos 10 ó quizá 12 años, estando en una tienda de autoservicio –antes de color azul “gringo” y ahora de “chicle” de vainilla- me abordó un promotor ofreciéndome aplicar para una tarjeta de crédito co-participativa (Tienda de descuento-Banco). Acepté y el promotor llenó la forma con mis datos, no recuerdo si después entregué o no la documentación que te solicitan para tal apertura, el caso es que un mes después –creo-, me llegó la tal tarjeta al domicilio en donde vivía en esa época. Lo que sí me acuerdo es que nunca activé la tarjeta. Cuando te llega es necesario hablar al teléfono que te indican para, precisamente confirmar la activación, cosa que nunca hice. Tan no lo hice que jamás recibí, mientras viví en ese domicilio, ningún estado de cuenta o cobro o algo por el estilo. Posteriormente, me cambié de casa y el asunto lo olvidé por completo.
No fue sino tres domicilios y como digo, varios años después, que me encuentro sorpresivamente con el cobro administrativo de la cuota anual en el portal del banco. Ayer hablé por teléfono para arreglar esta situación, para mí irregular. Claro que hablar a cualquier “Call Center” no es algo que le deseo a nadie, es más ni a mis enemigos (si los tuviera, al menos declarados). Como a la tercer vez que marqué y que ya no se cortó la llamada, tuve que pasar ahora como por 4 menús de elección múltiple hasta llegar con una voz casi humana en directo (y no grabada) y digo casi humana porque los que contestan repiten una y otra vez una misma letanía aprendida como “speech”, con una tonalidad mecánica, como si hablaras con un robot, eso sí, con una ánimo de fiesta, de regocijo, claro, notoriamente falso. Le expliqué mi caso y quién sabe qué me dijo que tenía que ingresar quién sabe qué códigos para luego llegar al lugar en donde me podían ayudar. Por supuesto que anduve brincando por todo el sistema y nunca llegué con nadie, sólo con la musiquita del sistema y voces de menús grabadas. Al fin colgué y marqué de nuevo. En este enésimo intento llegué con una mujer quién me dijo que mi caso tenía que arreglarlo con la tienda de descuento, yo le dije que el problema era del banco y que venía del portal del banco no de la susodicha cadena de tiendas, a lo que me mencionó cierto convenio (y esto sí es muy serio, sin duda) que tienen con la cadena y que definitivamente era con ellos con quienes me tenía que remitir, de esa forma, lavándose las manos me dio el número al que debía llamar. Otro “Call Center”, nooo.
Más menús, más musiquita, más “brincadera”…Por fin hablé con alguien, otra vez ahí te va toda la explicación, de nuevo…vi una luz al final, Rocío (con quién hablaba) después de solicitarme el número telefónico de la casa de cuando viví en aquella época (de la apertura de dicha tarjeta, de hacía más de 10 años) y que no le di porque apenas y me acuerdo de mi número telefónico actual, procedió a la cancelación de esa cuenta de crédito que nunca utilicé. Bueno, me dije, ya está arreglado este asunto, no sabía que sólo era una ilusión, todo fue que preguntara: ¿cuándo esperaría la cancelación de los cargos que ya me aplicaron? Ahí fue que estuvo el detalle…-No señor, esos cargos no se pueden cancelar…es la política- esa última palabra de verdad te deja desarmado, cuando una institución te quiere decir: ándele, “cúchila”, ya, para su casa, déjese de cosas y váyase a rumiar a otro lado…esa es la palabra plenipotenciaria, la palabra definitoria de la suerte, contraria a la tuya por supuesto, con la que no puedes hacer absolutamente nada.
-Es que usted aceptó el contrato de la tarjeta, usted la solicitó- me dijo ahora la supervisora Elsa, con quién solicité hablar.
-Pues sí, pero nunca activé la tarjeta, de hecho ustedes pueden constatar en sus registros, la tarjeta nunca la utilicé, además las renovaciones del plástico tampoco las recibí, pueden ustedes también confirmarlo…tampoco tuve en mis manos ningún estado de cuenta, ni siquiera aún viviendo en la dirección que ustedes tienen registrada, cómo es que después de 10-12 años ahora me están cobrando (y aplicando) una anualidad de una tarjeta que no tan sólo no he usado sino que ni tengo en mi poder. ¿No es esto una forma poco ética de proceder de su parte?
-Es la política, usted la aceptó, antes no le habíamos cobrado porque no tenía usted una cuenta en ese banco.
Así continuaba esta conversación, ya sin mucho sentido, había mencionado la “política”, y de ahí ¿adónde moverse?, Elsa utilizó las frases que le enseñan en su entrenamiento: “lo comprendo señor”, “lo entiendo señor”, “tiene usted razón señor”, o lo que quiere decir: dale las vueltas que quieras, no hay manera.
-Lo que puede hacer es exponer su caso a la Condusef
-¿a la qué? (ignorante, pues sí)
-A la Condusef
-¿es una instancia del gobierno?
-No sé señor, pero ya hemos tenido otros casos como el suyo y ahí puede hablar
-¿está usted de acuerdo a que esto es un robo en despoblado?
-Pues sí señor, lo entiendo.
Dudo que lo haya entendido, pero qué más podía hacer o decir sí sólo cumplía la “política”. Por lo pronto la tarjeta fantasma, con ese crédito (también fantasma) que yo le acepté a ese promotor hace años, quedó cancelada.
Por eso digo, de tener un negocio sería un Banco, un negocio así nunca pierde y si pierde, nuestro gobierno le da dinero del erario público, esto es, de los impuestos que recauda (¿de dónde más?), para que el negocio del Banco pueda continuar, hecho que ya hemos visto en años anteriores.
