miércoles, 2 de diciembre de 2009

Momentums de la semana. Sin patente. Robo en despoblado.

Los Templarios lo sabían, se dice que fueron los primeros banqueros en forma: “tuvisteis agarrados de los cojones a media Europa, reinos de este y del otro mundo”, todo fue que los dueños del capital reconocieran en dónde debían poner sus recursos, no sólo hablando de rentabilidad sino de control. Así ha sido la historia y entre los individuos como entre las naciones el respeto al acreedor es la paz del deudor, y si no, pues ya se sabe, los pastelazos, las mutilaciones de territorio, las zozobras de pueblos completos y todas las menudencias del caso.
Como dice “El Bodeguero” de los Aragón “Toma chocolate…paga lo que debes”.
Antier descubrí, revisando mi saldo en el portal de internet de cierto banco de cuyo nombre no quiero acordarme (por decencia, por qué más, sólo de los colores que alguna vez fueron verdes y ahora azul español), que me habían aplicado un cobro de una tarjeta de crédito que no poseo y mucho menos he utilizado. La historia: hace aproximadamente unos 10 ó quizá 12 años, estando en una tienda de autoservicio –antes de color azul “gringo” y ahora de “chicle” de vainilla- me abordó un promotor ofreciéndome aplicar para una tarjeta de crédito co-participativa (Tienda de descuento-Banco). Acepté y el promotor llenó la forma con mis datos, no recuerdo si después entregué o no la documentación que te solicitan para tal apertura, el caso es que un mes después –creo-, me llegó la tal tarjeta al domicilio en donde vivía en esa época. Lo que sí me acuerdo es que nunca activé la tarjeta. Cuando te llega es necesario hablar al teléfono que te indican para, precisamente confirmar la activación, cosa que nunca hice. Tan no lo hice que jamás recibí, mientras viví en ese domicilio, ningún estado de cuenta o cobro o algo por el estilo. Posteriormente, me cambié de casa y el asunto lo olvidé por completo.
No fue sino tres domicilios y como digo, varios años después, que me encuentro sorpresivamente con el cobro administrativo de la cuota anual en el portal del banco. Ayer hablé por teléfono para arreglar esta situación, para mí irregular. Claro que hablar a cualquier “Call Center” no es algo que le deseo a nadie, es más ni a mis enemigos (si los tuviera, al menos declarados). Como a la tercer vez que marqué y que ya no se cortó la llamada, tuve que pasar ahora como por 4 menús de elección múltiple hasta llegar con una voz casi humana en directo (y no grabada) y digo casi humana porque los que contestan repiten una y otra vez una misma letanía aprendida como “speech”, con una tonalidad mecánica, como si hablaras con un robot, eso sí, con una ánimo de fiesta, de regocijo, claro, notoriamente falso. Le expliqué mi caso y quién sabe qué me dijo que tenía que ingresar quién sabe qué códigos para luego llegar al lugar en donde me podían ayudar. Por supuesto que anduve brincando por todo el sistema y nunca llegué con nadie, sólo con la musiquita del sistema y voces de menús grabadas. Al fin colgué y marqué de nuevo. En este enésimo intento llegué con una mujer quién me dijo que mi caso tenía que arreglarlo con la tienda de descuento, yo le dije que el problema era del banco y que venía del portal del banco no de la susodicha cadena de tiendas, a lo que me mencionó cierto convenio (y esto sí es muy serio, sin duda) que tienen con la cadena y que definitivamente era con ellos con quienes me tenía que remitir, de esa forma, lavándose las manos me dio el número al que debía llamar. Otro “Call Center”, nooo.
Más menús, más musiquita, más “brincadera”…Por fin hablé con alguien, otra vez ahí te va toda la explicación, de nuevo…vi una luz al final, Rocío (con quién hablaba) después de solicitarme el número telefónico de la casa de cuando viví en aquella época (de la apertura de dicha tarjeta, de hacía más de 10 años) y que no le di porque apenas y me acuerdo de mi número telefónico actual, procedió a la cancelación de esa cuenta de crédito que nunca utilicé. Bueno, me dije, ya está arreglado este asunto, no sabía que sólo era una ilusión, todo fue que preguntara: ¿cuándo esperaría la cancelación de los cargos que ya me aplicaron? Ahí fue que estuvo el detalle…-No señor, esos cargos no se pueden cancelar…es la política- esa última palabra de verdad te deja desarmado, cuando una institución te quiere decir: ándele, “cúchila”, ya, para su casa, déjese de cosas y váyase a rumiar a otro lado…esa es la palabra plenipotenciaria, la palabra definitoria de la suerte, contraria a la tuya por supuesto, con la que no puedes hacer absolutamente nada.
-Es que usted aceptó el contrato de la tarjeta, usted la solicitó- me dijo ahora la supervisora Elsa, con quién solicité hablar.
-Pues sí, pero nunca activé la tarjeta, de hecho ustedes pueden constatar en sus registros, la tarjeta nunca la utilicé, además las renovaciones del plástico tampoco las recibí, pueden ustedes también confirmarlo…tampoco tuve en mis manos ningún estado de cuenta, ni siquiera aún viviendo en la dirección que ustedes tienen registrada, cómo es que después de 10-12 años ahora me están cobrando (y aplicando) una anualidad de una tarjeta que no tan sólo no he usado sino que ni tengo en mi poder. ¿No es esto una forma poco ética de proceder de su parte?