Si como persona física o moral requieres de dinero, vas al lugar en donde lo puedes comprar, a un Banco, porque ese es uno de las actividades de ese negocio, vender dinero. Por supuesto que estás dispuesto a pagar el precio, como lo haces cuando vas a comprar detergente al súper, que sabes que estás pagando por el costo del producto más la ganancia del fabricante, incentivo para que sea producido (la verdad es que pagas mucho más que sólo el costo de producirlo, por ejemplo: pagas el empaque, todos los costos de logística para que llegue al anaquel, la utilidad del súper y además el costo de la fabrica que paga por que lo veas en la tv y te motive a comprarlo ¿creías que no te costaban los anuncios del producto en los medios? Ya ves que sí). Así es igual con el dinero que pretendes comprarle a un Banco. La diferencia en comprar cualquier artículo en cualquier tienda a comprar dinero en un Banco, es que cuando compras cualquier artículo en una tienda (no importando el precio del producto) siempre mantienes tu poder como cliente y cuando compras dinero en un Banco, tan sólo al entrar te conviertes en un posible sujeto de crédito que el Banco sólo llama “cliente” como eufemismo. Después de desnudarte y dar toda la información que el Banco te pida, ahora tienes que comprobar los bienes que tengas y que deberán cubrir el dinero que compres (más los intereses, por supuesto) en el caso de que incumplas con los pagos del dinero que el Banco te “otorgue” o “te haga favor” de prestarte. ¿Observas como los papeles se invierten? El Banco te hace un favor. Dependiendo del tipo de préstamo, primero le tienes que demostrar al Banco que podrás pagarle, luego hipotecas un bien (a favor del Banco, claro), que puede ser una propiedad que sea tuya, para asegurar el pago (el bien regularmente vale más que lo que vale el préstamo), el Banco hace evaluar el bien (valuación que tú pagas) para confirmar si lo que dices que vale es cierto. Una vez de que el Banco se asegura de que no va a perder contigo y que le vas a pagar (de una forma u otra) te otorga el préstamo (que no es el 100% de lo que necesitas, cuando mucho puede ser el 80%), te cobra (sobre la cantidad del préstamo) una comisión por apertura de crédito y otros costos añadidos. ¿Qué negocio podría ser más atractivo que este? Para el banco, digo.
Por otro lado, el Banco puede guardar tu dinero, tus ahorros, el sueldo de tu empleo o el que tengas. Con el uso cada vez mayor de tarjetas de débito, todas las cuentas de ahorro y ahora de nómina, la tienen. Cada vez que pagas en cualquier comercio con tu tarjeta, el Banco le cobra una comisión al comercio, para ti es transparente. Cada vez que necesitas de efectivo (tu dinero que tienes guardado en un Banco) te cuesta, en un cajero automático te cuesta un tanto, si lo sacas en ventanilla te cuesta un poco más. Si manejas cheques, cada cheque emitido también te cuesta, si tienes acceso al portal de internet te cuesta, si haces en este portal pagos o transferencias interbancarias, también te cuesta. Cuando revisas tu estado de cuenta te aparecen todos estos cargos, si te das el tiempo de sumarlos verás que representan una cantidad significativa, y esto es cada mes.
Insisto, los bancos ganan por todos lados, si añadimos los cargos por tarjetas fantasmas que por negligencia de uno (mía, por no haberme asegurado antes de que no existiera en el sistema) y mala fe del otro (del Banco y de la Cadena), las ganancias son interesantes. Quisiera ser dueño de un Banco, aunque viéndolo bien, si eso quiere decir que tendría que ser algo deshonesto, “trinquetero”, leguleyo, posado (aunque sea con corbata), oportunista y “ganón”, lo pensaría mejor. °
martes, 1 de diciembre de 2009
“Momentums de la semana” Sin Patente. Armas.
En el fondo soy un romántico, no precisamente aquel que escucha canciones de amores idos o de corazones abiertos y rasgados; no, esa no es la clase de romanticismo que me aqueja y que es el regular que se encuentra en el mercado del mundo o al menos en el que se suele pensar. Al que me refiero, es uno en donde las relaciones humanas de equilibrio, de armonía, de respeto en la diversidad son la base. Pareciera que los humanos nos hubiéramos vuelto un virus dañino para el planeta que habitamos, visto desde una perspectiva ampliada y a la Tierra como una célula la idea no es nada extraordinaria, nos estamos comiendo a quien nos alberga o en otras palabras estamos aniquilándonos nosotros mismos con singular inconciencia.
¿Qué nos ha alejado de nuestra naturaleza? ¿Hemos sido alguna vez parte de ella? ¿Qué orgullo es este del humano que nos hace saqueadores y dominadores?
Todas las guerras, todas, hasta la más pequeña y aparentemente insignificante, han tenido un trasfondo económico, de obtención de poder, de dominación, de política. Todas, disfrazadas de los más diversos motivos han sido aberrantes, la guerra “per se” es aberrante, es infrahumana, infranatural. Desde los albores de nuestra historia conocida los pueblos de un lado han estado contra los pueblos del otro lado, siempre el jardín de mi vecino es mejor que el mío. Tanta incomprensión nos aleja cada vez más y heridos por cientos de años de afrentas, vejaciones, horrores e infiernos locales parece que no hemos aprendido mucho.
Caso concreto y soberana tara de nuestros genes es la industria del armamento: pistolas, metralletas, bombas, rifles, sustancias químicas, misiles, bazukas, bayonetas, etc., etc. La pregunta aquí es: ¿para qué sirve una arma? Cualquiera de las mencionadas, muchos dirán “para defenderse”, ¿defenderse de quién? De otro que tenga otra arma. “Para defender la soberanía del país”, ¿contra quién se defiende con armas “la soberanía”? contra otros que nos quieran atacar, claro que también tienen artefactos para matar humanos. A aquellos que las fabrican les importa menos que un comino hacia adónde van las armas, ni como se utilicen, ni contra quién, pero es un hecho que se aseguran que ambos bandos las posean, de no ser así, el negocio se acabaría muy pronto, menudo caso.
Posiblemente sea que el humano muy en su interior se mate uno a otro como un control de la población mundial inserto por allá muy en el fondo de su inconciencia y se crea todo lo que los dirigentes le digan y salga a defender la soberanía, la libertad, el modo de vida que según él es el mejor, sus ideas religiosas, el honor del país, alguna otra loca idea o cualquier patraña, el asunto es matar al de enfrente. Bueno sería que los que así lo decidieran se mataran entre ellos mismos sin dañar a nadie ni a nada más que a sus míseros cuerpos y cerebros enfermos, lamentablemente nunca es de esta forma, la vida de seres inocentes es trastocada en esta locura, los civiles son arrastrados al juego de Belcebú. ¿Qué hacer con semejante idiotez? Si esto no es barbarie pura, que alguien me explique como llamar al asesinato de gente que su única culpa es el haber estado en medio de dos fuerzas armadas antagónicas y que ni siquiera sabe a ciencia cierta de que trata el asunto este de la carnicería en el que esta imbuido sin desearlo. Guerra “Civil”, Guerra “Santa”, Guerra de Independencia, Guerra de Revolución, Guerra de Conquista, Guerra por “La Paz” (¡?), Guerrilla por la Libertad, pura sarta de loqueras, mentes menguantes y mediocres, vergüenza de especie.
Vamos por partes, una arma esta diseñada para infringir daño, para matar. Queda claro que dada nuestra naturaleza, en un inicio era para conseguir una presa y comérnosla, para defendernos de animales depredadores como nosotros mucho mejor equipados y tener oportunidades de supervivencia. Actualmente somos muy pocos los humanos que necesitamos algo así para conseguir alimentarnos, sólo aquellos que viven en las selvas, los bosques, en los ranchos, alejados de la civilización y a la usanza antigua podría decirse que requieren una arma, sea para defenderse o prodigarse su alimento cárnico.
Luego, los hombres en grupo empezaron a pelear, por una mejor zona de caza, por una región de mejores expectativas, porque un clan tenía lo que no tenía el otro o porque simplemente eran diferentes y no se toleraban. Desde estas fechas las armas se usaban para enfrentarse unos a otros, entre más diestro y mejor artefacto letal tenía un guerrero, mayores posibilidades de sobrevivir, mejor matar que ser matado. Después las necesidades fueron cambiando, se generaron y desarrollaron nuevas economías, los primeros poblados, el asentamiento de comunidades en base a la agricultura, la cría y domesticación de animales buenos para sacrificar y comer. Los hombres incorporaron cada vez mayor técnica a todo lo que hacían sin faltar a las armas, primero con metales blandos como el cobre, luego con aleaciones como el bronce haciéndolas más resistentes, posteriormente descubrieron el hierro para terminar mezclándolo con carbono y obtener algo todavía con mejores características: el acero. Hasta este momento los hombres tenían que acercarse lo suficiente para poder matarse, acaso el arco o la ballesta con sus flechas de punta metálica y afilada o acaso las lanzas contribuían a poder matar a cierta distancia, la que no pasaba de algunos buenos metros. Podría decirse que los asesinatos de gente por gente fueron por muchos años casi cuerpo a cuerpo. No fue sino hasta que se incorporó la pólvora a las nuevas invenciones que la capacidad de matar se elevó. Gracias a la habilidad y pericia siniestra de mentes ingeniosas, se desarrollaron nuevas formas más eficaces, armas cada vez más sofisticadas capaces de matar a más seres humanos en menor tiempo y por un solo asesino a la vez ¡qué maravilla!
La tecnología, como todo lo que nos rodea, intrínsicamente no es buena ni mala, depende como la usemos y como la incorporemos a nuestra vida. Hoy estamos rodeados por ella, tenemos y llevamos una vida más cómoda que nuestros ancestros, lo que no quiere decir que nos hace mejores ni más felices –esto de la felicidad es un tema aparte-. Cuando abusamos de esta tecnología y nos alejamos del principio básico de regresar a la tierra lo que tomamos de ella es cuando rompemos el equilibrio. Obtenemos más de nuestro planeta de lo que le retornamos, en otras palabras depredamos sin más.
Lamentablemente la tecnología se ha incorporado desde siempre a la industria de las armas y ha habido avances importantes en este bajo rubro de nuestra naturaleza, si es que podemos llamar “avances” en el desarrollo de la eficacia de un artefacto, en cualquier modalidad, que sirva para eliminar seres humanos. Es impresionante observar como evoluciona la técnica en diversos campos derivada de la investigación y desarrollo que se realiza en los dispositivos militares, en cierta forma es una ventaja, aunque de manera muy relativa por el origen de la misma y su orientación. °
¿Qué nos ha alejado de nuestra naturaleza? ¿Hemos sido alguna vez parte de ella? ¿Qué orgullo es este del humano que nos hace saqueadores y dominadores?
Todas las guerras, todas, hasta la más pequeña y aparentemente insignificante, han tenido un trasfondo económico, de obtención de poder, de dominación, de política. Todas, disfrazadas de los más diversos motivos han sido aberrantes, la guerra “per se” es aberrante, es infrahumana, infranatural. Desde los albores de nuestra historia conocida los pueblos de un lado han estado contra los pueblos del otro lado, siempre el jardín de mi vecino es mejor que el mío. Tanta incomprensión nos aleja cada vez más y heridos por cientos de años de afrentas, vejaciones, horrores e infiernos locales parece que no hemos aprendido mucho.
Caso concreto y soberana tara de nuestros genes es la industria del armamento: pistolas, metralletas, bombas, rifles, sustancias químicas, misiles, bazukas, bayonetas, etc., etc. La pregunta aquí es: ¿para qué sirve una arma? Cualquiera de las mencionadas, muchos dirán “para defenderse”, ¿defenderse de quién? De otro que tenga otra arma. “Para defender la soberanía del país”, ¿contra quién se defiende con armas “la soberanía”? contra otros que nos quieran atacar, claro que también tienen artefactos para matar humanos. A aquellos que las fabrican les importa menos que un comino hacia adónde van las armas, ni como se utilicen, ni contra quién, pero es un hecho que se aseguran que ambos bandos las posean, de no ser así, el negocio se acabaría muy pronto, menudo caso.
Posiblemente sea que el humano muy en su interior se mate uno a otro como un control de la población mundial inserto por allá muy en el fondo de su inconciencia y se crea todo lo que los dirigentes le digan y salga a defender la soberanía, la libertad, el modo de vida que según él es el mejor, sus ideas religiosas, el honor del país, alguna otra loca idea o cualquier patraña, el asunto es matar al de enfrente. Bueno sería que los que así lo decidieran se mataran entre ellos mismos sin dañar a nadie ni a nada más que a sus míseros cuerpos y cerebros enfermos, lamentablemente nunca es de esta forma, la vida de seres inocentes es trastocada en esta locura, los civiles son arrastrados al juego de Belcebú. ¿Qué hacer con semejante idiotez? Si esto no es barbarie pura, que alguien me explique como llamar al asesinato de gente que su única culpa es el haber estado en medio de dos fuerzas armadas antagónicas y que ni siquiera sabe a ciencia cierta de que trata el asunto este de la carnicería en el que esta imbuido sin desearlo. Guerra “Civil”, Guerra “Santa”, Guerra de Independencia, Guerra de Revolución, Guerra de Conquista, Guerra por “La Paz” (¡?), Guerrilla por la Libertad, pura sarta de loqueras, mentes menguantes y mediocres, vergüenza de especie.
Vamos por partes, una arma esta diseñada para infringir daño, para matar. Queda claro que dada nuestra naturaleza, en un inicio era para conseguir una presa y comérnosla, para defendernos de animales depredadores como nosotros mucho mejor equipados y tener oportunidades de supervivencia. Actualmente somos muy pocos los humanos que necesitamos algo así para conseguir alimentarnos, sólo aquellos que viven en las selvas, los bosques, en los ranchos, alejados de la civilización y a la usanza antigua podría decirse que requieren una arma, sea para defenderse o prodigarse su alimento cárnico.