-Es la política, usted la aceptó, antes no le habíamos cobrado porque no tenía usted una cuenta en ese banco.
Así continuaba esta conversación, ya sin mucho sentido, había mencionado la “política”, y de ahí ¿adónde moverse?, Elsa utilizó las frases que le enseñan en su entrenamiento: “lo comprendo señor”, “lo entiendo señor”, “tiene usted razón señor”, o lo que quiere decir: dale las vueltas que quieras, no hay manera.
-Lo que puede hacer es exponer su caso a la Condusef
-¿a la qué? (ignorante, pues sí)
-A la Condusef
-¿es una instancia del gobierno?
-No sé señor, pero ya hemos tenido otros casos como el suyo y ahí puede hablar
-¿está usted de acuerdo a que esto es un robo en despoblado?
-Pues sí señor, lo entiendo.
Dudo que lo haya entendido, pero qué más podía hacer o decir sí sólo cumplía la “política”. Por lo pronto la tarjeta fantasma, con ese crédito (también fantasma) que yo le acepté a ese promotor hace años, quedó cancelada.
Por eso digo, de tener un negocio sería un Banco, un negocio así nunca pierde y si pierde, nuestro gobierno le da dinero del erario público, esto es, de los impuestos que recauda (¿de dónde más?), para que el negocio del Banco pueda continuar, hecho que ya hemos visto en años anteriores.
Si como persona física o moral requieres de dinero, vas al lugar en donde lo puedes comprar, a un Banco, porque ese es uno de las actividades de ese negocio, vender dinero. Por supuesto que estás dispuesto a pagar el precio, como lo haces cuando vas a comprar detergente al súper, que sabes que estás pagando por el costo del producto más la ganancia del fabricante, incentivo para que sea producido (la verdad es que pagas mucho más que sólo el costo de producirlo, por ejemplo: pagas el empaque, todos los costos de logística para que llegue al anaquel, la utilidad del súper y además el costo de la fabrica que paga por que lo veas en la tv y te motive a comprarlo ¿creías que no te costaban los anuncios del producto en los medios? Ya ves que sí). Así es igual con el dinero que pretendes comprarle a un Banco. La diferencia en comprar cualquier artículo en cualquier tienda a comprar dinero en un Banco, es que cuando compras cualquier artículo en una tienda (no importando el precio del producto) siempre mantienes tu poder como cliente y cuando compras dinero en un Banco, tan sólo al entrar te conviertes en un posible sujeto de crédito que el Banco sólo llama “cliente” como eufemismo. Después de desnudarte y dar toda la información que el Banco te pida, ahora tienes que comprobar los bienes que tengas y que deberán cubrir el dinero que compres (más los intereses, por supuesto) en el caso de que incumplas con los pagos del dinero que el Banco te “otorgue” o “te haga favor” de prestarte. ¿Observas como los papeles se invierten? El Banco te hace un favor. Dependiendo del tipo de préstamo, primero le tienes que demostrar al Banco que podrás pagarle, luego hipotecas un bien (a favor del Banco, claro), que puede ser una propiedad que sea tuya, para asegurar el pago (el bien regularmente vale más que lo que vale el préstamo), el Banco hace evaluar el bien (valuación que tú pagas) para confirmar si lo que dices que vale es cierto. Una vez de que el Banco se asegura de que no va a perder contigo y que le vas a pagar (de una forma u otra) te otorga el préstamo (que no es el 100% de lo que necesitas, cuando mucho puede ser el 80%), te cobra (sobre la cantidad del préstamo) una comisión por apertura de crédito y otros costos añadidos. ¿Qué negocio podría ser más atractivo que este? Para el banco, digo.
Por otro lado, el Banco puede guardar tu dinero, tus ahorros, el sueldo de tu empleo o el que tengas. Con el uso cada vez mayor de tarjetas de débito, todas las cuentas de ahorro y ahora de nómina, la tienen. Cada vez que pagas en cualquier comercio con tu tarjeta, el Banco le cobra una comisión al comercio, para ti es transparente. Cada vez que necesitas de efectivo (tu dinero que tienes guardado en un Banco) te cuesta, en un cajero automático te cuesta un tanto, si lo sacas en ventanilla te cuesta un poco más. Si manejas cheques, cada cheque emitido también te cuesta, si tienes acceso al portal de internet te cuesta, si haces en este portal pagos o transferencias interbancarias, también te cuesta. Cuando revisas tu estado de cuenta te aparecen todos estos cargos, si te das el tiempo de sumarlos verás que representan una cantidad significativa, y esto es cada mes.
Insisto, los bancos ganan por todos lados, si añadimos los cargos por tarjetas fantasmas que por negligencia de uno (mía, por no haberme asegurado antes de que no existiera en el sistema) y mala fe del otro (del Banco y de la Cadena), las ganancias son interesantes. Quisiera ser dueño de un Banco, aunque viéndolo bien, si eso quiere decir que tendría que ser algo deshonesto, “trinquetero”, leguleyo, posado (aunque sea con corbata), oportunista y “ganón”, lo pensaría mejor. °

3 comentarios:

  1. Esta es una prueba a ver si ahora si puedo publicar el comentario

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  2. I like that. Congratulation.
    If you can dream you can do! ( Robert Schuller )

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  3. Bom começo,

    Parabéns, bom trabalho.
    Sorte.

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