Luego, los hombres en grupo empezaron a pelear, por una mejor zona de caza, por una región de mejores expectativas, porque un clan tenía lo que no tenía el otro o porque simplemente eran diferentes y no se toleraban. Desde estas fechas las armas se usaban para enfrentarse unos a otros, entre más diestro y mejor artefacto letal tenía un guerrero, mayores posibilidades de sobrevivir, mejor matar que ser matado. Después las necesidades fueron cambiando, se generaron y desarrollaron nuevas economías, los primeros poblados, el asentamiento de comunidades en base a la agricultura, la cría y domesticación de animales buenos para sacrificar y comer. Los hombres incorporaron cada vez mayor técnica a todo lo que hacían sin faltar a las armas, primero con metales blandos como el cobre, luego con aleaciones como el bronce haciéndolas más resistentes, posteriormente descubrieron el hierro para terminar mezclándolo con carbono y obtener algo todavía con mejores características: el acero. Hasta este momento los hombres tenían que acercarse lo suficiente para poder matarse, acaso el arco o la ballesta con sus flechas de punta metálica y afilada o acaso las lanzas contribuían a poder matar a cierta distancia, la que no pasaba de algunos buenos metros. Podría decirse que los asesinatos de gente por gente fueron por muchos años casi cuerpo a cuerpo. No fue sino hasta que se incorporó la pólvora a las nuevas invenciones que la capacidad de matar se elevó. Gracias a la habilidad y pericia siniestra de mentes ingeniosas, se desarrollaron nuevas formas más eficaces, armas cada vez más sofisticadas capaces de matar a más seres humanos en menor tiempo y por un solo asesino a la vez ¡qué maravilla!
La tecnología, como todo lo que nos rodea, intrínsicamente no es buena ni mala, depende como la usemos y como la incorporemos a nuestra vida. Hoy estamos rodeados por ella, tenemos y llevamos una vida más cómoda que nuestros ancestros, lo que no quiere decir que nos hace mejores ni más felices –esto de la felicidad es un tema aparte-. Cuando abusamos de esta tecnología y nos alejamos del principio básico de regresar a la tierra lo que tomamos de ella es cuando rompemos el equilibrio. Obtenemos más de nuestro planeta de lo que le retornamos, en otras palabras depredamos sin más.
Lamentablemente la tecnología se ha incorporado desde siempre a la industria de las armas y ha habido avances importantes en este bajo rubro de nuestra naturaleza, si es que podemos llamar “avances” en el desarrollo de la eficacia de un artefacto, en cualquier modalidad, que sirva para eliminar seres humanos. Es impresionante observar como evoluciona la técnica en diversos campos derivada de la investigación y desarrollo que se realiza en los dispositivos militares, en cierta forma es una ventaja, aunque de manera muy relativa por el origen de la misma y su orientación. °
“Momentums de la semana” Sin Patente. Enredos.
Como a aquella persona que le dije que me interesaba Anatolia y me respondió:
-Uy, si está como su nombre, que gustos los tuyos, pero cada quién. Cuando realmente me refería a la península que también llaman Asia Menor, o tal ves como ese comercial que escuché en la radio del tipo que llega y le dice al que lo atendía en el Registro:
-Buenos días, quiero cambiar mi nombre
-¿Ah sí, y como se llama?
-Aniceto García
-¡Ohh ya veo por qué quiere cambiarlo Sr.¡, con ese nombre debe tener problemas ¿y por cuál quiere cambiarlo?
-De ahora en adelante me quiero llamar Aniceto López.
Cada quién entiende de acuerdo a lo que nos da nuestra capacidad, a lo que conocemos, a lo que sabemos o a lo que terriblemente nos llega por un solo canal sin averiguar si es cierto o no – como lo que llega por la T.V.-, en suma, somos lo que sabemos que somos –muy por encima, por cierto-, pero si lo que creemos que somos no es ni remotamente cercano a lo que nos defina tan sólo en una pequeña parte de nuestra humanidad, si es que existiera una definición para ello, estamos firmemente desviados de nosotros mismos y de lo que nos rodea.
¿Cómo podríamos entendernos? En este mundo de figuraciones y de verdades a medias o de medias verdades, no somos capaces de dilucidar o en su caso comprender y luego tolerar, a alguien que tenemos a lado, mucho menos a una persona que ni siquiera habla nuestra lengua y que procede de un lugar que termina en algo así como “istán” o “astán” o a lo mejor más cerca, como una sombra que sopla del norte y que huele a “novorromano”.
Ayer precisamente, veía una película de Woody Allen el neoyorquino hasta la cepa, el que me parece genial y gran comprendedor de su cultura circundante y que por supuesto, plasma con brillantez en sus guiones. La tal película, en español se titulaba “Los enredos de Harry” y él -el Sr. Allen- por supuesto lleva el rol estelar del escritor incapaz de llevar una vida social efectiva y duradera con las mujeres. Dentro de la trama completa, desarrollo y situaciones totalmente absurdas pero bastante imaginativas de la cinta, hubo particularmente una escena que me llamó la atención (entre muchas) y es cuando Harry, montado en su Volvo sedán de 4 puertas como de los 80’s, junto con su hijo de 9 años --al que secuestró saliendo de la escuela ya que su ex esposa no le quiso otorgar el permiso para llevárselo en este viaje-, un amigo, que tampoco iba a acompañarlo – y que después muere al parecer de un infarto al corazón- y una prostituta, como dicen en los “status”, afroamericana -que no dejaba la menor duda de su oficio- contratada una noche anterior y a la que posteriormente invitó, viajaban y formaban este interesante y ambiguo grupo. Harry, en el camino a la Universidad donde se llevaría a cabo el acontecimiento de homenaje en su nombre, se detiene a saludar a su hermana (media hermana le corrige su hijo) que hacía 4 años no veía. Después de la sorpresa de ver llegar a su hermano con tal comparsa, ella y Harry charlan a solas. Entre ellos aunque existe una atmósfera fraternal, hay diferencias y puntos de vista que los separan, Harry piensa que su hermana se convirtió en una típica y aburrida ama de casa judía de los suburbios, que lleva los preceptos hebreos en forma chocante gracias al esposo (de puntuales costumbres judío ortodoxas) y el que no le cae nada bien. Ella le señala que la vida que él lleva no es nada favorable y de ahí la charla sube el tono y se convierte en una discusión en donde cada quién expone sus razones. Aparece el esposo de ella por unos instantes con su kipá –solideo-, se integra como espectador a la discusión por unos instantes y luego se retira molesto y digno. Entre la maraña argumentativa, en unas líneas, Harry le dice a su hermana que pertenecer a un grupo divide, que cualquiera, al adentrarse y llevar al extremo su cultura, costumbres o ideologías, lo que hace es separarse de los demás y esto es lo que crea problemas, ceguera e incomprensión ante los otros que no pertenecen a ese grupo, al final se crean conflictos. Esta es una idea que definitivamente comparto. Algo colateral al ver y escuchar a estos personajes en la película, fue que mi perspectiva sobre Woody Allen cambió. Como personaje de ficción en la cinta y como persona en el mundo que llamamos real, él es de ascendencia hebrea, sin embargo su autocrítica hacia su, podría llamar, subcultura es elogiosa y da en el punto álgido para cualquier grupo humano que se separa del resto de esta forma, llámese club, religión organizada, raza, país, estado, ku klux klan, partido político, sindicato, “incha”, corporación, logia, etc., etc., la clave para evitar la creación de una línea divisoria es tener siempre presente que formamos parte de algo mucho mayor que de nuestro equipo de fútbol preferido, de nuestro país, de nuestra creencia, de nuestra mezquita, templo o iglesia, inclusive de nuestro mundo, dicho de otro modo y como analogía del portento natural, todas las células de nuestro cuerpo trabajan armoniosamente, aunque sean diferentes y algunas altamente especializadas, no tienen conflicto, trabajan cada cuál en su función, quizá algunas pertenezcan a un órgano -que podría ser como su país-, saben que forman parte de algo mayor y nunca tratan de dominar a sus vecinas o al cuerpo (que sería su mundo) a menos que se enfermen y quieran dominar alocadamente y a cualquier costo ese mundo, pero finalmente todos perderán, se convertirán como muchos de nosotros en células mutantes y descontroladas, cancerígenas y el mundo que conocieron dejará de existir, nadie gana, todo se pierde. Autodestrucción, la muerte de los otros, no la nuestra, que en nuestro cerebro primario y como estigma de la especie permanece como un fantasma y que tenemos que llevar con nosotros. Ante las pruebas evidentes de nuestra historia, quién quiera razonar y pueda tener la humildad necesaria, no podrá explicar u objetar de ningún modo, la contundencia de que nuestra psique presenta una parte autodestructiva. Ahí está, por alguna razón, en todos y cada uno de nosotros, en mayor o menor grado sin excepción.
¿En verdad somos lo grandioso que pensamos? ¿Somos la maravilla que proclamamos? Acordémonos que contamos con un equipo natural que sólo traduce lo que nuestros limitados sentidos –y ya en la mente- pueden llegar a percibir, interpretación que cada uno de nosotros con cada uno de sus cerebros, pueda fabricar o dibujar para comprender nuestro entorno. En otras palabras, cada uno de nosotros podría interpretar una misma situación de forma diversa, los malentendidos son parte de nuestra vida cotidiana. Si sumamos las capacidades – e incapacidades- de cada quién además del complicado sistema de pensamiento individual, la cosa se pone seria. ¿Qué sucede con lo que ni siquiera alcanzamos a percibir pero que ahí está? Llegar a darnos cuenta de que aquí estamos, de razonar o medio razonar para algunos ¿es una clase de premio o sólo alimenta nuestro ego? ¿Nos coloca dentro o fuera de la creación conjunta de la naturaleza? ¿Por qué necesitamos a Dios? ¿Por qué hemos necesitado crearlo? ¿Muchos Dioses, uno sólo, diferentes para cada pueblo y circunstancia? ¿Quién nos lo explica sin dogma? ¿Sin una imagen? y ¿Por qué necesitamos la imagen? ¿Qué significa lo que Nietzsche dijo acerca de que “Dios ha muerto” habiendo sido el hombre quién lo creo y luego lo mató? ¿Qué fumó? Para entendimientos limitados como el mío, la cuestión se enreda.
¿A quién hacerle caso?, ¿Quién tiene la razón? Estamos encerrados en nuestro pequeño mundo, cada uno de nosotros y en forma general, somos cortos de vista. A veces los pensadores, aquellos hombres que de acción y dicho han trabajado por los demás y que muchos dicen que han sido grandes, nos traen en un vaivén con sus conceptualizaciones e ideas de los temas que más nos preocupan, en ocasiones se encuentran con diferentes palabras pero lo hacen, pero en otras divergen completamente. ¿De dónde viene la luz que nos llega? Sólo hay que observar en como se nombra, del Oriente, del Occidente, del Oriente medio, del Oriente próximo. Si suponemos que vivimos en México ¿Cuál es el Oriente para nosotros? Cabría suponer que África, pero este continente nunca se menciona como “oriente”, se habla de él como “el continente negro”, se recuerdan los safaris, los animales salvajes por excelencia, los Zulúes, el “aparthaid”, los Boers, los gorilas del Congo, el norte de África –el Sahara, bereberes, touaregs-, el Nilo, el sur de África, el Cabo de Buenaesperanza –Cape Town-, pero no se dice de él completo: la corriente tal de pensamiento viene del Sur, del occidente, de ningún punto cardinal, se dice sólo de África, como si con eso se facilitara su comprensión, Ah de África, si los leones, las jirafas, los elefantes. Al parecer desde la inauguración del canal de Suez, lo convirtieron propiamente en una ínsula, quizá por ello así se vea y se separa de lo demás, y lo llamamos como llamamos por su nombre a Australia, o a Nueva Zelandia, o a Groenlandia e inclusive a Madagascar. La islas adquieren su punto cardinal propio, su nombre propio, igual como aquellos hombres que se retiran a pensar o los que sobresalen de los demás. En nuestro caso, África desaparece del mapa, ya que lo que nosotros mismos llamamos oriente, está conceptualmente más allá. Dicho de otra forma, nuestro concepto de “oriente” en este caso, es prestado. Es algo así como el “descubrimiento” de América, en la que los americanos –no solamente los “gringos” sino todos los que habitamos este continente- celebrábamos el hecho el 12 de octubre. Otro concepto prestado y del mayor desdén a los que ya lo habitaban cuando el Sr. Colón descubrió lo que ya estaba descubierto. Pero todo viene del que primero tiene intereses en un lugar, nosotros bien podríamos decir el Occidente, a nuestra siniestra y donde está la China, la India y demás, pero cuando nos referimos a cualquier cosa que proceda de estos países decimos del Oriente, como el colonialismo de estos lados se remitía a la misma región (Mesoamérica). °
-Uy, si está como su nombre, que gustos los tuyos, pero cada quién. Cuando realmente me refería a la península que también llaman Asia Menor, o tal ves como ese comercial que escuché en la radio del tipo que llega y le dice al que lo atendía en el Registro:
-Buenos días, quiero cambiar mi nombre
-¿Ah sí, y como se llama?
-Aniceto García
-¡Ohh ya veo por qué quiere cambiarlo Sr.¡, con ese nombre debe tener problemas ¿y por cuál quiere cambiarlo?
-De ahora en adelante me quiero llamar Aniceto López.
Cada quién entiende de acuerdo a lo que nos da nuestra capacidad, a lo que conocemos, a lo que sabemos o a lo que terriblemente nos llega por un solo canal sin averiguar si es cierto o no – como lo que llega por la T.V.-, en suma, somos lo que sabemos que somos –muy por encima, por cierto-, pero si lo que creemos que somos no es ni remotamente cercano a lo que nos defina tan sólo en una pequeña parte de nuestra humanidad, si es que existiera una definición para ello, estamos firmemente desviados de nosotros mismos y de lo que nos rodea.
¿Cómo podríamos entendernos? En este mundo de figuraciones y de verdades a medias o de medias verdades, no somos capaces de dilucidar o en su caso comprender y luego tolerar, a alguien que tenemos a lado, mucho menos a una persona que ni siquiera habla nuestra lengua y que procede de un lugar que termina en algo así como “istán” o “astán” o a lo mejor más cerca, como una sombra que sopla del norte y que huele a “novorromano”.
Ayer precisamente, veía una película de Woody Allen el neoyorquino hasta la cepa, el que me parece genial y gran comprendedor de su cultura circundante y que por supuesto, plasma con brillantez en sus guiones. La tal película, en español se titulaba “Los enredos de Harry” y él -el Sr. Allen- por supuesto lleva el rol estelar del escritor incapaz de llevar una vida social efectiva y duradera con las mujeres. Dentro de la trama completa, desarrollo y situaciones totalmente absurdas pero bastante imaginativas de la cinta, hubo particularmente una escena que me llamó la atención (entre muchas) y es cuando Harry, montado en su Volvo sedán de 4 puertas como de los 80’s, junto con su hijo de 9 años --al que secuestró saliendo de la escuela ya que su ex esposa no le quiso otorgar el permiso para llevárselo en este viaje-, un amigo, que tampoco iba a acompañarlo – y que después muere al parecer de un infarto al corazón- y una prostituta, como dicen en los “status”, afroamericana -que no dejaba la menor duda de su oficio- contratada una noche anterior y a la que posteriormente invitó, viajaban y formaban este interesante y ambiguo grupo. Harry, en el camino a la Universidad donde se llevaría a cabo el acontecimiento de homenaje en su nombre, se detiene a saludar a su hermana (media hermana le corrige su hijo) que hacía 4 años no veía. Después de la sorpresa de ver llegar a su hermano con tal comparsa, ella y Harry charlan a solas. Entre ellos aunque existe una atmósfera fraternal, hay diferencias y puntos de vista que los separan, Harry piensa que su hermana se convirtió en una típica y aburrida ama de casa judía de los suburbios, que lleva los preceptos hebreos en forma chocante gracias al esposo (de puntuales costumbres judío ortodoxas) y el que no le cae nada bien. Ella le señala que la vida que él lleva no es nada favorable y de ahí la charla sube el tono y se convierte en una discusión en donde cada quién expone sus razones. Aparece el esposo de ella por unos instantes con su kipá –solideo-, se integra como espectador a la discusión por unos instantes y luego se retira molesto y digno. Entre la maraña argumentativa, en unas líneas, Harry le dice a su hermana que pertenecer a un grupo divide, que cualquiera, al adentrarse y llevar al extremo su cultura, costumbres o ideologías, lo que hace es separarse de los demás y esto es lo que crea problemas, ceguera e incomprensión ante los otros que no pertenecen a ese grupo, al final se crean conflictos. Esta es una idea que definitivamente comparto. Algo colateral al ver y escuchar a estos personajes en la película, fue que mi perspectiva sobre Woody Allen cambió. Como personaje de ficción en la cinta y como persona en el mundo que llamamos real, él es de ascendencia hebrea, sin embargo su autocrítica hacia su, podría llamar, subcultura es elogiosa y da en el punto álgido para cualquier grupo humano que se separa del resto de esta forma, llámese club, religión organizada, raza, país, estado, ku klux klan, partido político, sindicato, “incha”, corporación, logia, etc., etc., la clave para evitar la creación de una línea divisoria es tener siempre presente que formamos parte de algo mucho mayor que de nuestro equipo de fútbol preferido, de nuestro país, de nuestra creencia, de nuestra mezquita, templo o iglesia, inclusive de nuestro mundo, dicho de otro modo y como analogía del portento natural, todas las células de nuestro cuerpo trabajan armoniosamente, aunque sean diferentes y algunas altamente especializadas, no tienen conflicto, trabajan cada cuál en su función, quizá algunas pertenezcan a un órgano -que podría ser como su país-, saben que forman parte de algo mayor y nunca tratan de dominar a sus vecinas o al cuerpo (que sería su mundo) a menos que se enfermen y quieran dominar alocadamente y a cualquier costo ese mundo, pero finalmente todos perderán, se convertirán como muchos de nosotros en células mutantes y descontroladas, cancerígenas y el mundo que conocieron dejará de existir, nadie gana, todo se pierde. Autodestrucción, la muerte de los otros, no la nuestra, que en nuestro cerebro primario y como estigma de la especie permanece como un fantasma y que tenemos que llevar con nosotros. Ante las pruebas evidentes de nuestra historia, quién quiera razonar y pueda tener la humildad necesaria, no podrá explicar u objetar de ningún modo, la contundencia de que nuestra psique presenta una parte autodestructiva. Ahí está, por alguna razón, en todos y cada uno de nosotros, en mayor o menor grado sin excepción.
¿En verdad somos lo grandioso que pensamos? ¿Somos la maravilla que proclamamos? Acordémonos que contamos con un equipo natural que sólo traduce lo que nuestros limitados sentidos –y ya en la mente- pueden llegar a percibir, interpretación que cada uno de nosotros con cada uno de sus cerebros, pueda fabricar o dibujar para comprender nuestro entorno. En otras palabras, cada uno de nosotros podría interpretar una misma situación de forma diversa, los malentendidos son parte de nuestra vida cotidiana. Si sumamos las capacidades – e incapacidades- de cada quién además del complicado sistema de pensamiento individual, la cosa se pone seria. ¿Qué sucede con lo que ni siquiera alcanzamos a percibir pero que ahí está? Llegar a darnos cuenta de que aquí estamos, de razonar o medio razonar para algunos ¿es una clase de premio o sólo alimenta nuestro ego? ¿Nos coloca dentro o fuera de la creación conjunta de la naturaleza? ¿Por qué necesitamos a Dios? ¿Por qué hemos necesitado crearlo? ¿Muchos Dioses, uno sólo, diferentes para cada pueblo y circunstancia? ¿Quién nos lo explica sin dogma? ¿Sin una imagen? y ¿Por qué necesitamos la imagen? ¿Qué significa lo que Nietzsche dijo acerca de que “Dios ha muerto” habiendo sido el hombre quién lo creo y luego lo mató? ¿Qué fumó? Para entendimientos limitados como el mío, la cuestión se enreda.
¿A quién hacerle caso?, ¿Quién tiene la razón? Estamos encerrados en nuestro pequeño mundo, cada uno de nosotros y en forma general, somos cortos de vista. A veces los pensadores, aquellos hombres que de acción y dicho han trabajado por los demás y que muchos dicen que han sido grandes, nos traen en un vaivén con sus conceptualizaciones e ideas de los temas que más nos preocupan, en ocasiones se encuentran con diferentes palabras pero lo hacen, pero en otras divergen completamente. ¿De dónde viene la luz que nos llega? Sólo hay que observar en como se nombra, del Oriente, del Occidente, del Oriente medio, del Oriente próximo. Si suponemos que vivimos en México ¿Cuál es el Oriente para nosotros? Cabría suponer que África, pero este continente nunca se menciona como “oriente”, se habla de él como “el continente negro”, se recuerdan los safaris, los animales salvajes por excelencia, los Zulúes, el “aparthaid”, los Boers, los gorilas del Congo, el norte de África –el Sahara, bereberes, touaregs-, el Nilo, el sur de África, el Cabo de Buenaesperanza –Cape Town-, pero no se dice de él completo: la corriente tal de pensamiento viene del Sur, del occidente, de ningún punto cardinal, se dice sólo de África, como si con eso se facilitara su comprensión, Ah de África, si los leones, las jirafas, los elefantes. Al parecer desde la inauguración del canal de Suez, lo convirtieron propiamente en una ínsula, quizá por ello así se vea y se separa de lo demás, y lo llamamos como llamamos por su nombre a Australia, o a Nueva Zelandia, o a Groenlandia e inclusive a Madagascar. La islas adquieren su punto cardinal propio, su nombre propio, igual como aquellos hombres que se retiran a pensar o los que sobresalen de los demás. En nuestro caso, África desaparece del mapa, ya que lo que nosotros mismos llamamos oriente, está conceptualmente más allá. Dicho de otra forma, nuestro concepto de “oriente” en este caso, es prestado. Es algo así como el “descubrimiento” de América, en la que los americanos –no solamente los “gringos” sino todos los que habitamos este continente- celebrábamos el hecho el 12 de octubre. Otro concepto prestado y del mayor desdén a los que ya lo habitaban cuando el Sr. Colón descubrió lo que ya estaba descubierto. Pero todo viene del que primero tiene intereses en un lugar, nosotros bien podríamos decir el Occidente, a nuestra siniestra y donde está la China, la India y demás, pero cuando nos referimos a cualquier cosa que proceda de estos países decimos del Oriente, como el colonialismo de estos lados se remitía a la misma región (Mesoamérica). °
“Momentums de la semana” Sin patente. De queso, chile y de manteca.
No hay como escuchar una buena música y a veces, con interpretación vocal, para renovar el espíritu y aderezar el día, y si sumando, puedes ver a los que la ejecutan ahí en el Film&Arts: uno con su varita mágica y que se llama Mehta, y a los otros consumados: Carreras, Domingo y Pavarotti, en el magnífico escenario de las Termas de Caracalla en Roma (1990), aunque la cantada sea en varios idiomas, incomprensibles algunos (por ignorancia, ¿por qué más?) en su forma plana y literal de lo que cuenta pero al fin percibida y sentida muy dentro de nosotros en donde adquiere esa dimensión que trasciende y se aposta firmemente, sacudiéndonos la herrumbre que a veces, se nos va acumulando sin siquiera percatarnos, como diría aquel compañero del llamado dúo dinámico: ¡santa desapolillada batman! .
Qué falta nos hace de vez en vez, a pesar de los puristas del arte que reprendieron a los tres tenores citados. Esa Torna a Surriento que me hace recordar ese viejo casete que tengo por ahí (todas napolitanas cantadas por Pavarotti) la época que quise aprendérmela pero que ni en el baño me salió; Nessum Dorma, aria del acto final de Turandot de Puccini que indefectiblemente me lleva a Cher y al Hechizo de Luna que vi hace años y en donde en una escena aparece ella escuchándola en el teatro con lágrimas escurridizas y que luego traté de imitar (lo de las lágrimas) pero que nunca me salieron y me contenté con el nudo en la garganta; Granada de aquel flaco veracruzano, poeta de las canciones, cuando éstas últimas lo eran y de verdad, enamorado de esa tierra andaluza que fue árabe hasta el final; O Sole Mío canción también en ese casete que por ahí anda de napolitanas preferidas y que hoy escuché y vi en la tele; otras más, unas ni “fu” ni “fa” o en otras palabras, desconocidas y que no tuvieron esa parte vinculadora que te hace traer a la superficie “momentums” y sensaciones, como le sucede a todo el mundo.
Nunca será lo mismo: “Juan Domínguez” que “no me ingues”, lo que traducido quiere decir que para cada quién los fragmentos musicales significarán: una cosa, la otra o nada, depende la formación, carácter, cultura y demás de cada uno y de cada otro.
Una semana pasada de fiesta, de funeral, de libros y de café platicado. La fresca otoñal se dejó sentir por esta ciudad metropolitana, un poco de mojada, como dicen de “chingaquedito” o de “mojapendejos”, en algunos casos como rocío, suficiente para que los conductores que se pegan al volante lo hagan con más ahínco por aquello de que con la nariz se puedan ayudar, como dice mi ex suegro, que se quedó entre la Germania, el lago Atitlán de las tierras altas de Guatemala y los Cavazos en Nuevo León: “aquí a la gente (conductores) se le moja el cerebro cuando llueve, se apendejan pues”, palabras ciertas y precisas.
Semana por otro lado de vaivenes, desesperos momentáneos y disparos de desconfianza, nuevamente de calmas y de dejar que las cosas caigan por su propio peso, aunque esa caída gravitacional no se aviste aún y sólo veamos ese bombardeo incesante, comercial y publicitario del feliz Santa Claus que trae “cosas” para que “tengamos”, más que para que seamos, muy a tono con el consumismo desmedido a falta o en detrimento de lo que realmente adolecemos y que tratamos de sepultar.
¿Te ha pasado que te quedas con la mente en blanco y lo que piensas decir o hacer nomás no te llega? Seguramente te hace falta un pequeño empujón, una idea, un concepto, una directriz que tienes en tu interior pero que se vuelve esquiva, se esconde y muchas veces se disfraza, como cuando escuchas “¡drop your gun!” ¡Chin! ¿Te quedarás desarmado? ¡Zas! ¡En la madre! dirías, ¡desarmado, mis cojones! y vuelves a agarrar aire y buscas, escudriñas y nada, sólo cuando te tranquilizas la idea se aparece, vuelves a encontrar el rumbo, regresas al camino.
Se te refleja por medio de una persona, de un párrafo que lees por aquí o por allá, una señal cualquiera que en otras circunstancias podría ser fatua y pueril. Me sucedió ayer, releyendo a Louise L. Hay, haciéndome recordar que la aceptación de uno mismo, así como somos, el amor que nos tengamos, será lo que reflejemos y el estado de bienestar que tengamos. En una cita dice: “El resentimiento, la crítica, la culpabilidad son los patrones más dañinos, la liberación del resentimiento puede disolver incluso el cáncer, debemos liberar el pasado y perdonar a todos, cada uno de nosotros es ciento por ciento responsable de todas nuestras experiencias”. A veces se me olvidan las sencillas pero trascendentes palabras del Kybalión y sus leyes universales, este libro de Hay, viene muy a propósito de estas leyes ¡cómo carambas las olvido en la vida diaria! Me pasa a mí, te pasa a ti, nos pasa a todos, algunos como yo con cierta frecuencia a otros con menos.
Entre azul y buenas noches, entre valores trascendentes y valores de inmediatez material, en estos días he estado tratando de recuperar espacio en mi laptop. El disco duro lo tenía casi lleno, esto provocaba mensajes constantes del sistema sobre espacio reducido y liberación de éste. No soy muy entendido en estos asuntos pero ya ayer recuperé unos 10.5 gigabytes de espacio. Saqué del disco duro directorios completos de documentos de trabajo, aquellos que no uso regularmente pero de los que sin embargo, no me quiero deshacer, los envié a un disco externo. Me deshice también de programas de aplicación que no utilizo y me quedé con los que para mí son esenciales, cosas de las compus y de uno.
Chaplin y Hitler, ¿qué tiene en común? Como personas y pensamiento, nada, como entidades populares y bien conocidas en el mundo, todo. Vi la genial escena de Chaplin cuando juega con el mundo (como pelota) en su personificación de un dictador, es fascinante, extraordinaria, el discurso que hace al final de la cinta, que escuché en inglés y leí en títulos en portugués, es maravilloso.
La parodia de Hitler hecha por Chaplin, contemporánea de ambos, le debió caer a Adolfo, si es que la vio, de muy mala manera. Por asociación también luego escuché un discurso (de unos 10 minutos) del Führer und Reichskanzler dado ante las juventudes alemanas, qué manera de hablar, qué fortaleza y templanza, ¿cómo pudo un hombre y su imagen llevar al pueblo entero hacia la guerra, hacia esa guerra? ¿Cómo le dio ese sentido de orgullo y de poder a la gente? Un elaborado programa de condicionamiento, una incisiva campaña de formación del peligroso nacionalismo hacia las masas de jóvenes. El nacionalismo mata al individuo y da vida a un grupo, un grupo, por supuesto, opuesto a otro, diferente a mí y por lo tanto, mi enemigo. Los grupos generalmente dividen, aíslan, diferencian, cuando éstos son exclusivos y no inclusivos, generalmente parten consciencias, claro, consciencias desafortunadamente inconscientes y decididamente ignorantes.
Esto me hace recordar a ese sabio libre pensador de Khrisnamurti cuando habla del nacionalismo y lo que acarrea, cuando a la bandera (cualquier bandera) la define como “un trapo”, quitándole cualquier simbolismo que algunos hombres le den y los demás nos lo creamos, al final es eso, un trapo, un pedazo de tela, sin alma, sin espíritu, a diferencia de lo que nosotros somos, sí, materia también: unos kilos de carne, unos litros de sangre, huesos y células, -y en estos tiempos algunas con algo de silicón-, pero mayormente viviente, con alma y espíritu, ¿morir por un trapo simbólico? ¿Puedes ver en dónde está el valor? ¿Cómo es posible que alguien sea un héroe porque se envolvió en un trapo y se tiró al vacío –historia por cierto no comprobada y al parecer ficticia- todo para que el enemigo en turno no se hiciera de ese símbolo? ¿Qué no, entrados ya en materia, podría haber sido más útil haber defendido la plaza hasta el último aliento? Aunque se haya tirado, de todas formas el trapo se puede recuperar y ¿entonces? ¿De qué valió esta “hazaña” ? de todas maneras, perdimos, si seremos buenos…
Hoy leí un artículo acerca del crecimiento del fraude a nivel mundial, relacionándolo con la multicitada crisis, también de alcances planetarios. Por medio de una encuesta llevada a cabo por la firma PricewaterhouseCoopers, los resultados arrojan que por cada 3 empresas encuestadas, una de ellas ha tenido un delito financiero interno (cometido por empleados) durante los últimos 12 meses. El más común ha sido la malversación de activos, seguido por los fraudes contables y luego por los de corrupción y “mordida”. Otros más reportados son: relacionados con la propiedad intelectual, lavado de dinero, fraudes fiscales, información privilegiada y espionaje. Menudos pájaros de cuenta que se han añadido al canal delincuente, unos por ganas y otros porque ahí estaban y ni modo de dejar pasar la oportunidad.
Lo bueno es que México no ocupa el primer lugar ¿decepcionados? No qué va, ¿cuándo se ha visto que destaquemos en equipo? ¿Para qué desacostumbrarnos? Los líderes con mayores delitos y según los resultados de esta casa consultora, en este orden son: Rusia, Sudáfrica, Kenia, -oigan ésta- Canadá (!!!¿???) Y claro que por supuesto en quinto lugar, México. Esta nota quizá la hubiese leído sin más, así, México “mordiendo el polvo de nuevo”, pero lo que me hace darle un nuevo contexto y verla con más detenimiento es que hace unos días me he enterado de primera fuente (por teléfono y de alguien de dentro), del despido de un Gerente de Ventas Nacional y su jefe, el Director Comercial, de una reconocida empresa, precisamente, relacionado con fraude y malversación de fondos.
Pensé, ¡íngue! aquí en mi patio, estos cabrones haciendo sus fechorías, con buena chamba y yo sin ella, qué jodidos estamos.
Hoy que leí el reporte sucinto de PricewaterhouseCooper, me he sentido en otro nivel, qué bueno que no vivo en Rusia y que además empecé a releer a Louise L. Hay.
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